Final Fantasy VII, VIII, IX, X, XIV, Crisis Core, Chocobos Dungeon, Record Keeper, Type-0, Dissidia, Crystal Chronicles, Tactics, Stranger of Paradise… así de primeras parecen muchos, y no es mentira, pero la realidad es que no son ni la mitad de los títulos que toca el protagonista de este texto. Nos guste o no, si son aprovechados, treinta y cinco años pueden dar bastante de sí. Prueba de ello es que este buque insignia de Square Enix nos ha regalado multitud de experiencias que recordamos con cariño y como es natural, esas vivencias que han calado tanto en la industria vinieron acompañadas de melodías memorables. Pues bien, a lo largo de este escrito vamos a analizar Theatrhythm Final Bar Line, un videojuego musical que recoge los resultados de esas décadas de partituras para el deleite de los fans.
Siendo esta la cuarta entrega de la saga y habiendo tenido sus predecesores una recepción positiva, las expectativas de los amantes del género están por las nubes. ¿Esta obra logra estar a la altura o Masanobu Suzui y compañía fracasaron en el intento? ¡Enseguida te lo contamos en nuestra reseña!
Cuando una propuesta musical va más allá
En primera instancia, la jugabilidad de esta entrega no parece nada fuera de lo común, mas como si fuera una cebolla, hay capas en las que profundizar. La primera de ellas no tiene misterio alguno y se trata de ir presionando los botones o moviendo las palancas con precisión al son de la música para obtener así mejores puntuaciones. Asimismo, hay una serie de «líneas» verdes, que dependiendo del nivel hacen que el jugador deba mantener pulsado el botón o seguir la trayectoria de la «línea» con la ayuda de las palancas (esto es exclusivo de los «FMS»). Por cierto, a la hora de pulsar botones, es posible emplear casi cualquiera, lo que permite que por ejemplo podamos presionar la «A», la «L» y el «ZR» de manera consecutiva para facilitar hacerle frente a notas que vengan muy pegadas entre sí.
Antes mencionamos a los «FMS», pero no los explicamos y existen tres tipos de niveles. En las canciones «BMS», tu equipo espera a que vengan las oleadas de enemigos y se limita a responder a sus ataques y contratacar. En los «FMS», los «carriles» de los «BMS» pierden presencia y tus aliados son los que viajan hasta a los enemigos, por lo que la velocidad de tus guerreros es clave para llegar hasta los jefes de la fase y completar misiones. Por último están los «EMS». Jugablemente, son idénticos a los «BMS», pero se diferencian en dos cosas: la orientación con las que caen las notas es de arriba a abajo y en vez de salir tu equipo peleando, ponen vídeos que reviven momentos de diversos videojuegos y que todo sea dicho, distraen más. Aunque pierde gracia, si lo que sale te distrae más de la cuenta, ten presente que puedes oscurecer el fondo e incluso dejarlo completamente negro. Además de esa opción, dejaron un regalito para los amantes de los retos. Hay una especie de «cortina extensible» que pone a prueba tu velocidad de reacción tapando parte de las notas que están por venir.
Lo que leíste en el párrafo anterior acerca de la velocidad no es un error. Como si de un RPG se tratase, tus guerreros sufren e infringen problemas de estado, poseen estadísticas, niveles, invocaciones, una barra de salud que atender y hasta habilidades que pueden ser exclusivas o comunes de sus roles. Ni que decir tiene que hay ataques con tipos específicos de daño y que los enemigos pueden ser débiles o resistentes a estos. Es decir, estás ante un juego musical en el que más de una vez vas a necesitar montar estrategias específicas y en el que la precisión al pulsar notas se traduce en hacer un daño mayor. ¿Cómo funcionan las habilidades en Theatrhythm Final Bar Line? Para aprenderlas existen dos métodos: hacer que el personaje suba de nivel ganando experiencia o gastar una serie de pergaminos que se obtienen mediante las recompensas que da acumular «Rhytmia» (los puntos que te otorgan al terminar partidas). En cuanto a cómo usarlas, cada personaje puede equiparse hasta tres de ellas, se activan automáticamente y el método de activación depende de la habilidad. Lo normal es que sea por acertar un determinado número de notas, por un combo largo o por el uso previo de varias habilidades. Verbigracia, el «Omnilátigo v.5» de Cloud entra en acción cuando el grupo emplea 22 habilidades antes. Luego están las que dependen del momento: algunas salen a pista en ciertas partes de la canción, mientras que otras entran en escena si un jefe llega al lugar o la barra de salud baja lo suficiente. Nota: tu equipo no sufre salvo que recibas un ataque venenoso o rompas tu cadena.
Siguiendo con el hilo del «sistema de combate», las invocaciones también son automáticas y que salgan o no depende de que el jugador consiga llenar un medidor con sus aciertos. Sobra decir que hay invocaciones más exigentes que otras, que solo se puede llevar una equipada y que son importantes a la hora de montar estrategias. ¿Por qué? Porque causan daños pronunciados a las filas enemigas y por si fuera poco, causan efectos en el grupo como aumentar la experiencia que se recibe o el poder de las habilidades físicas o las mágicas. Si te interesa poder invocar a Odín, Shiva y compañía, recuerda que para obtenerlos necesitas acumular «Rhytmia», suerte con lo que te «dropean» enemigos o intercambiar piedras con jugadores. Ahora falta hablar de los objetos. Además de los pergaminos, introdujeron unos brebajes que aumentan las estadísticas de un personaje tras su consumición. Desconocemos si existe algún límite en cuanto al número que un individuo puede usar, pues no dimos con él. Fuera de estos, hay seis objetos más que deben ser habilitados antes de entrar en una canción y se centran en curar al grupo si está en apuros, en aumentar la experiencia o en duplicar el número de «CollectaCards» que se van a recibir.
A continuación toca entrar en los tres estilos de juego que ofrece Theatrhythm Final Bar Line. Del estilo estándar no hay gran cosa que contar, dado que ya explicamos cómo funciona. Dejando a un lado el online, esta obra permite que dos personas jueguen de manera local en la misma consola. El cómo es sencillo, dividiendo los «carriles». En los «BMS», el jugador 1 se encarga de los superiores y el segundo de los inferiores, mientras que en los «EMS» el primero toma los dos del lado izquierdo y el otro lo demás. Para el juego en pareja, en los «FMS» optaron por fragmentar el trabajo en dos carriles y la distribución de estos es la que imaginas. Por último tenemos un estilo que nos encanta que añadieran, el estilo simple. Parece mentira, pero aun a día de hoy la mayoría de las desarrolladoras dejan de lado a las personas a las que les falta una mano o tienen problemas motrices y esta opción es perfecta para ellas, pues se puede jugar con solo un botón. Hemos catado esta posibilidad en las cuatro dificultades disponibles y lo que hace básicamente es eliminar del mapa el papel de las palancas (incluso en las barras verdes) y que cuando toca pulsar varios botones, te cuentan como si pulsaras los dos con solo uno. Como es natural, esto facilita bastante la experiencia, pero os aseguramos que aun así las dificultades «Definitiva» y «Suprema» pueden ser desafiantes, y por ende, disfrutables.
Esta batalla sonora sigue en marcha
Tras profundizar en los estilos y en los tipos de niveles, vemos necesario comentar que se puede practicar partes de las canciones si se nos atraganta alguna y explicar los tres modos que están presentes en esta propuesta. Comenzamos con el modo «Misiones de serie». Este divide las cientos de canciones en «paquetes» y cada canción lleva una misión opcional asociada que de ser cumplida da una recompensa. Al principio, al igual que en la demo, solo están disponibles las canciones de Final Fantasy II, V, VII, XIII, XIV y XV y hay que gastar la llave inicial para acceder a una entrega. Tras atravesar las primeras canciones, eventualmente aparece un cofre con una llave para que podamos abrir más «puertas». No obstante, no dan la posibilidad de escoger algo que no sea del sexteto hasta que el jugador se pasa todas las canciones de al menos uno de ellos. Es importante mencionar que para acceder a las melodías de la saga Theatrhythm hay que superar siete títulos y que finiquitar sus composiciones lleva a los créditos, desbloqueando después un «cóctel» llamado «Endless World». Yendo al grano, se trata de un maratón que registra tus resultados, en el que debes jugar canciones hasta que falles tres misiones y te quedes sin corazones de salud. Por suerte, nada te impide salir del «Endless World» y continuar con la «run» más adelante. Por cierto, el repertorio de temas que salen allí depende del azar, las misiones suben su dificultad cuanto más avanzas y si posees algún DLC, puede salirte al paso.
Hablando de DLC, si bien es cierto que el juego base hace gala de casi 400 composiciones relacionadas con Final Fantasy, decidieron dejar que el contenido de pago también traiga consigo piezas de otras franquicias de Square Enix como las de Nier Automata, Chrono Trigger, Live A Live, Octopath Traveler, Romancing SaGa o The World Ends with You, las cuales muchas aún están por llegar. Gracias a que nos proporcionaron una copia de la «Digital Deluxe Edition», podemos deciros de primera mano que la calidad de las canciones y sus niveles asociados no decaen, al menos en las más de 30 que pudimos probar antes de escribir este análisis. El siguiente modo del que queremos hablar es «Escenarios musicales». Allí no hay desafíos que enfrentar y el asunto se trata de un menú en el que además de permitir que entres en las canciones que salen en «Misiones de serie», están las desbloqueadas por superar títulos y las de los DLC. Sobra decir que la dificultad, el estilo, el uso de objetos y demás dependen de lo que elija el jugador.
El último del trío es «Batalla multi». Las batallas multijugador consisten en crear o unirse a una sala con canciones «BMS» con una dificultad determinada. Dichas salas online admiten poner contraseña, tienen capacidad para hasta cuatro jugadores y ellos eligen una canción, que puede ser de DLC aunque los demás no lo tengan. Posteriormente se escoge una al azar y gana el que consiga la mejor puntuación, aunque hay un girito que es desactivable, las «descargas». Con cada acción se va rellenando un medidor y una vez completado, tus adversarios se enfrentan a obstáculos como chocobos gordos molestando o notas falsas en sus «partituras». Sea como fuere, además de poder pillar la piedra de invocación que pusiera tu oponente en su tarjeta de perfil, es posible obtener «CollectaCards» como premio. ¿Qué son las «CollectaCards»? Son desde meros coleccionables, a cartas interesantes que aumentan el daño de las invocaciones o las estadísticas de cualquiera de los 104 personajes jugables de Theatrhythm Final Bar Line.
Dejando a un lado el menú de opciones, para cerrar este apartado nos quedan un par de cosas pendientes, empezando por el «Museo». Como su nombre ya deja caer, es el sitio destinado a consultar estadísticas, ver los logros y los coleccionables obtenidos, echarle un vistazo a los vídeos de los «EMS» o escuchar música durante horas. Ya para terminar, vamos a destacar que cada personaje está dentro de un rol que define el tipo de habilidades que alcanza subiendo de nivel y que el máximo nivel alcanzable por ellos es el 99. No obstante, luego entran en acción los «niveles estrella». Estos son 9, necesitan que reúnas mucha experiencia y a cambio dan aumentos considerables en las estadísticas. Nota: si combinas huevos dorados y plateados, es muy sencillo subir de nivel, por lo que te recomendamos experimentar con tus equipos y no limitarte a solo cambiar detalles estéticos como el barco volador o el traje del moguri que te acompaña.
Una sinfonía cargada de recuerdos
Yendo al apartado gráfico, nos encontramos con un rendimiento sólido que va a 60 fps tanto en el modo dock como en portátil y con que esta entrega optó por ser continuista con respecto a anteriores Theatrhythm. Como ya habéis observado a lo largo del análisis, Theatrhythm Final Bar Line hace gala de reinterpretaciones de escenarios con un estilo minimalista y sin demasiadas pretensiones, en las que cientos de chibis de personajes icónicos de la franquicia Final Fantasy brillan con luz propia. Del mismo modo, las animaciones no son nada del otro mundo, pero encajan bien, cumplen su cometido y todo sea dicho, el conjunto posee su encanto.
De la banda sonora qué vamos a deciros que no dejáramos caer ya a lo largo del texto. Con casi 400 temas musicales de gran calidad en el juego base y otros tantos a través de DLC, a esta cita no faltan baladas, piezas que desbordan rock por los cuatro costados o melodías tan emblemáticas como el «One-Winged Angel» de Final Fantasy VII. Aunque quizá hay composiciones solicitadas que no aparecen aquí, en líneas generales, creemos que hicieron un buen trabajo escogiendo la música. En esta ocasión no hay demasiado que rascar a la hora de hablar del doblaje, pues solo el moguri que nos acompaña tiene un par de líneas en «Batallas multi». Esto ya es cuestión de gustos, pero el redactor de este texto prefiere la voz japonesa en vez de la inglesa porque le recuerda a la del protagonista de Taiko No Tatsujin. En cuanto a los efectos de sonido, no tenemos queja alguna. Ayudan a mantener el ritmo, mejoran la inmersión y si por el motivo que sea no te agradan, los puedes desactivar.
Theatrhythm Final Bar Line – Un homenaje en toda regla
En definitiva, Theatrhythm Final Bar Line se trata de una propuesta musical que, gracias a sus pinceladas de RPG, es un soplo de aire fresco para el género. Si te atrae lo que acabamos de decir, su jugabilidad sencilla pero difícil de dominar o simplemente te gustan las composiciones de Final Fantasy, estás ante algo que no debes dejar escapar.
Hemos analizado Theatrhythm Final Bar Line gracias a una copia digital cedida por PLAION España. Versión analizada: 1.0.1
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