No todo el mundo juega a videojuegos con el único objetivo de divertirse. El panorama actual, en muchas ocasiones, ha asumido su potencial de expresión artística y narrativa y lo está aprovechando a base de bien. A día de hoy, tenemos propuestas que no buscan ser un entretenimiento a secas, sino que pretenden crear sensaciones, llevarnos a vivir experiencias que trasciendan la jugabilidad y entren en terrenos de lo más interesantes. Podríamos contar el género de supervivencia como una familia de títulos de este tipo. La gracia está en sobrevivir, y para ello, muchas veces, es necesario sufrir y sudar la gota gorda. Y es una experiencia de inmersión que pocos medios artísticos o audiovisuales pueden lograr mejor que un videojuego. Ashwalkers es un ejemplo de ello.
Hervé Bonin, cofundador de Dontnod (Life is Strange) debuta con su nueva compañía, Nameless XIII, y vuelve a darnos un título en el que la narrativa y la toma de decisiones tienen un peso muy elevado que determina la experiencia de juego. Pero esta vez se atreve a ir un paso más allá y nos sumerge en una atmósfera hostil, postapocalíptica, en la que cada paso es clave a la hora de sobrevivir. Se estrenó en 2021 en PC y ahora ha llegado a Nintendo Switch. ¿Qué tal le sienta a la híbrida esta exigente aventura? Poneos máscara y traje antirradiación, salimos al exterior.
Misión: salvar a la humanidad
Nos hallamos en un futuro no demasiado lejano, 200 años después del comienzo del desastre climático. La población mundial ha sido diezmada y los supervivientes habitan en cúpulas. En el exterior sólo hay criaturas salvajes, nevadas, tormentas de ceniza y lluvias ácidas. La misión de Petra, Sinh, Kali y Nadir no puede ser más crucial: se embarcan en un viaje en busca de la Cúpula de las Cúpulas, un lugar en el que habría espacio para que todos los supervivientes puedan reunirse y vivir a salvo de las inclemencias del apocalipsis. Pero esa misión no será sencilla, ni mucho menos.
El exterior es hostil y está lleno de peligros. El principal de ellos es el clima y la escasez de recursos. El primer escollo de Ashwalkers se halla en su nivel de exigencia: los recursos que puedes acumular son limitados y las necesidades de los personajes necesitan ser cubiertas. Ya sea calor, energía o comida, es importante vigilar que los valores no caigan a cero. Porque si lo hacen, comienza a disminuir la vida de los personajes, y si cae a cero, mueren definitivamente. Si 3 personajes mueren, el cuarto se rinde y da su misión por fracasada, con lo que nos encontramos con un game over.
La clave para esto está en gestionar los recursos. La comida para alimentarse, las medicinas para curarse, y sobre todo, la madera para encender hogueras. En las hogueras, los personajes pueden cocinar los alimentos, con lo que su barra de comida sube más. También pueden descansar y calentarse, e incluso quedarse charlando a su calor. Gestionar quién vigila, quién descansa, e incluso si podemos enviar a alguien a buscar más recursos (no es seguro que los encuentre) es fundamental para no morir prematuramente.
Ashwalkers no escatima en finales
Ashwalkers nos sumerge en una narrativa no lineal en la que cada decisión y cada paso cuentan. Cada uno de los cuatro personajes tiene un alineamiento: reflexivo, violento, negociador y sigiloso. Las decisiones que tomamos se basan en uno de esos cuatro parámetros y condicionan nuestro camino. Las acciones siempre tienen consecuencias tangibles y diferenciadas, y en ocasiones tenemos que tomar decisiones incómodas en las que no parece haber solución buena. Esto afecta al optimismo del grupo, un parámetro muy importante también.
Dependiendo del camino que tomemos en nuestra aventura, del estado de salud y ánimo de nuestros personajes y de las decisiones que tomemos, llegamos a un final u otro. Y hay ni más ni menos que 34 (35 si contamos el game over, en el que todos los personajes caen). Para llegar a estos finales, tenemos que repetir la aventura una y otra vez. Esto puede ser una pega para muchos jugadores, ya que el camino a seguir hasta el final, salvo por un par de momentos de bifurcación, es siempre el mismo, y puede llegar a cansar. Pero, si se tiene paciencia y se le da la oportunidad, es sorprendente. Porque es difícil describir por qué, pero Ashwalkers tiene algo que engancha, que anima a descubrir más, a buscar todos los desenlaces posibles.
Hay, también, un par de ventajas en este aspecto. La primera es que el recorrido no es largo en absoluto, apenas supera la hora y media de juego. La segunda es que, una vez alcanzado alguno de los finales (excepto el de la muerte), el juego te permite iniciar una partida personalizada en la que puedes decidir cómo y desde dónde comenzar el recorrido. Por lo tanto, si puede más la curiosidad narrativa que las ganas de completar todo el recorrido desde el principio, la oportunidad está ahí. En la versión de Nintendo Switch hay razones para el hastío y resulta complicado tener paciencia, por motivos que explicaremos más adelante. Gracias a esta libertad concedida en el post-game, tras completar la primera ruta, se hace menos tedioso.
Lo artístico juega a favor en (casi) todos los sentidos
El apartado artístico de Ashwalkers podría llegar a definirse como austero, pero efectivo. La banda sonora es en todo momento bastante ligera y predomina la ambientación por encima de la composición. Y esto está perfecto, porque es exactamente lo que pide un título con esta estructura: una experiencia totalmente inmersiva. Lo mismo sucede con el estilo artístico, con escenarios y personajes en blanco y negro que aumentan la inmersión y la sensación de angustia, y algunos elementos concretos en rojo que resaltan la sensación de peligro. El efecto de dibujado que tienen personajes y escenarios también favorece esto. Y el diseño de los personajes no jugables, simples siluetas de ceniza en permanente desvanecimiento, le da un toque estelar a la atmósfera.
El mayor problema de este apartado artístico se encuentra en la coherencia y en la accesibilidad. En ocasiones, lo que nos están narrando tiene poco o nada que ver con lo que se está mostrando en pantalla, una incoherencia que rompe un poco la inmersión. Pero peor es el tema de la visibilidad de los textos. Hay textos blancos sobre fondo gris claro, otros que directamente se ven borrosos… Y ni un solo apartado de opciones para mejorar este aspecto. Incluso en modo sobremesa cuesta leer algunas cosas, pero en modo portátil, hay textos casi ilegibles. Es aquí, en lo técnico, donde Ashwalkers comienza a hacer aguas.
Un apartado técnico «a-port-calíptico»
Las comparaciones, en esta ocasión, son odiosas. Si uno observa el rendimiento de Ashwalkers en PC y compara con Nintendo Switch, puede que se lo piense dos veces a la hora de echarle mano a la versión de la híbrida. Y es que el mayor obstáculo que nos encontramos para disfrutar de este título en la consola de la gran N no es el inhóspito clima al que se enfrentan los personajes, ni la dificultad de gestionar los recursos sin morir en el intento, sino los problemas técnicos de gran calado que enturbian la experiencia de forma notable.
Para empezar, el rendimiento del título es muy bajo. La cantidad de FPS es permanentemente baja, dando la sensación de que el título funciona a trompicones. La programación de colisiones está muy poco pulida, y lo mismo nos deja atravesar una estantería o una mesa que provoca que el personaje se atasque en caminos estrechos. Un problema gravísimo cuando cada segundo es crucial para mantener a tus personajes con vida. Y la navegación por los menús también son un problema. En ellos aparecen bugs en los que el cursor se duplica, el control se atasca, no responde, e incluso obliga a salir de la partida para volver a entrar. La brillantez de la experiencia narrativa y jugable se pierde luchando contra las inclemencias de lo técnico.
Ashwalkers – Nintendo Switch. Hace falta ir más preparado al apocalipsis
Lo que podría ser una experiencia inmersiva brillante, única y adictiva, se convierte en Nintendo Switch en una lucha contra los elementos. No es que Ashwalkers sea injugable, ni mucho menos. Hemos podido completar casi una decena de finales y la experiencia narrativa ha sido realmente única. Sin embargo, el port para la híbrida necesita una mejora sustancial para convertirse en lo que, sin duda alguna, es una extraordinaria combinación de narrativa y supervivencia capaz incluso de embaucar a jugadores poco familiarizados con el género. Con suerte, si revisitamos este análisis dentro de un tiempo, muchos de los problemas se habrán arreglado. Pero, hasta entonces, nos hemos conformado con salir con vida del desierto de cenizas.
Hemos analizado Ashwalkers gracias a un código digital proporcionado por Meridiem Games. Versión analizada: 1.0.0.6
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