La venganza es una pulsión habitualmente denostada por ser fruto de la ira. Sin embargo es un sentimiento humano, parte de nuestra cotidianeidad e inevitable desde el punto de vista moral, pues en esa humanidad que nos hace ser como somos tendemos al punitivismo como forma de corrección de las faltas y materialización de lo que es justo. Se plantea así un debate: ¿es lo mismo venganza que justicia? Gunbrella pretende contestar esta pregunta con una disertación salvaje.
No es la primera vez que Doinksoft se adentra en el género metroidvania. Anteriormente habían firmado con notable éxito Gato Roboto, una aventura original e imaginativa cuya estética deliciosamente retro maravilló a los nostálgicos de GameBoy. Su propuesta resultó atípica, pues el mercado actual está muy enfocado en el desarrollo de juegos relativamente largos y lo más abiertos posible. Doinksoft fue a contracorriente con un juego corto y un mundo acotado que, no obstante, invitaba a la exploración y la repetición. Se trataba, de hecho, de una fantasía para speedrunners. Con Gunbrella siguen el mismo camino, pero esta vez, además de color, han añadido a la jugabilidad una gran dosis de madurez y crudeza.
Su regreso a las tiendas online cuenta con el respaldo de Devolver Digital, quienes se hicieron con el estudio el pasado mes de abril. La compañía tejana ha sabido hacerse un hueco en la industria y ha asociado su nombre a la calidad, sobre todo en lo que se refiere a desarrollos independientes, así que Gunbrella parecía una apuesta segura. ¿Lo es? Vamos a ponernos serios: la venganza es un plato que se sirve frío.
La venganza en tu corazón, la muerte en tu mano
Los pilares sobre los que pretende construirse Gunbrella quedan fijados desde el principio de la aventura. Nos ponemos en la piel de Murray, un amante padre de familia que ha salido al bosque a recoger setas. Al volver a casa dispuesto a culminar con sus boletus el guiso que estaba cocinando su esposa, se encuentra con que ésta ha sido brutalmente asesinada y alguien se ha llevado a su hija. La única pista para dar con el autor del crimen es el arma que ha dejado tras él: un gunbrella. Comienza así una narrativa en la que la venganza será la pieza central y a la que el protagonista se entregará sin remordimientos.
El título corría el riesgo de diluirse en un océano de lanzamientos similares. Su ambientación y su propuesta no son originales y no sería difícil dar con exponentes igualmente disfrutables si no fuera porque el desarrollo de sus conflictos es brillante. Gunbrella se da al frenesí del gore y la violencia tal y cómo un padre se entregaría a la búsqueda de su hija. Plantea dilemas morales de un calado muy hondo, pero no deja que sea el jugador quien los resuelva, sino que nos presenta una hoja de ruta marcada cuyas consecuencias son el auténtico revulsivo. Las decisiones que hemos de tomar son variadas y tienen una importancia capital en este juego, pero en lo que se refiere a matar o dejar vivir, Gunbrella no da opción: matarás, porque es la forma más rápida de llegar hasta tu hija. En este sentido me ha resultado mucho más creíble que títulos de mayor presupuesto como The Last of Us Parte 2, cuya historia, salvando las distancias, gira sobre el mismo concepto pero toma muchos más desvíos.
¿Buscas justicia o buscas venganza?
El universo en el que se desarrolla Gunbrella no es extenso, pero está vivo como pocas veces he visto en un título independiente, que además está diseñado en 2D y se basa en el desplazamiento lateral. La clave está en un backtracking sobresaliente y en hacer que cada lugar que visitamos cambie conforme avanza la historia. La ciudad de Orwell, uno de los primeros lugares que visitamos, es radicalmente distinta cuando acabamos el juego. Esta sensación se ve reforzada además por los personajes. También son pocos y no será difícil conocerlos a todos, pero están escritos con una ironía fina y llegan con una traducción al castellano llena de españolismos delirantes.
A la historia principal, que puede resolverse fácilmente en 7 u 8 horas, se añaden las peticiones de los personajes que encontramos, cuya resolución normalmente termina con mejoras para Murray. Pero independientemente de lo que ofrezcan, querremos jugarlas por su profundidad. Las misiones secundarias se articulan en torno a la narrativa original hasta el punto de que no parecen secundarias, sino parte de nuestro cometido. Esto hace del worldbuilding algo rico y digno de destacar. Además, como ya hemos señalado antes, las decisiones tendrán un papel fundamental en Gunbrella. Lo que hagamos en las secundarias influye directamente en la historia, permitiéndonos interactuar o no con ciertos personajes y, por tanto, marcando el camino y las opciones de las que dispondremos más adelante. Esto tiene mucho valor de cara a la rejugabilidad, pues el carisma de cada personaje nos hará querer saber qué podría haber sido de ellos.
Mary Poppins con una metralleta
El elemento definitorio que termina de dotar de carácter al título no es otro que lo que le da nombre: el gunbrella. Mitad pistola, mitad paraguas, es probablemente una de las armas más versátiles que hayamos visto últimamente en el mundillo. Ella sola carga con toda la jugabilidad. Al principio parece que no es nada más que una escopeta con escudo incorporado. Puede dar la sensación de que el control es tosco o incluso forzado, pero nada más lejos. No hace falta más que esperar unos minutos para darnos cuenta de que hay mucho más plataformeo del que podríamos haber esperado, y que el gunbrella será determinante para movernos con libertad. De hecho, en cuanto nos familiarizamos con esta mecánica, se convierte en lo más divertido del juego. Nos permite saltar grandes distancias, impulsarnos, protegernos, contraatacar y, evidentemente, disparar con un repertorio de munición que crece según avanzamos.
Lamentablemente, no parece haberse hecho mucho hincapié en la utilización de tan vasto arsenal. Es más que probable que terminemos usando las mismas balas con las que empezamos. Una pena, pues de haberle dado más importancia la exploración y los combates habrían sido mucho más interesantes y peliagudos. La dificultad de Gunbrella bebe más de nuestra relación con el entorno y la forma en la que utilizamos el arma para sortear los obstáculos que de enemigos con patrones complejos o meramente inteligentes. En este sentido, el título es bastante lineal, sin dejar de ofrecer cierto nivel de desafío. Los jugadores que huyan de los títulos tipo souls y de la dificultad artificial se llevarán bien con Gunbrella.
Mata el alma y la envenena
Para ser justos, lo cierto es que los primeros compases de Gunbrella son difíciles de digerir. Su estética neo-punk / postapocalíptica, sumada a un filtro granulado que intenta imitar de manera burda los clásicos del cine noir da la sensación de que nos encontramos ante un producto comercial carente de alma. Pero, ay, cómo compensa no dejarse llevar por las apariencias. Su diseño de arte pixelado es solvente, resulta atractivo, y se mantiene estable tanto en modo portátil como en modo TV. No ha ofrecido bugs, ralentizaciones ni ningún otro incidente reseñable. Eso sí, acaba haciéndose repetitivo y un poco pesado.
Esto se nota especialmente en lo que concierne a los jefes finales. Aunque, sin entrar en muchos detalles, su diseño tiene que ver con la trama, es cierto que había espacio para la imaginación. Da la sensación de que estos monstruos, gigantes y desafiantes por otra parte, se diseñaron con pereza uno detrás de otro, y que se limitaron a añadir detalles a un mismo concepto. Con sus mecánicas y patrones de acción ocurre igual. Puede que muramos un par de veces, pero a la tercera ya habremos aprendido a abordarlos y no será ni difícil ni estimulante acabar con ellos.
Con la música pasa algo parecido, aunque es cierto que se construye a medida que avanza la historia y acaba encontrándose a sí misma. Y, a pesar de ser poco relevante en los compases iniciales, sí que cumple su función. La historia comienza con Murray lleno de ira, pero sobre todo abatido y desorientado. Está triste y no sabe qué ha pasado. Con el jugador pasa algo parecido, pues flota en el ambiente la pregunta de qué es lo que le ha ocurrido al mundo y qué papel juegan en él nuestra mujer y nuestra hija. En ese aspecto, la música acompaña nuestra soledad e invita al recogimiento. Sin embargo, conforme la trama se desalinda, se desata la violencia y empiezan a llover las balas, la música se torna más cañera y memorable. Es un desarrollo desigual, pero en todo momento somos conscientes de ella.
Gunbrella – Antes de buscar venganza, cava dos tumbas
Gunbrella tiene el enorme mérito de construir un título sólido a partir de una premisa rayana en el cliché. La jugabilidad y la narrativa cargan con el peso del juego, y aunque el resto de apartados están deslucidos esto no supone un impedimento para disfrutarlo. Más al contrario, inciden en la brillantez de estos dos pilares. Movernos gunbrella en mano es divertido y fluido, y la historia, quizá el principal punto fuerte, encierra una profundidad que pocos juegos son capaces de desarrollar con tal madurez sin que la ironía que usan para hacerlo resulte barata o escatológica. Su reflexión acerca de la génesis moral de la venganza y sus consecuencias es, además, comprometida, y contribuye a la consideración de los videojuegos como una herramienta de debate. Gunbrella es, sin duda, una prueba de que los videojuegos también son arte.
Hemos analizado Gunbrella gracias a un código digital cedido por Devolver Digital. Versión analizada: 1.0.4
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