Antes de hablaros de BAKERU, me gustaría poneros un poquito en (mi) situación. En la época de NES y SNES, muchas veces tenías que guiarte por las portadas de los videojuegos. Creo recordar que no leí (y eso que devoraba de principio a fin 2 – 3 revistas de videojuegos al mes) sobre The Legend of Mystical Ninja (Ganbare Goemon en Japón) cuando por fin me decidí a alquilar en un videoclub ese juego de Super Nintendo de portada estrafalaria…
Bueno, si hubiera tenido la portada japonesa seguro que lo habría pillado antes. Nada más encender mi consola, ¡se produjo el amor a primera vista! Desde aquel entonces, solo he podido jugar a 4 o 5 entregas más de la gran cantidad de títulos que Konami lanzó a lo largo de una diversidad de consolas Nintendo y Sony, desde los tiempos de la NES y la Game Boy, pues muchos de ellos injustamente se quedaron en Japón.
A Konami la podríamos odiar algunos por la forma en la que han caído en el olvido algunas de nuestras series más queridas. Y sí, podríamos enlazar con Castlevania, del que últimamente sacan tajada con recopilatorios, pero la cosa hoy va de Goemon, uno de los personajes de videojuegos más queridos en su tierra natal, y del que pronto harán 20 años que no se saca una nueva entrega en consolas. Y no, no es que el mítico y añorado Goemon esté de regreso, sino que a nuestras manos ha llegado BAKERU, lo que se podría decir un «sucesor espiritual en toda regla».
Goemon, ¿eres tú? Pues NO, ¿y?
Si quisiéramos hacer un Goemon, los ingredientes a incluir son fáciles de repasar de memoria. Lo primero de todo, tiene que ser algo muy japonés, ¡tremendamente nipón! Con escenarios, comida, enemigos sacados de su folclore, yokais, darumas, máscaras, melodías y sonidos… todo un desfile de detalles que transporten al jugador al País del Sol Naciente. Pero solo con eso no conseguirías el resultado buscado, te faltaría algo muy importante: ¡humor absurdo a raudales! ¿Y ya estaría? Pues no. Para hacer un título de esta serie propiamente dicho, te haría falta incluir al intrépido Goemon, al bufón tontorrón de Ebisumaru (amo a este personaje), al ninja mecánico Sasuke y a la kunoichi Yae, experta en el arte de la katana. Sin sus personajes principales, que desprendían una tremenda carisma propia, mucho me temo que nunca podríamos conseguir el mismo resultado.
https://youtu.be/7g3-lsMOpWk
¿Quién anda detrás de BAKERU?
Como fan, sé que es difícil dejar atrás a un personaje tan querido, del que sus creadores (o más bien los dueños de la franquicia) parece que no quieran saber nada. Y dicho esto, y tras haber completado el enfrentamiento final de BAKERU, solo puedo estar agradecido a la gente de Good-Feel por el esfuerzo de haber creado este videojuego. Entre sus filas seguro que hay fans que han crecido con Goemon, pero que sepas también que también encuentras personal que participó en una diversidad de títulos de la serie.
Al pasearte por los créditos finales, el primer nombre que te encuentras es el de Tadanori Tsukawaki, director del juego, que trabajó en un trío de entregas del místico ninja. Pero también encuentras a muchos otros integrantes del staff, como Keita Kawaminami, Tomoya Tomita, Shigeharu Umezaki, Koichi Yagi… En pocas palabras. Lo de sucesor espiritual no es «porque sí», sino porque esta gente puede decirlo.
Toda esta gente en la actualidad forma parte del equipo de Good-Feel, estudio estrechamente asociado con Nintendo, pues la compañía ha confiado en ellos para crear títulos basados en sus franquicias como Princess Peach: Showtime!, Yoshi’s Crafted World o Kirby’s Extra Epic Yarn, y entre algunos de los nombres que encontrarás en los créditos finales verás gente que ha trabajado en estos videojuegos.
Goemon por aquí, Goemon por allá… Hablemos de Bakeru
Bakeru es Bakeru, y Goemon, Goemon. Es algo que me gustaría dejar claro. Esta es la primera entrega de un videojuego que amaría que se convirtiera en serie, con la suficiente personalidad propia como para que en unos años dejemos de llamarlo «el Goemon de Good-Feel», o el sucesor espiritual de nadie. Desde que comenzamos nuestra aventura, demuestra que tiene la suficiente consistencia como para hacerse un huequito en nuestros corazones y detener las comparativas en ese mismo instante.
Divertido a la par de agradable y sencillo
El desarrollo de BAKERU es bastante simple, lineal y sin complicaciones. El pretexto para que nuestro mapache humanizado se lance a la aventura, es detener la invasión de las tropas festivaleras de «Oracle Saitaro», el villano de esta historia, y quién supuestamente está lavando el cerebro de héroes legendarios, así como de la población de Japón para hacer que sus vidas sean una fiesta constante.
Nos enteramos de todo gracias a Sun, un pequeño miembro del clan Issun (ahí todos son pequeñitos). Tras salvarlo, nos entregará una «licencia Henge» que nos permitirá conseguir sus poderes haciendo uso de la energía Bakeru… y sí, curioso que se llame igual que el prota, y que no le extrañe a nadie. Conociendo el significado de la palabra «bakeru» en sí todo tiene sentido, pues significa «transformación». Es decir, el proceso en el que los tanoki (mapache en japonés) se transforman en otra cosa, a eso se le llama «bakeru». Por supuesto, todo eso en base a la mitología japonesa, ¡que no es que mapaches ni zorros puedan transformarse en realidad!
El poder que nos entrega Sun es el de hacernos pequeñitos, pudiendo colarnos por espacios diminutos y poder incluso flotar en el aire. A partir de ahí intuimos que tendremos más poderes a nuestro alcance, y así es, pues nos toca encontrarnos con otros tres legendarios héroes del folclore japonés, que también nos entregarán sus licencias Henge que nos permitirán replicar algunas de sus habilidades. El símil con esto podría recordar un poco a Megaman, cuando derrotábamos a un enemigo final y nos hacíamos con parte de sus poderes.
Mi primera crítica hacia BAKERU sería que no es que no hace un buen uso de estas habilidades. Por ejemplo, la de miniaturización del clan Issun es utilizada en contadísimas ocasiones a lo largo de nuestro viaje por las 47 prefecturas de Japón. Del resto de habilidades, no os voy a dar detalles, pero sí que me he obligado a no utilizar ni una sola vez una de ellas, para ver si suponía algún cambio (y no lo supuso), y las otras dos simplemente están «rotísimas», permitiéndote destrozar a los enemigos con demasiada facilidad. Bien cierto es que tienes que controlar la energía Bakeru, pero recargarte con ella no es nada complicado, pues los enemigos la «sueltan» al morir, y los escenarios están repletos de ella, o incluso podemos comprar.
Bakeru, uno de los personajes más poderosos del mundo de los videojuegos
Y es que es así. Nuestro protagonista, de por sí, es muy, pero que muy fuerte. Hay que decir que, de cara al lanzamiento occidental que se está produciendo ahora, el juego ha recibido algunas optimizaciones, para hacerlo más rápido y dinámico, añadiendo por el camino un par de demoledoras habilidades que sirven para destrozar a nuestros enemigos. Incluso sin elimináramos esas habilidades, o los poderes de las licencias Henge, la transformación humana de este mapache es tremendamente poderosa.
Y aquí me gustaría hablar de los ataques básicos de Bakeru, pero antes hay que explicar que al inicio de la aventura le hacen entrega de un tambor Taiko con sus respectivos bachis, que son los «barillas» con las que se toca este tradicional instrumento japonés. A la hora de atacar, (con el esquema por defecto de controles) podemos hacer uso del botón L para golpear con el bachi sujeto en la mano izquierda, el R para atacar con el derecho, y al pulsar ambos atacamos con ambos bachis a la vez. Realizar combos se hace muy dinámico y divertido, además, el personaje suele autoorientarse hacia el siguiente rival, haciendo que los destrocemos uno detrás de otro.
Lo que añade salsa a los constantes combates, es la variedad de enemigos y sus patrones de ataque. Puedes encontrarte con huesos algo duros de roer, si no haces uso de cierta licencia Henge. Los jugadores en busca de reto podrían autoimponerse no hacer uso de estas licencias… pero la verdad es que son tremendamente satisfactorias de usar.
Plataformas tan asequibles, como los combates
No quiero que se me malinterprete: es bueno que existan juegos asequibles en dificultad. No siempre te apetece jugar a un título desafiante, y hay que decir que el paseo que puede suponer completar un nivel de BAKERU es de los más agradables, divertidos y complacientes que he disfrutado. No es un juego de retos complicados ni desafíos, sino un muy recomendable viaje divertido, repleto de alegría y diversión.
De hecho, si bien superar un nivel no es complicado, su duración es más que considerable. Encontramos una diversidad de tipos de estructura de nivel, siendo la más extendida la tipo «escenario vallado» repleto de enemigos, con farolillos mágicos que romper (tres de ellos, pero han puesto adicionales para que podemos completarlos si nos dejamos uno por el camino) para poder superar el nivel. ¡Pero no es lo único!
Rejugar los niveles puede ser opción, solo por disfrutarlos otra vez, pero más que por su jugabilidad (que suele ser la misma en todo nivel, por lo que no invita a jugarlo de nuevo) lo hacemos porque son bien bonitos o para ir en busca de los coleccionables que nos hayamos dejado por el camino.
¡Coleccionables a mí!
Una de las cuestiones que más subestimé de BAKERU, y lo que me ha hecho jugarlo por más de 20 horas, ha sido su capacidad para empujarme a inspeccionar cada rincón de los escenarios, pues la cosa tiene premio. Por un lado, tenemos tres souvenirs de los que no os voy a detallar mucho, pero que luego os gustará tenerlos todos. Suele ser un pequeño reto conseguirlos todos, algunos de ellos siendo un pequeño gozo personal.
Lo mismo podríamos decir de Scoop, un personajillo con una abultada chaqueta cuyos pliegues hacen que nos pensemos que es una mie… bueno, eso. Este tío no es que esté en apuros, te lo encuentras por los más de 60 niveles aquí y allá tan tranquilo, disfrutando de las vistas y la experiencia, pero absolutamente siempre con algo que contarte. Y es que nuestro pequeño amigo nos obsequiará con hasta 5 curiosidades de lo más variadas. Muchas son sobre Japón, con detalles incluso de líneas de tren, alimentos… pero también toca temas más internacionales. No os miento si os digo que con Bakeru he aprendido cosas que desconocía, y que buscar a Scoop solo por ver que tenía que contarme ha sido una de las cosas más divertidas del juego.
Sumado a esto, hay otra cuestión a buscar de la que no os hablaré porque creo que será muy divertido que lo descubráis por vosotros mismos. Los souvenirs, así como las notas de Scoop, son una parte importante del juego, así como «ESO» otro… pero no termina ahí la cosa. Tan solo avanzad en juego… pues mejora a medida que vas descubriendo nuevos lugares de Japón.
Oh, vil metal…
Ocurre que en juegos de este tipo el dinero tiene peligro de convertirse en algo muy anecdótico. Por cuestiones del avance del propio BAKERU, no voy a detallar mucho sobre esto, pero sí diré que me ha tenido buscando dinero hasta el final de la aventura. En parte, para comprar gatitos de la suerte u otros accesorios del catálogo de la buena de Uriko, que podría ser una sobrina perdida de Tom Nook (los mapaches de BAKERU se parecen tremendamente a los de Animal Crossing).
Algo que sí puede llegar a ser frustrante es perder 100 monedas cada vez que morimos. Si bien en algunos niveles perder la vida puede ser incluso bueno, pues los enemigos, cajas y todo se reinician y podemos volver a amasar mucho más dinero, hay ocasiones en las que injustamente podemos perder la vida, viendo como nuestro capital desciende de forma frustrante.
Bonito como él solo en todos sus apartados
BAKERU es un festival para los sentidos. ¿Sabéis qué? Nada más iniciar el juego, no bastaron más que unos pocos segundos para quedar prendado de su banda sonora. ¡Me encanta! Está repleta de temas muy nipones, y otras cancioncillas que casan perfectamente con el desarrollo de los niveles. Gráficamente también es muy, pero que muy agradable. La salsa sin lugar a dudas la ofrecen unos enemigos tremendamente divertidos con animaciones hilarantes, repartidos por escenarios que no se les quedan atrás.
Técnicamente es muy sólido. Aunque también es un videojuego disponible para Steam, no tengo dudas de que se desarrolló con Nintendo Switch en mente. Es cierto que puedes encontrar alguna ralentización en momentos muy concretos, y que es algo frustrante no tener el control completo de su cámara (que en algunos puntos es fija), algo que seguro que se ha bloqueado por el bien del funcionamiento de esta versión. Y cuando digo frustrante, no me refiero a que pueda entorpecer la jugabilidad, sino que te da «rabia» no poder ojear a tu gusto escenarios tan bonitos.
El juego que alquilarías en un videoclub de los 90 tres o cuatro veces
Como fan de Goemon, he de decir que estoy contentísimo con BAKERU. No porque suponga ningún regreso de algún tipo, sino porque he podido comprobar que todavía pueden existir alternativas que me puedan hacer sentir casi lo mismo… sin ser lo mismo. Es muy divertido y alegre, tremendamente fácil de jugar, y agradable además. Más que criticar lo fácil que pueda ser completar este videojuego, o incluso su sencilla jugabilidad, siento que hay que alabar la experiencia por lo positiva y complaciente que es. Su enfrentamiento final, también es de los más sencillos a los que me he enfrentado, pero muy acorde con el resto de la aventura.
Si regresara a los 90, me imagino alquilando varios fines de semana para jugar despreocupado. Las dos primeras veces sería para completarlo, y el resto, por echar de menos lo divertido que es de jugar, aunque en ocasiones pueda convertirse en algo repetitivo… Al final, me habría gustado tanto, que habría hecho lo posible para comprarlo y tenerlo en mi colección. BAKERU no es perfecto, pero sí bastante sólido, de esos juegos que se merece triunfar para que se convierta en serie. ¡Voy a estar muy pendiente de su futuro!
Hemos analizado la versión 1.0.0 de BAKERU para Nintendo Switch gracias a una código de descarga proporcionado por Spike Chunsoft.
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