Drinkbox Studios es una desarrolladora independiente que se dio a conocer sobre todo por Guacamelee 1 y 2, unos Metroidvania inspirados en la rica cultura Mesoamericana. Pasado un tiempo, han abordado el que es su siguiente proyecto, Nobody Saves the World, una aventura en perspectiva aérea con un humor de lo más peculiar en la que su amnésico y debilucho protagonista, Nobody -ahí está el truco del título- tiene la capacidad de transformarse en un montón de criaturas diferentes, e incluso mezclarlas entre sí, consiguiendo poderes nuevos. Este tipo de premisa, la del héroe que gana las habilidades de sus enemigos e incluso puede transformarse en ellos, por supuesto nos es familiar a estas alturas, gracias a las múltiples aventuras de cierta criatura esférica rosa de Hal Laboratory, pero en este caso, en lugar de tratarse de un plataformas lateral, se trata de una combinación de RPG de acción y dungeon crawler.
¿Por qué Nadie piensa en salvar el mundo?
La historia de Nobody Saves the World se abre con el inicio de una calamidad desastrosa: todo se ha cubierto inexplicablemente de asquerosos hongos, hay monstruos por todas partes y el mago más poderoso del mundo, Nostramagus, ha desaparecido sin dejar rastro. Depende de ti, un amnésico de cuerpo pálido llamado Nobody, armado con la varita mágica de Nostramagus, salvar el mundo, y no, no es hacer spoiler porque ya lo dice el título. La trama al final es una excusa útil para enviarte por todo el mundo, limpiando mazmorras y recogiendo fragmentos de una gema mágica a medida que avanzamos, y está contada así, de forma absurda a propósito para que no te lo tomes en serio, porque es más una parodia que un Dungeon Crawler en serio. Y así son los personajes con los que nos cruzamos por el camino, parodias de estereotipos típicos de los rpgs, siendo el más destacado Randy the Rad, el odioso aprendiz de Nostramagus, que se vuelve cada vez más desquiciado cuando sus planes para detenerte y robarte la gloria se vuelven contra él una vez tras otra.
La mecánica central alrededor de la que gira nuestra aventura es esa varita mágica antes mencionada, la cual nos permite transformarnos en un total de 15 formas muy diferentes, desde una humilde rata hasta un culturista musculoso, o incluso un nigromante no muerto. Cada una de ellas tiene sus propios rasgos y habilidades, como la patada en la pata trasera del caballo, el arco y la flecha cargables del guardabosques y el empuje de la barra del culturista, lo que hace que se sientan notablemente diferentes unas de otras al jugar. Y son más que necesarias de dominar, puesto que nuestro protagonista de base es un auténtico negado, con un ataque ridículo incapaz de hacer el menor daño en un mundo plagado de feroces enemigos que se nos echan encima nada más echarnos el ojo.
Independientemente de la forma en la que nos encontremos, el combate empieza siendo muy sencillo, pero poco a poco se va volviendo más interesante gracias a las amplias opciones de personalización que crecen con cada nueva forma que desbloqueas y mejoras. Por ejemplo, el caballero básico de clase melee. Cuando lo obtienes por primera vez, todo lo que tiene es un solo corte de espada, así que todo lo que podemos hacer con él al principio es básicamente correr hacia los enemigos y mantener pulsado el botón A hasta que todos caigan en combate. Pero al subirlo de nivel, es cuando se van desbloqueando más ataques, que proporcionan nuevos efectos o cubren más área. Y para que no sea todo atacar sin más, muchos de esos ataques nuevos surgen a base de cumplir determinados objetivos, por ejemplo, envenenar a un número de monstruos, enganchar en una línea a varios con un único golpe, etc, lo que en cierto modo obliga a usar cierta estrategia, no sólo para sobrevivir a las oleadas de bichos, sino también para poder hacer progresar nuestras diversas transformaciones.
Más y más transformaciones
Es verdad que, por sí sola, cada transformación inicial no cuenta con una lista de habilidades muy impresionante a primera vista, pero lo que hace único a Nobody Saves the World es que puedes tomar esas habilidades desbloqueables y mezclarlas con cualquier otro personaje. Así, puedes equipar al Caballero con la habilidad de galope del caballo para que corra superrápido y se estrelle contra los enemigos, o puedes ponerle el bloqueo de escudo del Caballero a la Guarda para que se defienda de los enemigos que se acerquen. Cada forma tiene sus propias estadísticas, su velocidad de movimiento y su ataque característico, que no pueden cambiarse y les dan una identidad, pero todo lo demás es completamente mutable a medida que vamos realizando combinaciones.
De esta manera, no sólo estamos desbloqueando una nueva forma, sino que además podemos ir obteniendo todas las herramientas potenciales que las habilidades de esa forma proporcionan para nuestra colección de transformaciones en constante crecimiento. También hay algunas sinergias o combinaciones de lo más graciosas por descubrir: no voy a desvelarlas, para mantener la sorpresa, pero si dejo caer la idea de probar la habilidad pasiva del guardabosques de añadir veneno a todos sus ataques y a combinarla con la lluvia sagrada del monje, que golpea a todos los enemigos de la pantalla. Y si eso no es suficiente, podemos incluso rematar todo con la habilidad de la Rata de detonar cualquier enemigo afectado por el veneno. Hay algunos combos realmente satisfactorios y poderosos que se pueden llevar a cabo, y la curva de dificultad se eleva de forma conveniente para asegurarse de darnos la oportunidad de usarlos a la hora de superar algunas de las batallas más duras que hay más adelante en la aventura.
El único problema que encuentro a esta mecánica de mezcla y combinación es que la gestión de nuestras transformaciones es algo más complicada de lo que quizás debería ser. Cambiar rápidamente entre tantas transformaciones sobre la marcha es un dolor de cabeza porque no hay una pausa cuando aparece el menú radial, ni podemos filtrar por aquellas transformaciones que sean nuestras favoritas, o simplemente las que más estamos usando a través de los atajos de un solo botón. Por tanto, no hay forma de colocar fácilmente las transformaciones en ranuras específicas del menú radial y, lo peor de todo, no hay forma de volver rápidamente a una forma anterior. Gran parte del reto y la diversión de Nobody Saves the World consiste en encontrar las mejores sinergias entre tus formas, así que es una pena que los controles no faciliten el cambio rápido entre ellas, sobre todo en los momentos en que las oleadas de enemigos no paran de venir dentro de la mazmorra.
Hora de mazmorra, hora de explorar
Nobody Saves the World se centra por un lado en la exploración de numerosas mazmorras y semimazmorras, y por otro en recorrer un respetablemente amplio mundo exterior, donde podemos encontrar frascos ocultos de maná para mejorar nuestra barra de puntos mágicos, necesarios para realizar determinados ataques especiales de nuestras transformaciones, y realizar misiones secundarias por encargo de sus numerosos habitantes. Estas misiones secundarias tienden a ser superficiales, pero divertidas, al hilo del humor en que se basa el juego, y ofrecen un buen descanso de los constantes combates a los que tenemos que hacer frente en el mundo exterior y en las mazmorras.
Una de esas submisiones es tan sencilla como hablar con un caballo mientras adoptamos la forma de caballo para poder ayudarle a encontrar por fin el amor, mientras que en otra nos lleva a trabajar para el gremio de ladrones y a romper la regla de «un cliente por cada uno» en una tienda de descuentos transformándonos en cuatro humanoides diferentes. Otros presentan simplemente minijuegos que ponen a prueba nuestro dominio de ciertas transformaciones, por ejemplo teniendo que derribar a unos objetivos con un cierto tipo de ataque o daño elemental, en un tiempo limitado. Dichos minijuegos empiezan siendo fáciles, en algunos casos permitiendo completarlos prácticamente con cualquier transformación o tipo de ataque, pero más adelante te obligan a pensar más qué habilidades o transformaciones son más adecuadas para el tipo de reto en el tiempo requerido.
Una odisea que da de sí
La parte central de Nobody Saves the World, la aventura principal en sí, es muy entretenida. Una vez que llevamos unas tres o cuatro horas, contamos con suficientes transformaciones y habilidades desbloqueadas como para poder tomar decisiones de personalización significativas. Aparte los enemigos van evolucionando a su vez, apareciendo con frecuencia con una defensa especial que nos obliga a tener que cambiar de forma y usar las habilidades adecuadas para poder realizar el tipo de daño elemental adecuado. A su vez, las mazmorras van introduciendo modificaciones realmente inteligentes que nos obligan a pensar mejor en el equipamiento que llevamos encima y a considerar la posibilidad de equipar ciertas habilidades pasivas y a descartar otras que no vamos a utilizar. Como, por ejemplo, una mazmorra en la que cada golpe puede infligir 9999 de daño, tanto a nuestro personaje como a los enemigos; u otra donde el suelo está plagado de minas terrestres y los enemigos cuentan con la habilidad de poder ralentizar nuestro movimiento; u otra en la que todos los enemigos explotan al morir, en definitiva, la variedad se prolonga a lo largo del camino.
Eso sí, hasta que llegamos a ese punto en el que disponemos de ese amplio conjunto de transformaciones y habilidades y podemos utilizarlas de forma creativa para resolver los puzles y afrontar combates más variados, el camino se hace algo más arduo. Las primeras horas de Nobody Saves the World ponen de manifiesto que el sistema de combate es un poco plano en tanto no contamos aún con ese conjunto de herramientas. Hay una cierta falta de desafío y profundidad en las primeras horas de juego, aunque se compense más adelante, pero en esas dos o tres primeras horas de juego se siente como un poco de «relleno» sin mucha recompensa.
En el otro extremo, el último tramo de la aventura, después de unas 15 horas de recorrido, empieza a dar la sensación de que estamos tocando el fondo. Llega un punto en el que nos quedamos sin nuevas formas por conseguir, y parece que ya hemos podido experimentar con todas las mezclas de habilidades que tenían sentido, por lo que llega un punto en el que casi no merece la pena entretenerse más e ir a por el final. No es sino hasta que desbloqueamos el modo New Game+ cuando las cosas empiezan a ponerse interesantes de nuevo, ya que, como suele ser habitual en este tipo de modo de juego, podemos empezar de nuevo con todas las transformaciones mejoradas y desbloqueadas de inmediato, al tiempo que todos los enemigos están equilibrados exactamente a nuestro nuevo nivel de partida y cada mazmorra tiene un conjunto único de nuevos modificadores diseñados para añadir otra capa de desafío. Es una gran colina para subir después del juego y ha ayudado a recuperar gran parte de la emoción que tenía en la mitad de mi primera partida.
Salva el mundo en solitario o en compañía
Nobody Saves the World también cuenta con un modo cooperativo en línea para dos participantes simultáneos, que funciona bien desde el punto de vista mecánico, pero que tiene algunos inconvenientes importantes. Quien crea la digamos sala hace de anfitrión, mientras que el otro se convierte en un clon con las mismas transformaciones, mejoras y habilidades a las que tiene acceso el anfitrión. Esto significa que el segundo participante no tiene acceso a su propio archivo de guardado y, por tanto, no puede progresar en su propia partida sin crear su propia partida cooperativa como anfitrión.
Otro motivo de frustración del modo cooperativo es que cuando un jugador hace una pausa, también la hace el otro. Resulta increíblemente chocante estar jugando en línea como la única persona que mira su propia pantalla y, de repente, ver cómo aparece el menú mientras tu compañero navega hacia el árbol de transformaciones para cambiar una nueva transformación.
A pesar de estos problemas, Nobody Saves the World se beneficia de la compañía de un segundo jugador. El anfitrión puede subir de nivel dos formas a la vez (o una forma el doble de rápido), hay aún más sinergias con las que experimentar, y hay ajustes de dificultad debidamente equilibrados para tener en cuenta el hecho de que hay el doble de daño que golpea a los enemigos en todo momento, por lo que el nivel de reto se mantiene tanto en solitario como en compañía.
Nobody Saves the World – Transformaciones sin fin
En conclusión, aunque Nobody Saves the World tiene sus momentos de subida y de bajada a medida que lo jugamos, lo cierto es que en conjunto sabe mantener el interés de principio a fin. Lo nuevo de Drinkbox Studios tras Guacamelee es un divertido, si bien algo desigual a veces, RPG de acción en perspectiva aérea, con un estilo visual que puede recordar a Binding of Isaac o Meatboy, pero que sabe aportar su propia visión. Su encanto principal gira en torno al poder de cambiar entre 15 formas diferentes desbloqueables, con la posibilidad añadida de ir mezclando y combinando sus habilidades para superar mazmorras que saben mantenerse desafiantes sin llegar a ser abusivas. Es una premisa inteligente que se ve reforzada por fantásticas opciones de personalización del estilo de juego y todo el encanto y el humor que se espera de la desarrolladora de Guacamelee. Tras un comienzo lento, es muy divertido durante un buen rato antes de que la campaña pierda fuelle una vez que el proceso de desbloquear todas las formas posibles empieza a llegar a su fin.
Nobody Saves the World sabe dar lo mejor de sí durante la mayor parte de su campaña de unas 15 horas, lo que lo convierte en un placer jugarlo. Es cierto que su menú de transformación necesita alguna mejora para que sea algo menos caótico sobre la marcha, pero por otro lado hay una gran variedad de misiones secundarias muy entretenidas y llenas de humor, además de excelentes opciones de personalización que fomentan la experimentación entre distintas transformaciones y las habilidades que se pueden equipar. Las mazmorras cuentan con diseños inteligentes que realmente exigen que exploremos en profundidad esas opciones de personalización. Lo único que enturbia un poco la experiencia es un comienzo algo lento y un final que se hace algo largo de alcanzar, y ese online que no permite al segundo participante poder avanzar en su propia partida, pero en conjunto merece la pena superarlo para experimentar lo que es un juego de acción y aventura único y con mucho encanto.
Análisis realizado gracias al código cedido por Drinkbox Studios
versión 1.0.0
Debe estar conectado para enviar un comentario.