Témperas, acuarelas, ceras, lápices, rotuladores, rellenar, no salirnos de la línea… Pensar en colorear es, para casi todo el mundo, conectar de la forma más directa posible con nuestra más tierna infancia. Pocas cosas hay que le gusten más a un niño pequeño que coger un papel en blanco, o con un dibujo sin colorear, y darle el color que pide a gritos. Pintar es una estimulación artística de lo más básica, y aunque muchos la dejamos atrás con los años, no son pocos los que siguen disfrutando del bello arte de la pintura durante toda su vida. Los videojuegos, con el potencial artístico que albergan, son también un lienzo en blanco que da posibilidades muy parecidas a esas que arraigan en nuestro recuerdo. Últimamente tenemos muchos ejemplos jugables de cómo el color puede ser la base de un gran título. Chicory: A Colorful Tale es una muestra más.
El desarrollador independiente norteamericano Greg Lobanov se apoya en la distribuidora Finji, responsable de obras maestras como Night in the Woods, para hacernos llegar este título repleto de color. Una aventura en la que la gama cromática tiene mucho que decir, y en la que evocaremos a esa parte de nuestro interior que nos devuelve a la más tierna infancia. ¿Estáis preparados para coger el pincel y comenzar a colorear el mundo? Preparad la paleta y tensad el lienzo, porque comienza la aventura.
Picnic se ha quedado en blanco
El mundo de Picnic, que siempre ha estado lleno de color gracias a la artística labor de los Artífices, se ha quedado en blanco. La Artífice actual, Chicory, no sale de su habitación, y el legendario pincel se ha quedado sin dueño. Y nuestra protagonista, una simple limpiadora que sólo pasaba por allí, se lo ha encontrado y ha pensado que cogerlo era una buena idea. Y quizá lo era, pero trae de la mano una grandísima responsabilidad: recorrer el mundo y devolverle el color. En otras palabras, se ha convertido en Artífice sin comerlo ni beberlo.
Sin embargo, nuestra misión no se basa únicamente en algo tan bello como colorear el mundo. También tenemos que averiguar por qué ha perdido el color de repente. Descubrir qué le pasa a Chicory, entender por qué hay unos misteriosos árboles oscuros apareciendo a lo largo y ancho del territorio… Nos embarcamos en una aventura en la que tenemos que hacer frente a una misteriosa fuerza que amenaza con arrebatar el color a Picnic de una vez y para siempre. Igual eso de coger el pincel tan alegremente no era tan buena idea después de todo. Pero no diremos nada más. Cuanto menos sepáis antes de adentraros en la aventura, mejor.
Chicory: A Colorful Tale pinta de maravilla
Nos encontramos ante un título de aventuras en 2D de manual. Exploramos, experimentamos cómo responde el mundo a nuestro pincel, nos entregamos al mazmorreo, desbloqueamos nuevas habilidades y abrimos nuevos caminos para seguir explorando y conociendo más sobre la historia. Así nos movemos en un mapa repleto de recovecos y secretos, en el que los puzles tienen mucho protagonismo y en el que el color es nuestro mejor amigo. Distintos coleccionables, misiones secundarias, relaciones amistosas con los habitantes de Picnic… Hay mucho que hacer en Chicory: A Colorful Tale. Y podemos hacerlo en solitario, o con un segundo jugador que, aunque no controla a ningún personaje, maneja su propio pincel. ¡Podemos pintar el mundo en buena compañía!
Nuestro pincel es nuestra herramienta principal durante todo el desarrollo del título. En cada lugar que visitamos tenemos disponibles un total de cuatro colores para pintar las cosas a nuestro gusto. Sí, sólo cuatro. Se echa de menos algo más de flexibilidad en ese aspecto, pero en realidad son más que suficientes para colorear todo lo que hay en cada recuadro del mapa. Todo está en blanco y podemos utilizar los colores como queramos para construir paisajes de lo más pintorescos. El mapa de Picnic es grande y tenemos para rato si queremos impregnar de color hasta el último rincón. Y cuando decimos hasta el último rincón estamos incluyendo a todos los personajes del juego, incluida la protagonista.
Los poderes del Artífice
Al principio sólo disponemos de un trazo de pincel, eso sí, de tres tamaños diferentes y configurable a placer. Pero la exploración y el avance en la historia nos ayuda a desbloquear nuevos trazos y formas. Patrones de puntos y de líneas, corazones, estrellas, relleno de color y otras sorpresas se van sumando a nuestro repertorio pictórico. Incluso tenemos la ocasión de hacer nuestro propio diseño de pincel para plasmar la forma que queramos de forma sencilla. Hay mucha libertad artística en Chicory: A Colorful Tale, y esta también pasa por nuestro instrumental de coloreado, ampliando mucho las posibilidades.
El pincel sirve para mucho más que pintar. A medida que avanzamos en la aventura y derrotamos a jefes, aumentamos nuestra sincronización con el pincel, o lo que es lo mismo, desbloqueamos una nueva habilidad. Desde cosas sencillas como saltar o nadar hasta navegar por la tinta por suelos y paredes al más puro estilo Splatoon. Cuanto más avanzamos, menos límites tenemos para explorar en profundidad el mapa de Picnic. Todo esto, con un diseño de niveles muy bien medido, que consigue que la exploración sea tremendamente satisfactoria.
Mucho por hacer en Chicory: A Colorful Tale
Como ya hemos comentado, hay mucho por hacer en este mundo. Y es que tenemos tareas secundarias a patadas. Para empezar, un pobre señor ha perdido a sus peques (gatitos) y están escondidos en árboles por toda la geografía de Picnic. También hay restos de basura en muchos lugares del mapa. Devolver a los gatitos a su padre nos sirve para desbloquear series de muebles, podemos intercambiar la basura por plantas decorativas. Todo esto, a su vez, es útil para decorar ciertos lugares del mapa, una tarea secundaria que algunos personajes nos proponen. Desde nuestra propia habitación hasta un ático para una fiesta, pasando por un jardín.
Además, podemos cambiar nuestra vestimenta. Y para ello, hay decenas de sombreros y trajes escondidos por todo el mapa en cajitas de regalo. Algunos, eso sí, se desbloquean haciendo misiones secundarias, como la del cartero de Cenas, que se ha quedado sin ayudante y necesita a alguien que reparta el correo a otros lugares. Completar la historia principal nos lleva alrededor de 10 horas, pero tenemos para unas cuantas más si nos proponemos reunir cada gato, cada pieza de basura, cada estilo de pincel y cada vestimenta.
Arte dentro del arte… Aunque no siempre es placentero
Chicory: A Colorful Tale no deslumbra únicamente a la vista con sus agradables colores pastel y su amable diseño artístico. También lo hace al oído, con su banda sonora. La gran mayoría de ésta se compone de melodías suaves, composiciones de instrumentación clásica y muy climáticas, pero en toda esta calma hay momentos de auténtica brillantez. Entrar a una batalla contra un jefe es sinónimo de escuchar algo que nos va a sorprender. Particularmente, la melodía del segundo jefe, Probably Ancient Evil, un temazo electrónico que coge completamente por sorpresa. Un brillante trabajo por parte de Lena Raine, encargada de la banda sonora del juego.
Por desgracia, no todo pinta tan bien. Hay dos aspectos técnicos que pesan bastante a la experiencia. Justamente las batallas con los jefes son los momentos en los que más sufre el título. Su jugabilidad es tremenda, y su uso del color y de los negativos es brillante… Pero hace que el rendimiento pague un precio demasiado alto. Es muy frecuente comenzar los combates contra jefes con radicales caídas de frames, congelaciones e incluso algún error fatal que hace que el juego se cierre o que tengamos que cerrarlo. El autoguardado nos salva el progreso, pero resulta muy molesto en un momento de clímax como es el combate contra un jefe.
En cuanto a la jugabilidad, en Chicory: A Colorful Tale es recomendable olvidarse del mando Pro. Con él, el control del pincel es algo lento. El control por movimiento del Joy-Con y el control táctil en modo portátil agilizan bastante esto. Sin embargo, el mapeado de botones, que intenta ser flexible pero se queda algo corto, no es nada intuitivo. Según juguemos en sobremesa o portátil, este mapeado experimenta cambios que hacen que resulte algo difícil hacerse del todo con los controles, sobre todo si somos de los que aprovechan al máximo la versatilidad de Nintendo Switch. Si bien no llega a empañar del todo una experiencia jugable realmente estimulante, sí que le juega en contra lo suficiente como para mencionarlo.
Chicory: A Colorful Tale – Nintendo Switch. Llenando nuestras vidas de color
Un mapa repleto de contenido y cosas que descubrir, una historia llena de misterio, que no se olvida de dejar una moraleja y que no escatima en sorpresas, una gama de colores pastel realmente agradable para la vista y una banda sonora con composiciones brillantes y muy inspiradas… Chicory: A Colorful Tale se hace hueco entre esa colorida gama de títulos que demuestran que jugar con el color, si se hace bien y se aprovecha para enriquecer la jugabilidad, da un resultado fantástico. Nunca es tarde para volver a armarse con un pincel y dar un poco más de color a nuestras vidas.
Hemos analizado Chicory: A Colorful Tale gracias a un código digital cedido por Finji. Versión analizada: 1.0.1
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