Es raro que Nintendo deje sus franquicias a empresas externas. De hecho los casos más conocidos se pueden contar con los dedos de la mano. Mario ha hecho buenas migas con Ubisoft y Square Enix, Pokémon y Bandai Namco han tenido sus affairs y de Zelda, la mayoría de nosotros quizás recordemos tres de estas colaboraciones con empresas externas: las de Koei Tecmo con los Warriors, las de Capcom con los juegos portátiles y otra que no salió nada bien. Pero, por norma general hay una colaboración de The Legend of Zelda que todo el mundo olvida. Una colaboración distinta al resto que he mencionado, pues es la única vez que Nintendo le ha dejado una de sus franquicias a un estudio indie.
Cadence of Hyrule fue el crossover desarrollado por Brace Yourself Games, que prácticamente salió de la nada y unía los mundos del exitazo roguelike rítmico Crypt of the Necrodancer y The Legend of Zelda. El resultado fue uno de los juegos de Zelda más únicos de la franquicia, que mezclaba la jugabilidad musical del juego de Brace Yourself Games y la de los Zelda más clásicos como A Link to the Past. Si no lo habéis jugado y sois fans de la saga de Nintendo, deberíais haceros el favor y probarlo.
Ya no estamos en la cripta, estamos en Rift of the Necrodancer
Y aunque Crypt salió en 2015 y Cadence of Hyrule en 2019, el estudio no ha estado de brazos cruzados durante todos estos años. Además de múltiples actualizaciones para su Crypt of the Necrodancer, en 2022 anunciaron su siguiente proyecto: Rift of the Necrodancer, la continuación de su juego estrella, que tira por la borda todo lo que conocía de esa entrega y parte de una nueva tabula rasa. O mejor dicho tablatura rasa. Aquí no hay roguelite que valga. La propuesta con Rift es la de ser un juego centrado únicamente en el apartado musical, con decenas de canciones originales y remixes de la entrega anterior, historia, jefes y minijuegos al más puro estilo Rhythm Paradise.
Aunque se puede desbloquear canciones gastando diamantes obtenidos al jugar, la forma más fácil de hacerlo es ir jugando al modo historia, en el que Cadence ha sido transportada por una brecha interdimensional a un mundo similar al nuestro. Al poco de estar allí empieza a encontrarse con caras conocidas y más brechas, que escupen monstruos como si no tuvieran otra cosa que hacer. Por lo que Cadence coge su guitarra eléctrica para plantarles cara mientras intenta averiguar cómo volver a su mundo. La jugabilidad es sencilla, en teoría – aquí es donde ponéis un asterisco y luego volvemos a esto –. Al igual que en tantísimos otros juegos tenemos una serie de notas que van bajando por una tablatura y donde debemos de pulsar la dirección indicada cuando lleguen abajo. Por supuesto hay distintos niveles de dificultad, desde fácil a imposible y dentro de cada uno de ellos existen diferentes niveles intensidad.
Viendo las imágenes puede parecer fácil, porque tan solo hay tres carriles por donde bajan las notas, ¿no? Pues no. Aquí es donde rescatamos el asterisco y es que, si bien es cierto que no hay tantos carriles como puede ser en un Dance Dance Revolution, FRIDAY NIGHT FUNKIN’ o un Guitar Hero, las notas tienen su propia forma de interactuar con ella. Aquí las notas son monstruos, muchos de ellos sacados de las mazmorras del Necrobailarin de la noche y otros completamente nuevos. Y como en el roguelite, cada enemigo se comporta, mueve y tiene una vida característica. ¡Y encima dentro de cada tipo de enemigo existen variedades de colores con aún más variaciones! Esto hace que las primeras horas sean un auténtico caos. Sobre todo si te lanzas de cabeza a jugar sin haber pasado por los tutoriales básicos y el modo historia, que va introduciendo cada nueva mecánica ligada a los monstruos poco a poco, dándote cancha para que te adaptes antes de pasar al siguiente reto y empezar a mezclar calaveras, con zombis, con murciélagos, con arpías. La verdad, es bastante contra intuitivo empezar un juego de música y enfrentarte a una curva de aprendizaje tan pronunciada como estas primeras horas, no porque no seas capaz de seguir el ritmo, si no por no ser capaz de gestionar todos los enemigos y sus combinaciones. Por suerte, es algo que se termina dominando.
Por otro lado están los minijuegos, que bueno, basta con ver un par de imágenes para saber que tienen una clarísima inspiración en Rythm Paradise. ¡Incluso tienen su marcador del reto de hacerlo todo perfecto! Y hablando de la saga de ritmo de Nintendo. ¿Sabías que puedes jugar a las míticas canciones en Rift of the Necrodancer? Sí, sí. Mirad el mítico Remix 10.
En realidad la cosa tiene truco. Y es que la versión de Steam cuenta con integración con la Workshop, ese mercado de mods gratuitos que hace la comunidad y que se instalan con tan solo hacer un click. Por supuesto que está plagado de canciones con copyright, openings de anime, temazos de Vocaloid y música de otros videojuegos, incluyendo el Necrodancer original. ¿Llegará esta funcionalidad a la versión de consola? Pues por el momento no hay nada confirmado. Lo que sí que seguro que no estarán todas las canciones que tengan licencia de terceros, La Workshop de Cript of the Necrodancer ya estaba llena de este tipo de contenido y cuando llegó la actualización que implementaba mods, estos se quedaron en el salvaje oeste que supone el PC. Lo que sí que llegaron fueron montones de mods de contenido 100% original en forma de herramientas, personajes originales, enemigos y un largo etc.. Pero tendremos que esperar al lanzamiento final de la versión de consolas a lo largo de este año para conocer qué pasara con esta y alguna que otra posible característica exclusiva de las versiones de consola. Esperemos que al ser uno de los habituales de varios sabores de Nintendo Directs, lo veamos pronto en algún evento digital confirmando una fecha definitiva para la versión de Nintendo Switch.
Impresiones realizadas gracias a una copia de Steam cedida por Brace Yourself Games
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