El jefe final del nivel de New Donk City en Super Mario Odyssey es un gusano mecánico gigante que se enrolla alrededor de la antena del rascacielos de la ciudad. Aunque la historia de monstruos que se suben al Empire State Building viene de lejos, aquella imagen nos recordó poderosamente al inicio de Bayonetta 2, y nos gusta creer que es un guiño de Nintendo en reconocimiento al mejor juego third-party de Wii U. En esta secuencia, ampliamente difundida en los tráilers que anunciaban el lanzamiento original en 2014, el demonio gigante Gomorra, creado a partir del tejido del traje de la bruja, se revela contra su ama en un combate aéreo (sobre raíles) en lo alto del rascacielos, que acaba con el dragón devorado por otro bicho aún mayor.
El tamaño importa en Bayonetta 2. Las peleas contra jefes o minijefes suelen acabar con la invocación de una criatura infernal que termina con su miseria de las formas más creativas y sádicas posibles en Quick Time Events en los que solo está en juego la puntuación y nuestra satisfacción. El juego, como toda obra de Hideki Kamiya (aunque en este se apartó del puesto de dirección, es una secuela muy continuista con el original), no tiene mesura en cuanto a la escala de los combates.
Esto, y algunos me matarían por sugerirlo, llega a jugar en contra de la propia narrativa del juego, en el que nada resulta una amenaza, y todo obstáculo, por grande que sea, es contrarrestado por una invocación aún mayor (siempre en cinemáticas salpicadas de QTEs). No es que sea una molestia grave ni algo que me vaya a desequilibrar la balanza a la hora de poner notas, pero me parece oportuno mencionar que es algo que no me cuadra del todo. O dicho de otra forma, me descuadra la narrativa, que a pesar del subrayado carácter pícaro (y picarón) del juego, sí se toma en serio su historia, con algunos giros interesantes, pero algo confusa, torpemente contada en largos discursos explicativos y con personajes que no salen de su caricatura.
Cuestión de tamaño
Pero no es tanto el “lore” de Bayonetta (que tiene un diseño artístico iconoclasta de la simbología religiosa sencillamente increíble) lo que le ha hecho ganarse su status de culto, sino la jugabilidad hack n’ slash tan suave y adictiva como la mantequilla, y tan desafiante como lo uno esté dispuesto a asumir. Ambos juegos (Bayonetta 2 incluye algunas mejoras menores, pero básicamente comparten el mismo desarrollo) se colocan como referentes en cuanto a cómo hacer mover al personaje en pantalla, y cómo hacer que pulverice a ristras de enemigos con la mayor fluidez y elegancia posible.
El sistema de combos de Bayonetta depende de demasiados factores como para controlarlos todos sin una buena sesión de estudio y práctica: dos botones de ataque (brazos o piernas), la combinación de armas que llevemos (hay cerca de diez, y cada una tiene sus propios combos), el espacio que dejemos entre cada pulsación, si estamos en tierra o en el aire… Realizarlos con éxito suele recompensarnos con un ataque final más poderoso (ataque maleficio), más halos (la moneda del juego) y más puntos.
La principal peculiaridad de este sistema de combate es el tiempo brujo: esquivar un ataque en el momento justo paraliza el tiempo breves instantes, en los que podemos seguir atacando con normalidad a un objetivo indefenso. Una mecánica a la que es fácil acostumbrarse, y que además de inyectar más dinamismo a los combates, evitando caer en el machacabotoneo incesante, nos da un momento de respiro para poder probar nuevos combos. Que no solo es mucho más divertido que repartir a diestro y siniestro sin pensar muy bien en lo que estamos haciendo, sino que también, como ya hemos dicho, mejora nuestra puntuación final.
Por si fuera poco, hay una amplia variedad de objetos con los que personalizar nuestro estilo, a la venta en la tienda de Rodin. Chupa-chups con los que recuperar vida, magia o fuerza; nuevos movimientos, trajes o accesorios que nos otorgan habilidades especiales (más halos al realizar movimientos “ataques tortura”, posibilidad de convertirnos en un cuervo para sobrevolar el escenario, activación el tiempo brujo automáticamente al recibir daño…). Mención especial merecen los trajes de Peach, Daisy, Link, Samus y Fox, que además cambian otros elementos del juego: los halos se convierten en rupias, los ataques maleficios invocan a Bowser, las espada se convierte en la Espada Maestra… Y más y mejores guiños que os dejamos para que los descubráis vosotros. Todos se pueden adquirir en el juego de forma «legal», aunque con los correspondientes amiibo los desbloquearéis al instante.
El alma arcade de Bayonetta
Precisamente en este afán de mejorar nuestro rendimiento y puntuación radica la mayor parte del reto del juego. La campaña se puede completar en menos de 10 horas, hay niveles de dificultad muy generosos y los checkpoints, incluso a mitad de un jefe, son numerosos. Dentro de los niveles hay más cosas que hacer entre medias de los combates: muchos coleccionables que buscar, algunos escenarios son más o menos amplios e incluyen combates y retos adicionales que tienes que buscar. Pero lo cierto es que es un juego corto y, en dificultad normal, tirando a fácil.
Que nadie se asuste: incluye todos los niveles de dificultad extra difíciles, recompensas por conseguir puntuaciones perfectas y retos post-game que uno podría esperar, y que animan a seguir jugando para conseguir el 100%. Entre ellos, hay un modo extra, la gran novedad de Bayonetta 2, que parece la evolución lógica de este componente arcade del que hablábamos. Se trata del Clímax Multiple, una sucesión de combates independientes (extraídos del modo historia), que se pueden afrontar en modo cooperativo de forma online, local o con la CPU. Con una dificultad adaptable según los halos que apuestes, es la oportunidad perfecta para fardar de técnica (premia al jugador con mejor puntuación).
Eso sí, una pena que no incluya el clásico multijugador en la misma consola, compartiendo Joy-Con. Hubiera sido un aliciente perfecto para un port que es prácticamente idéntico a la versión de Wii U. El sistema de control de Bayonetta no precisa de demasiados botones… y si es por simplificar, sigue presente el control táctil (básicamente como un juego de Tablet, tocando hacia dónde queremos ir, deslizando para hacer ataques y esquivas). Una opción demasiado simplificada para un juego que ya de por sí es muy accesible para jugadores novatos, aunque puede que funcione bien en casos de movilidad reducida.
Gráficamente, ya sorprendió como uno de los juegos más bonitos de Wii U, y aquí sigue deslumbrando. Aunque son escenarios pequeños, están realizados con un gran detalle y una paleta de color mucho más viva que en el juego original. Es difícil que no se escape un «guau» al contemplar los reflejos del cielo azul en el estanque y los canales del pueblo de los primeros niveles. El framerate funciona mejor en modo televisión, y aunque le cuesta alcanzar los 60fps, nunca se resiente, incluso en los momentos más intensos. A nivel sonoro encontramos una banda sonora de la misma calidad que en el original, con nuevos temas vocales (esta vez, una versión de Moon River) y doblaje al inglés y al japonés.
Conclusión – Port directo, secuela continuista, clásico instantáneo
El principal problema de Bayonetta 2 es que es demasiado parecido al original. Aunque, si el original es uno de los juegos más influyentes de la última década, eso tampoco es demasiado malo. También es comprensible que hayan ido por un camino más seguro en su incursión en el mercado nintendero, que generalmente no está acostumbrado a juegos de acción de esta envergadura. Si ya jugaste a la versión de Wii U, esta no incluye ningún aliciente nuevo, salvo el poder disfrutarla en cualquier parte. Y tratándose de un juego con un enfoque tan fuerte en la rejugabilidad, en partidas cortas e intensas, es una de las opciones más sabias para la consola.
Análisis realizado mediante código de descarga cedido por Nintendo España
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