Con Devolver Digital siempre se cumple una máxima: «no publican malos juegos». De una forma u otra sus ojeadores deben de ser los mejores de la industria, porque aunque un juego no sea «tu cosa», es imposible jugarlos y pensar «¡ostras!, pues este juego no tiene nada«. Siempre hay algo, un «je ne sais quoi«, que llama la atención y que uno termina apreciando. Hay veces que lo destacable es la jugabilidad. Otra veces la estética lo es todo, situándose por encima del resto de los aspectos. Evidentemente hay ocasiones donde ambas cosas parecen fusionarse a la perfección y desde que se presentó al público Cult of the Lamb, todo el mundo lo metimos en este último saco sin ni siquiera probarlo. ¿Un roguelite monérrimo combinado con un juego de gestión de una secta? No hay forma de que salga mal.
Cordero permisivo
Hace falta tan solo jugar un minuto a Cult of the Lamb para morir por primera vez. Y no porque sea un juego difícil, (hay cuatro niveles de dificultad para construirnos la experiencia a nuestro gusto), sino porque con tal de evitar la profecía del retorno de Aquel que Espera, sus hermanos han cometido genocidio contra toda la raza de los corderos y tú eras el último. Y digo eras, porque como ya he adelantado, mueres nada más empezar la historia. Por suerte para ti, la muerte del último de tu especie era en realidad la primera piedra en el camino para que el temido dios profano vuelva. A partir de ese instante a cambio de resucitar, el Cordero protagonista se convierte en el emisario en el bosque del ser soberano de la sombra.
Por supuesto el representante de tan temible dios necesita un séquito de seguidores que le veneren, realicen ofrendas y, llegados el momento, estén dispuestos a dar la vida por él y el Señor al que representas, pero para eso aún queda. Así que tras huir del sitio de nuestro sacrificio y rescatar a nuestro primer adepto, toca empezar nuestra secta. La secta más mona y kawaii de la historia. Todo el trabajo artístico de Cult of the Lamb está enfocado en ser la cosa más mona que hayáis visto. De esta forma los sacrificios, los duelos a muerte cual coliseo romano, las misteriosas muertes por la noche de los fieles que se quejen y las fosas comunes no nos revolverán las tripas. Hay cosas bastante duras y turbias, que de tener el juego otro aspecto serían bastante desagradables de ver.
Pero para poder hacer todas esas cosas toca andar un largo camino. Lo primero que hay que hacer al llegar a tu nuevo asentamiento es habilitarlo un poco. Cortar unos árboles entre tú y tu adepto, picar unas piedras, hacer una cocina donde preparar platos para que esa pobre criatura que te ha jurado lealtad no se muera e ir a buscar más recursos y más adeptos. Poco a poco la comunidad irá creciendo y subiendo de nivel y como buen líder los puedes mandar a obtener materiales, cultivar el huerto para conseguir comida, descansar, que te den todos sus ahorros un diezmo, que consagren materiales, que se vayan a vivir aventuras varios días para conseguir recursos, construir edificios y un largo etcétera.
Entre las decenas de construcciones hay una que tiene que destaca sobre los demás: la Iglesia, donde dar nuestros sermones diarios y decidir qué tipo de líder queremos ser. La primera opción nos permite ir subiendo de nivel de líder, ayudándonos a desbloquear nuevos tipos de armas y maleficios -ahora llegamos a eso- y volviéndonos más fuerte gracias a al energía de nuestros adeptos. En cuanto a lo segundo se logra a través de rituales, doctrinas y fortalecer la corona que llevamos encima de la cabeza y nos da nuestros poderes. Vamos por partes que aquí hay bastante miga.
Los rituales afectan a la fe de nuestro rebaño y nos ayudan a manipular su comportamiento durante unos días. ¿Te has quedado sin comida que darles? Marchando un ritual del ayuno para que no echen de menos el comer durante dos días y así ganas tiempo para que no se mueran de hambre mientras recoges comida. ¿Se están empezando a cuestionar su fe? Quizás el ritual de lavado de cerebro sea la solución, aunque esas setas les puedan sentar mal para el estomago. Y si dos de tus sectarios se pelean, quizás deban de demostrar lo fieles que son con espadas mientras tú y los demás formáis un circulo a su alrededor. Pero si prefieres ser un dios en el bosque permisivo y ganarte la fe de tu pueblo a base de tratarlos bien, también hay rituales para darles dinero, días libres o incluso resucitar a ese adepto que ha vivido 84 años y ha muerto de viejo y se llevaba bien con todos.
Además de los rituales, también podemos imponer doctrinas a nuestros seguidores al recolectar cuatro fragmentos de piedras de mandamientos. Estas doctrinas se ven reflejadas en forma de comportamientos pasivos en cada uno de los aldeanos que mejorarán su productividad o forma de convivir con los demás. Pero hay un pero: cada vez que queremos desbloquear una, tenemos que elegir entre dos posibles descartando la que no elijamos y sin la posibilidad de conseguirla de otra forma. Es por eso que toca pensarse muy bien cual escoger y cuales se combinan mejor entre las que ya hemos conseguido.
¿Y lo de de fortalecer la corona para obtener nuevos poderes de que sirve dentro de este fantástico simulador de secta? Para nada. Eso es útil en la otra mitad de Cult of the Lamb.
Cordero vengativo
Y es que el acuerdo con Aquel que Espera de formar una secta en su nombre, en realidad era una estratagema para que el lindo Cordero gane más poder y pueda acabar con los cuatro hermanos que le encerraron hace milenios y que formaron la religión de «La Antigua Fe» por la que se rigen todos los monstruos del bosque. Esta es la forma que tiene Cult of the Lamb de presentarnos la parte roguelite del juego.
Cuatro mazmorras, cada una con una temática y enemigos distintos, donde se generan aleatoriamente por completo tanto las salas, como los distintos caminos entre los que podemos escoger al completar un «piso». Pero antes de llegar a cada uno de los líderes de la Antigua Fe, antes toca vencer a tres de sus acólitos. Esto se traduce en la necesidad de completar cada mazmorra un total de cuatro veces antes de pasar a la siguiente. Para evitar que esto se haga repetitivo, cosa que consigue a medias, cada una de estas nuevas visitas introduce nuevos enemigos y añade nuevas salas y trampas a las ya existente basándose en el acólito que toque vencer. Además al vencer al líder de la Antigua Fe de turno, podremos volver a la mazmorra donde nos esperan enemigos más fuertes y la posibilidad de seguir avanzando a través de sus pisos hasta que decidamos volvernos o caigamos en combate.
Y por fin llegamos a lo de la fortalecer la Corona. Gracias a la energía de adoración de nuestro séquito la corona va subiendo de nivel, permitiéndonos desbloquear armas y maldiciones más fuertes, con más efectos secundarios que nos permiten llegar más lejos. Pero aquí viene uno de los puntos negativos: por desgracia Cult of the Lamb está bastante lejos de acercarse en variedad de armas, habitaciones y enemigos que ofrecen otros juegos que son referentes del género. Es más, por no tener no tiene ni siquiera sinergias entre las armas cuerpo a cuerpo y las maldiciones, evitando que se produzcan combos entre ellas. Al final, las armas terminan relegadas a una decisión personal de cuales te gustan más y esas son las que intentas encontrar mientras exploras con otras distintas.
Lo que sí que cambia más de una partida a otra son las cartas del tarot que podemos encontrar dentro de algunos cofres o que nos ofrece Clauneck la vidente. Estos naipes nos conceden habilidades pasivas para cada incursión y se pueden ir mejorando y consiguiendo más haciendo misiones secundarias para algunos NPCs o comprándolas en las diferentes tiendas del bosque. El último elemento que nos permite afrontar de una forma distinta los combates son los vellocinos, esa bonita capita que lleva el Cordero. Cada vez que conseguimos cuatro fragmentos, podemos juntarlos para desbloquear uno y escoger uno de los seis que hay, modificando considerablemente la forma de afrontar las mazmorras.
Al finalizar la incursión en la mazmorra, vuelves a la secta con todos los materiales y discípulos rescatados y vuelve a empezar la parte de gestión de la secta.
Cult of the Lamb – Dentro de mí hay dos corderos
Cult of the Lamb tiene dos partes muy diferenciadas a nivel jugables que se comunican muy bien entre sí. Los recursos y materiales que se consiguen explorando se usan para aumentar y mejorar la calidad de las instalaciones de la secta y muchas de estas nos proporcionan mejoras para que el Cordero pueda hacer frente a desafíos más difíciles. No puedes obviar una para favorecer la otra en ningún momento. Y esto durante las primeras horas funciona de maravilla. La música de cada una de las partes funciona a la maravilla, no se hace repetitiva y los efectos sonoros, en especial los ruidos de los sectarios, están bien escogidos y son muy graciosos. Casi parece que has encontrado tu alma gemela con la que quieres estar toda tu vida. Pero conforme pasaban las horas, al menos a mí, ese enamoramiento se me fue pasando.
De repente te das cuenta que las mazmorras y las armas se repiten más de lo que te gustaría. La secta, aunque mete alguna cosilla nueva como los rebeldes que quieren desertar, termina automatizándose de tal forma que se autoabastece y prácticamente solo necesitan que vuelvas al poblado a hacer comida y dar algún sermón puntual para que no decaiga la fe. Y es en ese momento cuando las incursiones a las mazmorras del bosque pasan a ser únicamente paseos para recoger más materiales, pues ya no existe esa sensación de «a ver qué me encuentro cuando vuelva al poblado». Además, llegados a este punto, merece la pena comentar que con el paso de cada día el juego se queda congelado un par de segundos al poner en funcionamiento todos sus sistemas internos de la aldea. Nada de lo que preocuparse, pero que puede llegar a ser molesto en alguna ocasión si ocurre durante la parte de exploración en un combate. Por suerte Massive Monster ya ha prometido que mejorará este y otros fallos del juego y que en un futuro lo ampliará de manera gratuita.
Cult of the Lamb es un juego excelente, que sin ser sobresaliente en ninguna de sus dos partes, sabe combinarlas a la perfección y adornarlas con un aspecto visual que es una auténtica delicia para la vista. Es un juego que si me preguntáis si lo recomiendo os respondo con un rotundo «sí», seguido de un «pero». Sabe tener unas primeras 7 u 8 horas maravillosas, donde todo parece nuevo, original y sin fallos. Pero al menos a mí, todo el enamoramiento con el que contaba el título en sus dos primeros tercios, me desapareció en el último y empecé a verle las costuras. Pero tampoco es algo que os deba de echar para atrás. Aún con todo, seguimos siendo muy buenos amigos y es una amistad de esas que uno quiere conservar.
Hemos analizado Cult of the Lamb gracias a un código digital cedido por Devolver Digital. Versión analizada: 1.0.3
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