A finales de mayo de 2023 se presentaba en sociedad NEVA. Un título, a cargo de los creadores del lienzo jugable llamado GRIS, que nos sumergía de lleno en una propuesta que volvía a poner en tela de juicios a aquellos que reniegan sistemáticamente del videojuego entendido como expresión artística. Ha pasado más de un año desde entonces y el título en cuestión ya ha llegado, como si de un fuerte vendaval de emociones y sentimiento se tratase, a la híbrida de los de Kioto.
Y su llegada ha venido de la mano de la conocida editora estadounidense Devolver Digital. Algo que, teniendo en consideración el talento para encontrar joyas de los texanos, solo puede augurar cosas buenas. No en vano, hablar de NEVA es hacerlo de una de las propuestas videojueguiles más esperadas del panorama independiente de este último tramo de 2024. ¿Estás barajando sumergirte en un mundo en decadencia, que poco a poco pierde su otrora resplandeciente belleza? En tal caso, afina tus sentidos y no te pierdas nuestro análisis para Nintendo Switch.
Videojuegos y arte
Han pasado ya cerca de 6 años desde que un servidor decidiera aprovechar el altavoz escrito otorgado por NextN para disertar con todos vosotros sobre la conexión, previa desafortunada disociación, entre videojuegos y arte. Asimilando dicha forma de entretenimiento como una extensión conceptual de la expresión artística misma. Y sí, dicha reflexión llegó de la mano de GRIS. Ópera prima del estudio barcelonés Nomada Studio y toda una suerte de mecanismo de hipnosis audiovisual. Un lienzo en el que se aunaban, con gran esmero, pinceladas de plataformeo, exploración, puzles y… mera contemplación. Entendiendo esta última como un mecanismo conductor en si mismo con el que entender, y atender, un hilo narrativo tan atractivo como hermoso era el envoltorio donde se nos presentaba.
Para ser sinceros, nunca he dudado sobre la capacidad inequívoca que tienen los videojuegos para servir como mecanismo de expresión de ideas y, en definitiva, de explosión creativa. Aunque es cierto que no siempre lo que nos encontramos al otro lado de la pantalla suele estar, artísticamente hablando, a la altura. Por fortuna, NEVA nos brinda una propuesta que difumina, de forma tan inteligente como emotiva y sensorial, la línea casi invisible que separa arte y juga-usa-bilidad. Pasen y… ¡sientan!
El poder arte de crear historias
NEVA nos lleva a controlar a Alba. Una joven cuyo destino acaba entrecruzándose, como si de una madeja de hilos enmarañados se tratase, con una suerte de cachorro de lobo llamado NEVA. Resulta curioso observar como el punto de inflexión de una aventura tan hermosa como la que aquí nos ocupa parte de un hecho traumático y de un enfrentamiento con, digámoslo así, fuerzas oscuras. ¿Historia prototípica? Es posible. No obstante, la virtud del juego radica en la forma en la que se nos narra la historia. Por no mencionar, el marco en el que acontece. Y es que, al igual que ocurría con GRIS, aquí no se utiliza la palabra o la voz como mecanismo conductor. Por el contrario, son las sensaciones y la reacción más sincera, natural y visceral ante lo que ocurre frente a nuestros ojos las que ejercen las veces de narrador improvisado.
Pero es que, y es algo sobre lo que hablaremos más adelante, la belleza aquí no radica solo en el apartado artístico. Observar la evolución de los protagonistas, su búsqueda constante de una identidad propia y, en definitiva, el compromiso, el amor y la capacidad de supervivencia de su relación es una verdadera gozada. Que nadie olvide que el concepto del juego surgió durante la paternidad del mismísimo Conrad Roset. Algo que, sumado al terremoto COVID, nos sirve en bandeja un cóctel tan hermoso como enigmático, incierto y explosivo.
Plataformas, exploración sensorial y acción
Si hubo algo que parte de la comunidad (un servidor NO incluido) echó en falta en GRIS fue los momentos de acción. En lo que respecta a NEVA, Roset y compañía han apostado por la misma fórmula creativa que tanto éxito les ha granjeado hasta ahora. No obstante, sí que es cierto que, más allá de reducirlo todo a un «más y mejor en toda regla», la acción aquí ha pasado a tener un papel si no crucial, al menos co-existencial con los instantes de plataformas, puzles o simple exploración. Dotando a nuestra protagonista de una mayor cantidad de prototípicos movimientos. Contando con doble salto, un dash y varios tipos de ataques con la espada. Eso sí, la incorporación de mecánicas de acción ha hecho que se pierda algo de frescura y originalidad con respecto a GRIS.
Las secciones plataformeras, sin suponer un gran desafío, han ganado en complejidad. Quedando hilvanadas de una forma bastante inteligente, dinámica y orgánica. Activar mecanismos, abrirnos paso eliminando amenazas que impiden el progreso o los momentos de mayor frenetismo en los que escapar a toda velocidad de peligrosas amenazas. La variedad de situaciones a nuestra disposición resulta de agradecer. También contamos con una serie de coleccionables «escondidos» en cada nivel, que desbloquean cierto secreto. Aportando algo de rejugabilidad a una propuesta que, eso sí, apuesta más por la calidad que por la cantidad.
Algo similar ocurre con los momentos más movidos de la aventura. Contando con un buen surtido de enemigos. Algunos son de sencilla ejecución, pero otros, debido a sus patrones de combate y movimiento, requieren un pequeño estudio previo para poder derrotarlos. Y es que aquí sí hemos muerto en alguna que otra ocasión. Por fortuna, disponemos de un modo de dificultad que suprime la posibilidad de morir y diversos puntos en los que reponer la barra de energía. Energía que también va completánsose conforme asestamos golpes con nuestra espada. Sí, pese a incrementar el grado de desafío, la propuesta que aquí nos ocupa sigue siendo amigable con el jugador. Y es que, como sostenía el maestro Machado: «… Caminante, no hay camino, se hace camino al andar.»
El poder del amor y la amistad
Sí hay un gran poder que destaque en NEVA ese es el del amor y la amistad. No en vano, la aventura va progresando conforme la relación entre Alba y el lobo avanza de forma paralela. Y, siguiendo una serie de capítulos que coinciden con los periodos estacionales, evoluciona desde momentos más tiernos, y maternales, hasta otros propios de etapas más maduras de la vida. Algo que también afecta a la mecánica de juego. Al principio nos toca ir abriendo paso para que el pequeño lobezno pueda avanzar. Más adelante, conforme dicho animal crece, el trabajo es mutuo. Pudiendo incluso servirnos, con tan solo pulsar un botón, de las habilidades del lobo blanco para proseguir nuestro periplo. Algo que añade un enfoque más estratégico.
Y todo este lienzo jugable se desarrolla sin una línea de texto o de voz. Bueno, casi ninguna. No en vano, contamos con una acción, asignada a un botón concreto, con la que nuestra protagonista pronuncia el nombre del lobo. Algo que sirve tanto para llamar su atención, y requerir su presencia, como para tranquilizarlo en los momentos de mayor tensión y peligro. La verdad es que ver cómo se conjugan los momentos de exploración, y deleite, los instantes de plataformas//puzles y las secciones de acción mientras los personajes evolucionan es una verdadera delicia.
Arte en movimiento
Alcanzamos el clímax de NEVA con uno de sus pilares más destacados: el apartado artístico. Al principio de este texto os contábamos como el titulo que aquí nos ocupa nos presenta una lucha emocional protagonizada por la fuerza interior, la luz y la oscuridad que radica en cada uno de nosotros. Y la grandeza de dicho concepto es, precisamente, la capacidad, tan orgánica y sensorial, que tiene el juego de transmitirlo a través de su apartado gráfico y sonoro. Un evocador lienzo en 2D dibujado a mano, que dota a cada nivel de su propia paleta característica de colores. Reflejando con sumo cariño y dedicación cada detalle, animación o imagen presente en pantalla.
Por otro lado, pese a contar con millones de singularidades propias, la inspiración en Studio Ghibli y en el maestro Miyazaki es clara y evidente. Y ello es una verdadera delicia. En términos técnicos, hemos notado algún pequeño tirón, pero en líneas generales el juego va de lujo. Eso sí, os recomendamos disfrutar la experiencia en modo portátil y con los auriculares puestos. No os va llevar más de 5 o 6 horas completarlo (el doble que GRIS), pero la experiencia merece cada segundo de juego ¡Una verdadera gozada!
En lo que respecta al sonido, el grupo indie de folk y chamber pop Berlinist ha vuelto a realizar un trabajo realmente soberbio. En esta ocasión, a diferencia de lo que ocurría en GRIS, nuestro personaje si puede morir. Algo que ha dotado al título de un mayor dramatismo. Sobre todo en los instantes más tensos, en las persecuciones y en los enfrentamientos contra los jefes. No obstante, fruto de la organicidad y el dinamismo anteriormente comentado, también ocurre algo parecido con el resto de facetas del juego. Los cambios de intensidad o volumen o los instantes de sosegada paz y tranquilidad son otra herramienta de uso habitual durante la aventura. Cada nota musical cumple aquí su función. Ya sea acompañarnos mientras observamos un hermoso paisaje o facilitarnos la resolución de un puzle concreto y específico.
NEVA – Mucho más que un videojuego
A estas alturas del texto debe haber quedado meridianamente claro, y ese es uno de los objetivos primordiales de un servidor, que NEVA es mucho más que un videojuego. Una emotiva, y emocional, historia sobre la pérdida, pero también sobre la evolución, la esperanza, nuestra constante lucha interior y, en definitiva, sobre crecer y madurar. Una historia que se cuenta sola gracias a un delicioso, y sensorial, apartado artístico en 2D y a un orgánico lienzo videojueguil repleto de plataformas e intuitivos puzles.
Todo ello aderezado con una interfaz de usuario reducida a la mínima expresión para facilitar la experiencia al jugador sin interferencias innecesarias. La incorporación de secciones repletas de acción, los jefes con patrones propios de combate y la posibilidad de morir si nuestra barra de vida se agota ponen la guinda a este delicioso pastel. Puede que no nos encontremos ante el título más exigente y desafiante, pero si ante el más trascendental, alegórico e introspectivo.
Una búsqueda que, en definitiva, está diseñada para animar constantemente al jugador a descubrir cada rincón de tan hermoso mundo de una forma sosegada pero incesante. Y es que es, precisamente, la búsqueda de una identidad propia tras un suceso traumático lo que hace que esta aventura logre trascender, con aún más fuerza si cabe, el ámbito jugable. Por si fuera poco, la maternidad ejerce aquí las veces de eje estructural a partir del cual ramificarlo todo. ¿El motivo? La paternidad del propio Conrad Roset durante el proceso creativo. ¿La oscuridad? Si os digo que el título que aquí nos ocupa se ideó en pleno clímax COVID la cosa cuadra, ¿verdad? En definitiva, una verdadera obra de arte jugable, que a poco que te guste las plataformas, la acción menos exigente y la belleza debes adquirir a la voz de ya. Mucho más que un juego, toda una experiencia vital.
Hemos analizado NEVA gracias a un código digital cedido por Devolver. Versión analizada: 1.0.2
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