Llevamos unos años en los que hay gente que se levanta por la mañana, desayuna y dicen con la cara más seria del mundo «vivimos en una burbuja del género roge y ya está saturado el mercado» y… hasta cierto punto tengo que darles la razón. Al igual que todos os géneros, estas «burbujas» van por modas que vienen y se van. Unas duran más, otra duran menos. Pero, si bien es cierto que el tema de si la «burbuja» del rogue existe o no, lo que es innegable es que cada año dos o tres de los juegos indies más destacados son roguelikes o roguelites. Y en medio de todo este debate deciden los de Cellar Door Games volver a la palestra con Rogue Legacy 2, secuela directa del título que tiene casi ya una década, con el que acuñaron el término de «roguelite» y con el que definieron cómo deberían de ser los «rogues» de la última década junto a Spelunky y The Binding of Isaac. Y ya os adelanto que ha sabido adaptarse a cómo ha evolucionado el género, a la vez que sigue siendo fiel a lo que lo definió.
Esto viene de familia
Empecemos por algo simple: la diferencia que marca una letra entre «rogueliTe» y «rogueliKe«. Todo viene del mítico juego de ordenador Rogue, donde las mazmorras, enemigos y equipamientos se generaban aleatoriamente al volver a empezar con cada muerte. Los juegos que basan su loop jugable en eso son los que son «como rogue» o «roguelike». Si mueres, toca empezar completamente desde cero. Por otra parte tenemos los «roguelite» (de pequeño como la DS Lite), que sigue recolocando la mazmorra, enemigos y objetos con cada muerte, pero cuenta con un sistema de progresión constante en segundo plano, que ayuda a llegar cada vez un poquito más lejos. El caso más reciente con este sistema de progresión y que triunfó fue Hades. Y es en esto en lo que brilla Rogue Legacy 2.
Al igual que en su precuela, el protagonista de esta aventura para acabar con el mal que asola una ciudad devastada por una guerra interna es un linaje de héroes. Y esto no es una forma de hablar. Cada vez que morimos, todo el dinero que hemos conseguido explorando la ciudad pasa a nuestra línea de sucesión en el árbol genealógico. Son nuestros hijos los que se gastarán los ahorros en mejorar el equipamiento o nuestro reino, consiguiendo diversas mejoras como más vida, más dinero, posibilidad de hacer más críticos, poder mantener la estructura de la ciudad sin que cambie, desbloquear clases y y un largo largo etc. Todo el dinero que no gastemos se los llevará el bueno de Caronte, como peaje para llevarnos a la ciudad maldita, así que más vale exprimir hasta el ultimo centavo. Pero estas mejoras tampoco se pueden hacer al azar, pues cada vez que realizamos una la siguiente cuesta un poco más, evitando así que nos dediquemos a acumular dinero durante las primeras zonas para conseguir muchas mejoras rápido y así romper la progresión del juego. Lo que sí puede romper el juego, o hacerlo una experiencia adaptada a tus necesidades, son las reglas caseras que funcionan a modo de opciones de accesibilidad. Están claramente bastante inspiradas en las de Celeste y al igual que con el juego de Matt Makes Games, no penalizan de ninguna forma.
Pero volvamos a los descendientes. Con cada nueva partida se nos presentan tres nuevos hijos que siguen el legado familiar. Cada uno de ellos tiene sus propias características y atributos que pueden ser positivos o negativos. Quizás tenga pánico y se ponga la pantalla negra cuando le golpean, quizás solo recupere magia al recibir golpes porque es masoquista, o a lo mejor es daltónico y ve todo en blanco y negro. Pero también las hay positivas como saltar más, flotar más o no retroceder cuando un enemigo nos golpea. En total son más de 60 distintas que vendrán mejor o peor en función de la clase de nuestro descendiente. Y por cierto de estas últimas hay 30 disponibles, 15 son las clases bases y luego otras 15 que modifican y afectan a la forma de jugar de cada clase. A todo esto hay que sumar una última capa al existir la posibilidad de escoger armas, armaduras y diferentes runas que varían la jugabilidad, peso y construcción de nuestro personaje. ¡La cantidad de cosas que hay que hacer y tener en cuenta antes siquiera de pisar la ciudad!
Renovarse y morir
Ya en el castillo toca explorar al más puro estilo Castlevania por habitaciones repletas de enemigos, trampas y cofres, sin olvidar que cada vez que morimos todo va a cambiar. ¿Todo? Sí, pero no. Para empezar existen cierto tesoros llamados «herencias» que, tras superar un pequeño desafío, nos conceden poderes permanentes para todos nuestros personajes como el doble salto o el dash aéreo y con las que podemos acceder a nuevas zonas y explorar mas cómodamente. Lo otro que no cambian son las colocaciones de las zonas, es decir, la zona de montaña nevada siempre está al este del mapa y la torre que hace de observatorio siempre en lo más alto. Esto, que ya ocurría en el original, ayuda a la hora de navegar la ciudad y la posibilidad de poder desbloquear accesos directos al principio de cada zona sin tener que llegar andando es una mejora de calidad de vida bastante considerable. A cambio de no pasar por las anteriores zonas y la posibilidad de mejorar nuestro personaje durante esa partida, podemos ir directamente a donde nos interese sin correr peligros. Es una opción de riesgo-recompensa que a día de hoy está en la mayoría de los juegos del genero y que se agradece en Rogue Legacy 2.
Pero no es lo único que hay nuevo en esta secuela. Evidentemente el apartado visual ha cambiado de un pixel art basado en la época de los 32 bits a modelos tridimensionales que imitan un 2D súper definido y que dan el pego perfectamente. Y por supuesto ya hemos hablado de que nuestro reino puede mejorar mucho más, hay nuevas clases y atributos y se han añadido las opciones de accesibilidad. Pero hay dos grandes novedades respecto a la jugabilidad. La primera es la determinación, una nueva estadística que va ligada al peso del equipo y nuestra vida. Si el peso es muy elevado, tenemos mejores estadísticas, pero menos determinación y por debajo del 100% de la misma, nuestra salud máxima desciende drásticamente. Pero es que sacrificar determinación es el requisito para poder coger reliquias en cada incursión que nos darán ventajas muy notorias a la hora de afrontar los peligros del castillo. Y creedme, hay veces que merece la pena plantearse si coger esa reliquia que añade quemaduras con cada golpe aunque eso suponga perder un 40% de la vida máxima. Todo esto, en su conjunto, consigue que el equipamiento sea mucho más importante que en la precuela, llegando a plantearte que escoger en función de la clase seleccionada, sobre todo en el New Game + donde las cosas se ponen chungas de verdad.
La segunda novedad es la casa ambulante, que se sitúa en los muelles de nuestro reino. Dentro de ella se encuentra un NPC que nos da acceso a las «cicatrices», unos desafíos dobles que nos permiten acceder a una tienda especial. Y son dobles porque para poder entrar a ellos, primero hay que resolver un pequeño acertijo y encontrar un recuerdo perdido por el castillo a base de pistas, para más tarde poder superar la prueba. Cada una tiene sus distintas reglas y, en función de cómo lo hagamos, premios con los que poder comprar aún más mejoras o desbloquear las modificaciones de clases en esa tienda especial.
Rogue Legacy 2 – Un legado a la altura
Rogue Legacy 2 es lo que se conoce como una secuela de manual. Coger lo que funcionaba del primero, sentarse a pensar como mejorar cada uno de esos aspectos y hacerlo, que es la parte más difícil. Se nota en su acabado que el juego ha estado un año y medio en acceso anticipado donde se ha ido puliendo y añadiendo cosas continuamente, gracias a los comentarios de la comunidad. Más grande, más complejo, con cambios muy sutiles pero notorios, adaptándose a cómo ha evolucionado el género en estos casi 10 años, pero siendo fiel a sí mismo. Quizás no defina el género como hizo por aquel entonces, pero sigue estando en forma y sabe incorporar el legado que han desarrollado sus herederos.
Hemos analizado Rogue Legacy 2 gracias a un código digital cedido por Cellar Door Games. Versión analizada: 1.1.0
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