Aunque los juegos de plataformas se consideran un género en sí mismo, casi desde su nacimiento hemos visto cómo se han ido perfilando diferentes ramas con identidad propia que han sabido encontrar un público concreto y una seña de identidad propia. A los run and gun, los metroidvania o los plataformas más clásicos como podrían ser los títulos principales de nuestro fontanero favorito, sumamos los juegos de plataformas de precisión en los que morir una y otra vez es una constante. A la mente nos vienen juegos como Celeste o Super Meat Boy como grandes exponentes de este subgénero. Un subgénero que se amplía en Nintendo Switch con la llegada de Sockventure, un plataformas de precisión que aterriza en la híbrida después de su paso por Steam.
Los desarrolladores de Sockventure, dos finlandeses que forman el estudio independiente Nighthouse Games y a los que tuvimos el placer de entrevistar hace unas semanas (a uno de ellos en concreto), definen el título como un colorido y frenético plataformas y aunque no ponemos en duda su palabra, hemos preferido ponernos a los mandos para comprobarlo nosotros mismos. ¿Nos acompañáis?
El placer de morir
Sockventure nos presenta a Supersock, un superhéroe encargado de rescatar los calcetines perdidos de un niño del interior de una lavadora malvada. Esta premisa tan simple como absurda, en el mejor de los sentidos, sirve de excusa para recorrer diferentes capítulos temáticos (centrifugado, lavado en seco, demasiado detergente…) mientras vamos sorteando trampas y peligros de todo tipo. Precipicios, pinchos, láseres, fuego… Ideas bastante conservadoras en su mayoría con alguna que otra novedad perfectamente integrada en el sistema de juego. La gracia, como os podéis imaginar, es llegar al final de cada uno de los diferentes tramos de los capítulos con vida. Y para ello podemos reintentarlo y reintentarlo hasta conseguirlo. Porque vamos a morir muchas, muchas veces.
Si bien es cierto que cuando en un mismo tramo se han muerto varias decenas de veces, uno puede empezar a frustrarse. El hecho de lograr avanzar cada vez un poco más hace que la frustración se convierta en un auto desafío. Queremos seguir probando, una y otra vez, por mucha tensión que haya, hasta lograrlo. De hecho, de los siete capítulos principales que hay, llegué hasta la mitad del sexto de una sola sentada. Después era ya la hora de cenar.
Eso sí, hay que tener muy claro el tipo de juego que es, porque no es para todo el mundo. Aquí no hay caminos alternativos, vidas extra o potenciadores. De hecho, ni siquiera hay enemigos o jefes finales. Estáis solo tú y el infernal camino hasta el siguiente nivel.
La vida es corta
Y el juego también. Al menos si se te da bien lo de correr y saltar en los videojuegos por entornos realmente hostiles. Hay niveles verdaderamente complicados en los que puedes pasar media hora y otros en los que llegas hasta la meta a la primera sin despeinarte. Es parte de la gracia del juego. En unas tres o cuatro horas podrías terminarlo aplicándote en la primera vuelta y hacerlo en menos de una hora si se te da realmente bien. Y sí, realmente bien significa exactamente eso, porque es un juego tremendamente difícil que lo apuesta todo a los nervios de acero del jugador. El más mínimo error puede condenarte a tener que repetir el nivel en el que estás en ese momento. Y eso está bien. El juego está diseñado para ser frustrante, ponerte al límite y sacar lo peor de ti según estás jugando. Eso lo hace tremendamente bien.
La rejugabilidad del título nos la ofrecen los capítulos oscuros, una suerte de niveles extra mucho más endemoniados que se pueden ir desbloqueando con las monedas que hay repartidas en los niveles principales. Además de eso, tenemos tablas de clasificación y objetivos de tiempo y monedas en cada capítulo, además de calcetines diferentes con los que vestir al protagonista y que vamos encontrando por los niveles. Para poder conseguirlo todo necesitamos volver sobre nuestros pasos para usar en zonas anteriores las nuevas habilidades que se desbloquean a lo largo de la aventura.
Hablando del juego en sí, funciona como un tiro en Nintendo Switch. Al ser un título centrado en su jugabilidad y no tanto en ser un portento técnico, los tiempos de carga son prácticamente inexistentes, los reintentos después de morir son inmediatos y moverse por los menús es realmente fluido. Da igual que sea en modo dock o en portátil, el juego vuela.
Onomatopeyas, música y color
El apartado artístico se aleja del simplismo de algunos de sus hermanos de subgénero e incluso del tan manido, pero siempre solvente, pixel art y nos deja con escenarios realmente vistosos y bonitos, aunque sin gran variedad. Han preferido centrarse en dar variedad a las situaciones de los doscientos niveles diferentes y se nota en que los decorados se van repitiendo, aunque sin llegar a hacerse pesados o cansarnos. Punto a favor por conseguir su objetivo.
En términos sonoros, la música es machacona y tensa, bastante repetitiva, pero funcional. Al terminar de jugar no va a quedarse resonando en vuestra cabeza como sí ocurre con otros juegos, pero en el momento de ponerse a los mandos con Supersock, cumple con su cometido. A esto hay que sumar los efectos de sonido de coger monedas, muy inspirado en los clásicos plataformas de antaño, o los sonidos cuando el personaje muere, ambos bastante logrados. Un detalle curioso es la sustitución de algunos efectos por onomatopeyas visuales que le dan una apariencia más comiquera al conjunto. Al fin y al cabo, el protagonista es un superhéroe de los de capa y capucha. Más o menos.
Lo que sí que se queda algo atrás es el diseño de personajes y su movimiento ortopédico. Principalmente el niño que controlamos de forma anecdótica al principio, con el que no apetece jugar mucho más. En cuanto al protagonista, simple y efectivo, sin grandes pretensiones y buscando la caricatura del superhéroe al dar forma a una especie de saco humanoide con un calcetín en la cabeza. Calcetín que, como he mencionado antes, puede cambiarse por otros según se van encontrando. No aportan nada más que una apariencia ligeramente diferente, pero ahí están.
Sockventure – En busca del calcetín perdido
Inspirándose en el dramático realismo de los calcetines perdidos en la lavadora, Sockventure le da un giro a la realidad con un plataformas de precisión solvente con el que poner a prueba nuestros nervios y paciencia. Ágil, frenético y desafiante, Sockventure cumple con lo que promete y nos deja con un título que aunque no es para todo el mundo, sí que sabe ganarse un hueco en el corazón de los jugadores más experimentados.
Técnicamente no busca romper ninguna barrera y no le hace falta, el juego se centra en dar una experiencia satisfactoria y fluida que funciona a las mil maravillas en Nintendo Switch, plataforma en la que por el momento solo está en formato digital. Si lo que buscáis es un juego de plataformas que va a llevaros al límite con el que comprobar qué tal esos nervios de acero, este es un perfecto candidato. Si la paciencia no es vuestra mayor virtud o preferís algo más relajado, esperad al siguiente tren porque este no es.
Hemos analizado Sockventure gracias a un código digital cedido por Versus Evil. Versión analizada: 1.0.0
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