Probablemente, si hay dos géneros que han sido prolíficos en Nitendo switch dentro de los juegos indies, esos han sido los roguelikes y los juegos musicales de todo tipo. La eShop y las reseñas de NextN están llenas de juegos de ambos géneros, pero solo hay uno que se atreviese a juntar ambos géneros. Por supuesto, hablamos de Crypt of the Necrodancer el título Brace Yourself Games, quienes también firmaron Cadence of Hyrule, el título que mezclaba el mundo del Necrodancer con el de la saga Zelda, siendo además la única vez que Nintendo le ha dejado una de sus franquicias más importantes a un estudio indie. En el último Nintendo Direct de Nintendo Switch se anunció que ese mismo día saldría su tercer título en la plataforma de Nintendo, Rift of the Necrodancer, que dejaba a un lado todos los elementos de roguelite y se centra en su apartado musical y la historia de sus personajes. ¿Le ha sentado bien el cambio de tempo?
Rift of the Necrodancer no es Crypt of the Necrodancer, pero sí es igual de difícil
Uno tiende a pensar que cuando se anuncia una secuela de un videojuego, el estudio intentará ser conservador. Si algo ha funcionado, no lo toques, mejóralo y funcionará igual. Sin embargo, en Brace Yourself Games han dejado encerradas todas las mecánicas de la cripta en ella y le ha dado un giro de 180 grados a sus personajes y su jugabilidad. Aquí no hay roguelite que valga. La propuesta con Rift es la de ser un juego centrado únicamente en el apartado musical, con decenas de canciones originales y remixes de la entrega anterior, historia, jefes y minijuegos al más puro estilo Rhythm Paradise, para ir matando el gusanillo hasta que llegue Groove. Aunque os lo adelanto: lo que no han dejado atrás es la endiablada dificultad de Crypt.
Al ir completando por primera vez las distintas canciones iremos consiguiendo diamantes con los que desbloquear nuevas canciones, pero la forma más fácil y orgánica de hacerlo es jugar al modo historia. Rift of the Necrodancer aprovecha la estructura del nuevo juego para tratar de expandir su universo y darle más peso a todos sus personajes. Y lo hace alternando escenas de diálogos al más puro estilo visual novel, con las canciones y minijuegos. Podría parecer un modo adicional y menos, pero es sorprendentemente largo y la mejor manera de ir aprendiendo poco a poco como lidiar con la ingente cantidad de enemigos-notas distintos que se nos presentan durante las canciones. Y aún así, a veces se echa de menos que haya más canciones que hagan las veces de tutoriales de las mecánicas. Puede parecer que la jugabilidad es sencilla, pero eso no significa que sea fácil. Al igual que en tantísimos otros juegos tenemos una serie de notas, representadas por enemigos, que van bajando por una tablatura y donde debemos de pulsar la dirección indicada cuando lleguen abajo. Por supuesto hay distintos niveles de dificultad, desde fácil a imposible y dentro de cada uno de ellos existen diferentes niveles intensidad.
Viendo las imágenes puede parecer más fácil que juegos que tienen un acercamiento al género musical similar, porque tan solo hay tres carriles por donde bajan las notas, como Dance Dance Revolution, FRIDAY NIGHT FUNKIN’ o un Guitar Hero. Sin embargo, las notas tienen su propia forma de interactuar con ella. Aquí las notas son monstruos, muchos de ellos sacados de las mazmorras del Necrobailarin del título anterior y otros completamente nuevos. Y como en el roguelite, cada enemigo se comporta, mueve y tiene una vida característica. ¡Y encima existen variables de colores dentro de cada tipo de enemigo que alteran su comportamiento! El resultado de esto es que las primeras horas son un auténtico caos. Más aún si empiezas a jugar directamente sin pasarte antes por los tres tutoriales del modo historia. Tutoriales que tampoco van a solucionarte la vida, pues consisten en explicarte todos los tipos de enemigos y sus variantes uno tras otro sin darte tiempo a adaptarte o enseñarte ejemplos prácticos de como lidiar con ellos en canciones de verdad.
En mi opinión, confía demasiado en que durante la historia, van a ir apareciendo estos nuevos enemigos poco a poco y tú te irás adaptando a ellos. Tal vez hubiese sido mejor ir planteando estos tutoriales en otros más pequeños antes de empezar cada una de las canciones donde se introducen los nuevos tipos de enemigos. De esta manera tendrías la clase, y después el examen práctico para comprobar que habías entendido la teoría. La verdad, es bastante contra intuitivo empezar un juego de música y enfrentarte a una curva de aprendizaje tan pronunciada como estas primeras horas, no porque no seas capaz de seguir el ritmo, sino por no ser capaz de gestionar todos los enemigos y sus combinaciones. En definitiva, Rift of the Necrodancer tiene un problema con la presentación de sus elementos, la dificultad y, sobre todo, la legibilidad.
Mientras que en otros juegos de ritmo, puedes llegar a entrar en una zona mental en la que dejarte llevar y simplemente leer la partitura y pulsar los botones casi por instinto, aquí tienes que estar activamente fijándote en las notas que viene, haciendo matemáticas mentales de como va a reaccionar cada enemigo y cuáles se te van a juntar. Personalmente, creo que esta aproximación a un juego de ritmo es, como mínimo, rara y no le sienta demasiado bien. Si la legibilidad fuese mejor, con más tipos de enemigos en vez de variantes de otros colores y hubiese otro tipo de indicadores en pantalla, quizás ayudaría a conseguir llevarte a ese estado zen donde puedes simplemente dejarte fluir por las canciones. Por suerte, es algo que terminas dominando, o más bien acostumbrándote, no sin antes haber pasado por unos periodos de adaptación y frustración que no le van a sentar bien a un gran número de jugadores.
Más que canciones. Menos que la versión de PC
Como ya adelantamos al principio, de vez en cuando tendremos minijuegos y combates contra jefes claramente inspirados en Rhythm Paradise y Punch Out! respectivamente. Por supuesto, también se pueden jugar independientemente como un modo aparte más tarde. Por desgracia, uno de los modos más importantes de la versión para Steam del título no está en la versión para consolas y es algo normal. Hablo del modo en el que la comunidad puede crear sus propias canciones y compartirlas gratuitamente como si fuesen mods. Mientras que en Steam es algo más habitual, en consolas lo de compartir contenido creador de la comunidad es algo más raro de ver, sobre todo cuando una amplísima mayoría del contenido está sujeto a derechos de autor de animes, canciones de grupos u otras sagas de videojuegos. Por supuesto, entre todo ello hay también contenido original y no descartéis que en alguna actualización futura terminen entrando este tipo de mods de manera oficial, al igual que ya pasó con una actualización del Crypt of the Necrondancer original que habilitaba e importaba una serie de mods en la versión de consolas.
Y hablando de actualizaciones, puede que no vayamos a ver contenido con derecho de terceros creador por la comunidad, pero de momento Rift of the Necrodancer sí que se ha actualizado en dos ocasiones, para incluir tanto canciones gratuitas, como de pago de Super Meat Boy, Celeste y en un futuro Pizza Tower. ¿Llegaremos a ver alguna canción de Cadence of Hyrule como contenido exclusivo de la versión de Nintendo Switch?
Rift of the Necrodancer – La secuela musical del roguelite musical por excelencia
Con la excepción del crossover con Zelda, donde Brace Yourself dejó de pisar un poco el acelerador, está claro que son un estudio que les gusta hacer juegos difíciles. Las primeras partidas de Crypt consistían en avanzar poco a poco, aprendiéndote patrones y mejorando un poco más a cada intento. En Rift of the Necrodancer han querido mantener esa premisa, donde se aprecia más el aprendizaje de los patrones de los enemigos, que el seguir el ritmo de la canción en sí. Las primeras partidas son una lucha por sobrevivir, más que una lucha por hacerlo bien, tal y como ocurría en el roguelite. Sin embargo, esa es la diferencia, que el género del primer juego nos tiene acostumbrado a esa exigencia y ese desconcierto durante las primeras partidas y esas sensaciones rara vez se dan en un juego musical.
¿Significa eso que Rift of the Necrodancer sea un mal juego? Nada más lejos de la realidad. Es un buen juego, con muchísimo contenido, muchas canciones, con muchos niveles de dificultad. Pero es mi tarea advertiros de que procedáis con cuidado, porque puede (y probablemente resulte) ser bastante frustrante, sobre todo al principio. Proceded con cuidado, porque el Necrodancer sigue igual de impasible que siempre, por mucho que ahora haya cambiado de género.
Hemos analizado Rift of the Necrodancer gracias a un código digital cedido por Brace Yourself Games. Versión analizada: 1.2.1
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