14¿Cómo sería tener que huir de la Tierra y establecerse en un planeta totalmente nuevo y desconocido, lleno de plantas y criaturas misteriosas y potencialmente peligrosas? No es la propuesta más original del mundo, ya que la hemos visto en otros tantos juegos (como por ejemplo, Xenoblade Chronicles X). Sin embargo, el título de hoy nos ofrece una perspectiva diferente: afrontar el gran reto de la exploración espacial desde los ojos de une adolescente. Os hablamos de I Was a Teenage Exocolonist, desarrollado por Northway Games y distribuido por Finji.
Lejos de ser simplemente una novela visual, este título integra muchos elementos inspirados en los juegos de gestión. ¿El objetivo? Que cada una de nuestras acciones pueda afectar a nuestro entorno y a las personas que nos rodean. Tras nuestra experiencia a lo largo de una vida, nos hemos llevado muchas sorpresas y ello nos ha permitido estar aquí con este análisis. Bienvenidos a Vertumna.
Amanecer en un nuevo planeta
El componente principal de I Was a Teenage Exocolonist es el aspecto narrativo. Desde el comienzo, nos narra con detalle todos los acontecimientos, y nuestra vida va a estar llena de conversaciones interesantes con nuestres amigues, padres o adultes que conozcamos en la colonia. El comienzo es sencillo y en cierto modo esperanzador: viendo el destino cruel del planeta Tierra y la humanidad, un grupo de personas deciden crear su propia nave y buscar un nuevo planeta que habitar… para cuando lo consigue, tu personaje ya ha cumplido 10 años, y tras atravesar un agujero de gusano, acabáis en vuestro nuevo hogar: Vertumma. A partir de aquí, se narran todo tipo de experiencias, ya sea situaciones familiares y entrañables como la dificultad de establecerse, conseguir recursos o hacer frente a los peligros que acechan al otro lado de las murallas.
A partir de los primeros meses, empieza la parte de “gestión”. Como personita joven, debes hacer lo posible para crecer, aprender y colaborar con la colonia en la medida de lo posible. El tiempo transcurre mediante un sistema de meses, y cada mes lo podemos dedicar a una actividad con la que mejorar nuestros atributos (divididos en emocionales, inteligencia o fuerza). Es elección totalmente nuestra decidir cómo aprovechar el tiempo… o si aprovecharlo siquiera. Como hemos mencionado antes, nuestras decisiones forjan nuestra vida, de modo que ciertos atributos nos ayudan para realizar acciones especiales, o bien podemos mejorar nuestra afinidad con nuestres amigues, o bien podemos oponernos a la autoridad y ser unes rebeldes.
Porque eso, en cierto modo, también forma parte de la historia de I Was a Teenage Exocolonist. Eres une adolescente, y poco a poco, se van formando tus propias ideas y pensamiento crítico. ¿Decides obedecer fielmente todo lo que te digan, o empiezas a dudar de las medias verdades de les adultes? Todo esto trae tanto momentos buenos como malos, y en ocasiones pueden ser muy malos: sin darnos cuenta, nuestras decisiones pueden llevarnos a que ciertas personas fallezcan antes de tiempo, aunque el juego logra rodearlo todo de tal misterio que es difícil de predecir y saber qué cosas ocurren sin que podamos hacer nada para cambiarlas. Si prefieres ir con cuidado, el título te ofrece al principio una serie de avisos sobre qué situaciones desagradables pueden ocurrir a lo largo de la historia.
La clave está en los recuerdos
La mayor parte del juego transcurre en la colonia: un mapa cerrado y pequeño donde se encuentran todas las instalaciones. La zona de ingeniería donde asistimos a clase, el parque botánico para cultivar, el centro de mando… A medida que avanzamos, se van desbloqueando más opciones, como una zona de deportes o incluso la posibilidad de salir en expediciones. Estas funcionan de forma similar a la colonia, solo que son más grandes y nos enfrentamos a elementos aleatorios. Tanto para estos encuentros inesperados como para las actividades típicas, hacemos uso de otro estilo de juego, siendo este un minijuego de cartas.
Conforme vivimos experiencias, nuestros recuerdos se convierten en cartas que usamos en estos desafíos. En cada desafío se nos propone una puntuación que debemos alcanzar, y debemos combinar hasta 5 cartas para llegar a esa puntuación (normalmente es una única ronda, pero hay desafíos más complejos con 3 rondas y condiciones especiales). Aquí entran en juego bonificaciones como los colores, los números o las habilidades para conseguir más puntos, o bien podemos acumular estrés (necesario para hacer cualquier actividad) para llegar al objetivo… aunque no siempre es necesario. Por supuesto, superar estos desafíos nos puede aportar mejoras en los atributos, pero en según qué circunstancias, no es malo fracasar alguna vez: simplemente nos lleva a resultados distintos.
Aprovechando el tema de las cartas, queremos dedicarle el siguiente párrafo al apartado artístico: es una delicia. La música en buena parte es relajante y tranquila, hasta transmite una sensación de paz. Aunque claro, las situaciones más tensas reciben su buena dosis de melodías, o más inquietante… el silencio, que también juega un papel importante a la hora de añadir tensión o preocupación. A nivel gráfico, el diseño de los paisajes es precioso y muy colorido. Si bien a la larga te acostumbras a ver los mismos entornos una y otra vez, es increíble el nivel de detalle en los dibujos, en especial la colonia, que cambia según el paso de las estaciones. El diseño de los personajes es atrevido y dinámico, con una extraña combinación entre futurista y hippie. Y como decíamos, las cartas cuentan con sus propios diseños para los que han contando con diversos artistas, como por ejemplo Paula González (@Agui_chART). Eso sí, lo sentimos Paula, no hemos logrado conseguir tu carta.
¿Cuánto podemos aprovechar I Was a Teenage Exocolonist? Eso depende de cuántas vidas estéis dispuestos a vivir para descubrirlo todo. Una sola vida (es decir, los 10 años que transcurren desde el comienzo hasta que cumplimos 20 años) nos ha llevado algo más de 6 horas, omitiendo algunas partes más repetitivas. Pero ante tantas posibilidades, si queréis llegar a todas, puede tratarse de un juego con bastante exploración. Todo esto tiene una pega bastante grande: el juego solo está en inglés. Tratándose de un título mayormente narrativo donde el 90% del tiempo lo pasamos leyendo, es un inconveniente que no se haya localizado a otros idiomas.
La gran representación LGBTI+
He querido dedicar un apartado más a algo bastante especial y que, sobre todo, me ha sorprendido mucho y para bien. La industria del videojuego, durante mucho tiempo, ha tenido dificultades (o muy poca intención) de hacer una buena representación del colectivo LGBTI+, especialmente cuando hablamos de grandes empresas y títulos (¿verdad, Cyberpunk 2077, eh? ¿Mucho cyber y poco punk?). Pero si algo hemos aprendido de la rama indie es que se atreven y logran cosas que las grandes empresas no se atreven a hacer, y en este caso, I Was a Teenage Exocolonist le da mil vueltas a otras grandes compañías.
Lo primero que hacemos al empezar una vida es crear a nuestro personaje, todo hilado de una forma narrativa, y las opciones que nos ofrecen no se quedan cortas. Podemos elegir con total libertad nuestra apariencia (masculina, femenina o andrógina, y eso solo en la etapa final del juego porque en las fases más juveniles se mantiene la misma apariencia andrógina) y nuestros pronombres (él, ella, elle o incluso podemos personalizar todas las frases del juego para poder utilizar neopronombres). Pero lo más impresionante es, llegado el momento de la pubertad, te ofrece la opción de qué pubertad te va a tocar, eso sí, de forma muy disimulada. Independientemente de tus pronombres y futuro aspecto, es a través de una sencilla clase donde muestras interés por la menstruación o el desarrollo de pechos, o bien las erecciones o el cambio de voz, o simplemente ninguna de las dos. Así terminas de personalizar a tu personaje, que puede ser cis o trans con total naturalidad.
A partir de ahí, se abre la opción de “interesarte” por tus compañeros y flirtear con ellos, y aquí observamos esa libertad una vez más en las relaciones amorosas. ¿Eres un chico y te interesan los chicos? Adelante. ¿Puedes ser bisexual? Ningún problema. ¿Te interesa esa persona no-binary? Acércate y habla con elle. ¿Si no he elegido ninguna pubertad porque no me interesa nadie? Pues nada, eres asexual o aromántico y tan feliz. Y no es solo tu personaje: el plantel de habitantes está cargado de situaciones así y, lo más importante, te lo muestra con la naturalidad que merece. Por eso, lo mejor que puedo hacer es una reverencia ante el gran trabajo de Northway Games para lograr tal nivel de representación.
I Was a Teenage Exocolonist – Las duras etapas de la adolescencia en el espacio
Desperté en una nave espacial sin mucha idea de lo que me iba a esperar, y al llegar a Vertumna, empezó mi vida. I Was a Teenage Exocolonist logra ofrecer una experiencia en la que se mezcla lo duro de sobrevivir en un planeta con las etapas bonitas y no tan bonitas de la adolescencia. No solo es un relato de exploradores en el espacio: es la historia de una vida, y cómo cada pequeño paso la forja. Todo esto acompañado de unos escenarios preciosos y unos diálogos y situaciones profundos y llenos de significado. Quizá si no os gustan los juegos de simulación o de gestión os pueda parecer algo lento, y es toda una pena que no esté en español. Pero aún así, es una experiencia alternativa muy recomendable.
Hemos analizado I Was a Teenage Exocolonist gracias a un código digital cedido por Finji. Versión analizada: 2205
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