¿A quién no le gusta un buen postre o una buena merienda? La repostería es uno de esos artes que despiertan el interés de prácticamente todo el mundo, al menos, desde el lado del comensal. Ponerse en el otro lado, valga el chiste, es harina de otro costal. Un arte complicado de dominar, que requiere paciencia y atención, de una manera que a los profanos de los fogones nos parece casi mágica. Y magia es, justamente, el ingrediente que se ha añadido a este complejo arte culinario en el título protagonista de nuestro análisis de hoy, Magical Bakery. Un título que, además, desprende un dulce aroma a España en sus fogones.
El estudio independiente murciano Superlumen, que ya hizo una incursión en Nintendo Switch con la aventura gráfica Desolatium, vuelve a la híbrida con una nueva propuesta que no podría tener menos en común con lo anterior. Un estudio que da el salto del terror lovecraftiano a la gestión de recursos cotidiana, pero con un toque arcano y cozy que tiene el potencial para hacer las delicias de quien se anime a hincarle el diente. Si estás interesado en una nueva muestra de que el panorama indie español está repleto de talento, acompáñanos en este viaje por el mágico reino de Caeluria. Aunque, en realidad, no vamos a salir de la pastelería.
El duro camino hasta el título de Mago Pastelero de Caeluria
Tras escoger nombre, aspecto, voz y género (sin dejarse atrás el inclusivo elle, pero echando de menos más opciones estéticas), descubrimos que somos un joven aprendiz de mago pastelero del reino de Caeluria. Un reino repleto de pastelerías y en el que nuestro avatar es destinado a la pastelería de Baba, una anciana hechicera al borde de la jubilación y que ha conocido tiempos mejores en su negocio. La mayoría de las mesas están rotas, sólo un horno funciona… Y éste es el material con el que contamos para superar los exámenes de la carrera de mago pastelero y heredar la empresa. Sí, sí, heredarla. Y sin ser nietos de Baba ni nada. Ése es el lado más mágico del juego, sin duda.
Nos enfrentamos a un examen cada semana. Éste consiste, simple y llanamente, en completar tres recetas concretas y predefinidas de nuestro recetario y disponerlas en el mostrador correspondiente para que el domingo, día en el que nuestro examinador, el archimago pastelero Ludovar, viene a comprobar que todo está en orden y permitirnos pasar al siguiente nivel. El problema es que el dichoso Ludovar parece tenerle algo de ojeriza a Baba, y esta rencilla personal suya nos afecta en el nivel de exigencia que piden de nosotros. ¿El objetivo? Por supuesto, cerrarle el sibilino morro a ese burócrata engreído. O llenárselo de pasteles deliciosos, mejor dicho.
La rutina de Magical Bakery
El día a día en Magical Bakery consta de varias partes. Antes de abrir la tienda, tenemos la obligación de anotar en la pizarra las recetas recomendadas del día, que suelen ser las que más dinero nos van a reportar por cada venta. Contamos también con otras opciones no obligatorias, pero sí más que recomendables: comprar ingredientes a Shendar, nuestro draconiano proveedor; preparar unos cuantos pasteles para estar listos para atender desde el minuto 1; y colocar otros tantos en el mostrador del escaparate, una vez hayamos desbloqueado dicha opción. Cuando ya hemos cumplido todos estos pasos, estamos listos para abrir las puertas y comenzar a recibir clientes. Sin agobio alguno: tenemos todo el tiempo del mundo para completar esta fase previa.
El reloj no empieza a correr hasta que tocamos la campanita, momento en el que la tienda queda oficialmente abierta. Tenemos tres tipos diferentes de clientes. El cliente de mesa llega, se sienta y pide un dulce concreto de nuestra carta; el cliente de mostrador se dirige directamente al mostrador a pedir lo que desea; el cliente de escaparate va a los expositores y se lleva lo que haya disponible, sin peticiones concretas. Los tres tienen algo en común, y es que si tardamos demasiado en atenderles, se enfadan y se van, con lo que hemos perdido un cliente. La particularidad está en que el cliente de mesa es más paciente que los otros y podemos permitirnos tardar más en servirle. Las ventajas de estar sentado, claro.
El cuarto cliente y los cuatro conjuros del mago pastelero
Existe un cuarto tipo de cliente, que se diferencia de los otros tres en dos cosas. La primera es que tiene orejas, morro y cola de mapache, algo más que sospechoso ya de por sí. La segunda es que, si le atendemos como a un cliente cualquiera, se largará corriendo y sin pagar. ¡Menudos ladrones cambiaformas! Te estarás preguntando cómo podemos evitar esto. Y aquí es donde entra uno de los aspectos particulares de Magical Bakery: la magia. Contamos con un conjuro que desenmascara a los cambiaformas y los expulsa de inmediato, evitando así la pérdida económica que supone el hurto meriendil.
Aparte de ese hechizo, contamos con otros tres. El más básico de todos, el primero que conseguimos, sirve para limpiar las mesas una vez nuestros clientes han terminado de comerse su dulce. Algo totalmente necesario, porque si no limpiamos, nadie vendrá a sentarse a esa mesa, con lo cual recibimos menos clientes. El segundo de ellos sirve para detectar qué tipo de problema aflige a esos clientes que entran por la puerta con nubarrones negros en la cabeza. Ponemos un pin aquí y volvemos más tarde. El último conjuro es un conjuro de emergencia que sólo puede utilizarse una vez al día, y sirve para atender de una tacada a todos los clientes que permanecen a la espera de su plato, independientemente de que lo tengamos listo o no. Una solución que salva los muebles cuando no damos abasto en un momento puntual.
Mejorando nuestro local para progresar
Tenemos dos mecanismos principales de progreso en Magical Bakery. El primero son los propios exámenes semanales, que nos van permitiendo acceder a niveles superiores de pastelería. Al principio, el catálogo de dulces que podemos elaborar es bastante limitado, pero aumenta considerablemente cada vez que superamos un examen. De la mano, cada vez que subimos de nivel, aparece en el observatorio de la tienda un nuevo espíritu elemental, el cual nos ayuda a obtener toppings mágicos que podemos añadir a nuestros dulces. Y volvemos al pin de antes: los distintos tipos de topping sirven para ofrecer a los clientes la magia que necesitan para arreglar sus problemas. No es obligatorio, ¡pero pagan mejor si lo hacemos!
La otra manera de progresar tiene lugar al final del día, justo después de cerrar la pastelería. Amber, la orco carpintera de la ciudad, nos ofrece diversas mejoras a cambio de dinero. Podemos reparar las mesas de la pastelería, añadir nuevos hornos o mesas de trabajo a la cocina, disponer más mostradores en el escaparate, mejorar los muebles del dormitorio para que Baba y su gato nos ofrezcan más ayuda cada día, pero también añadir mejoras de calidad de vida, como mejoras en el menú de cocinado, en la obtención de toppings o en el funcionamiento de los hornos. Todo ello, claro, sin olvidar que al día siguiente necesitamos dinero para comprar nuevos ingredientes. Aunque si nos quedamos sin ellos a mitad de jornada, podemos llamar por teléfono a Shendar… Con la desventaja de que nos cobra un extra por el transporte.
Cómo se cocina en Magical Bakery
Aún no hemos hablado de lo más importante: el trabajo en la cocina. Elaborar dulces es bastante intuitivo: escogemos ingredientes y el propio menú nos dice el resultado de mezclarlos. Elaboramos y listo, ya tenemos nuestra masa lista para entrar al horno. Al principio sólo podemos mezclar un par de ingredientes, pero las mejoras de Amber nos permiten ampliar hasta un total de seis, elaborando así platos más complejos y avanzados. Tenemos que vigilar el termómetro: si está en naranja, el plato está listo. Si llega a negro, se nos quema. Aunque en ese caso podemos dárselo a Bob, el simpático cubo de basura que siempre está deseoso de comerse los desperdicios. ¡Ah! Y hay postres que no necesitan pasar por el horno, quedan hechos en el momento en el que completamos la mezcla de ingredientes.
La huella de identidad española salta a la vista repetidas veces en Magical Bakery. Podemos elaborar platos tan comunes en cualquier parte del mundo como el pan, el flan o las fresas con nata, pero también varios que pertenecen sin duda alguna a nuestra gastronomía, como pueden ser los sobaos, los mantecados, las torrijas o la crema catalana. Ojo, que tampoco se hace ascos a recetas extranjeras como la baklava, e incluso a invenciones puramente mágicas como… Bueno, echa un vistazo a nuestro gameplay comentado y sé testigo de todas las posibilidades que te ofrece este título en su día a día.
Una propuesta cozy y agradable en cada milímetro
Lo mejor que se puede decir de Magical Bakery es que consigue encontrar el equilibrio entre una jugabilidad frenética y una sensación relajante. Durante la jornada de trabajo, no nos deja parar quietos en casi ningún momento, pero no llega a resultar estresante. Tiene un ritmo fluido y agradable, acompañado de la simpática banda sonora que acaba grabándose en nuestra cabeza y de un apartado artístico simpático y sin demasiadas pretensiones que, a pesar de su humildad, sabe brillar en los momentos clave. Es decir, en el diseño de los platos. Es imposible que no entre hambre mientras juegas. Y el doblaje, en un idioma inventado, le da el toque desenfadado que supone la guinda del pastel.
En el aspecto de la progresión, la curva de dificultad está trazada con bastante tino. El equilibrio económico entre ingresos por ventas y gastos por mejoras y por compra de ingredientes es el adecuado para no hacerte sentir con el agua al cuello en ningún momento. Si eres un jugador con experiencia en el género de la gestión de recursos, sin embargo, es posible que logres todas las mejoras bastante pronto y te quedes con unos cuantos días en los que no hay mucho desafío, salvo atender a la jornada… Pero ahí es donde entra la ya mencionada fluidez de la jugabilidad, que ayuda a que el ritmo no se nos altere demasiado. Además, tras completar la historia, lo cual lleva alrededor de 13-14 horas, podemos seguir jugando hasta el infinito, por el simple disfrute de atender día a día la pastelería.
Magical Bakery – Nintendo Switch. A nadie le amarga un dulce
Magical Bakery consigue un excelente equilibrio entre la estresante tarea del hostelero y la cálida y mágica sensación de juego que propone. Un juego que sabe cuándo dejarnos respirar y cuándo apretarnos las tuercas, con un sistema de progresión perfecto para avanzar con fluidez, y con un apartado artístico y sonoro que casa perfectamente con la ambientación y la propuesta. Dulces, magia, personajes carismáticos creados con mucho mimo y, lo más mágico de todo: la posibilidad real de heredar una empresa si logramos hacer las cosas bien. Un postre que no puede faltar en la mesa de ningún amante de la gestión de recursos, del indie español y de los juegos cozy.
Hemos analizado Magical Bakery gracias a un código digital proporcionado por SOEDESCO. Versión analizada: 1.0.4
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