Durante el E3 de 2021, todos pudimos ver claramente cómo se abría de repente un portal temporal y aparecía un Delorean a toda velocidad directamente desde finales del siglo XX. No, no eran Marty McFly y Doc Brown los que pilotaban el Delorean. El piloto era Nintendo y el copiloto Raw Thrills, . Y aunque estamos más que acostumbrados a que la compañía japonesa nos traiga reliquias del pasado a Nintendo Switch, es cierto que esta vez se trataba de una reliquia algo especial. Una que tiene mucho cariño de sus jugadores y que absolutamente nadie se esperaba. Con un catálogo tan destacado como el que tiene Nintendo 64, la saga Cruis’n rara vez se cuenta entre las más recordadas. Pero ahí estuvo, haciendo las delicias de los amantes del arcade… Y ahí vuelve a estar, gracias a Cruis’n Blast.
La cuestión es que los norteamericanos llevan ya unos años teniendo la ocasión de disfrutar de Cruis’n Blast, eso sí, a través de las máquinas de arcade, viviendo la experiencia en su estado más puro. Ahora, este apreciado título de carreras acelera, coge la rampa y ejecuta un triple tirabuzón en el aire para aterrizar en la consola de los Joy-Con. La experiencia arcade de velocidad llega a Nintendo Switch dispuesta a demostrar que sigue muy viva y que, de hecho, es más frenética y vertiginosa de lo que nunca fue. ¡Montad en el asiento del copiloto, nosotros conducimos!
Poniendo el coche a punto
Es la hora de arrancar, y es sencillísimo hacerlo. Cruis’n Blast es una experiencia tremendamente accesible gracias a su jugabilidad. Necesitamos, como mucho, cuatro botones para controlar nuestro vehículo: joystick izquierdo para girar, A para acelerar, doble A para hacer caballitos, L para ejecutar los turbos y R para hacer derrapes. Incluso pueden ser menos, porque tenemos la opción de activar la aceleración automática y la de controlar los giros a través del giroscopio. Y fuera de las carreras, incluso podemos manejar absolutamente todos los menús mediante el control táctil. La experiencia arcade es así: sencilla y accesible. Y aquí lo han bordado. ¡A conducir!
La cuestión es… ¿Qué coche nos apetece conducir? Es más, ¿acaso nos apetece conducir un coche? Comenzamos con un número bastante modesto de vehículos, pero a medida que avanzamos y ganamos carreras y dinero podemos desbloquear motos, vehículos licenciados como el Hummer o el Corvette, pero no sólo eso. Un helicóptero, un triceratops, un ovni y hasta un unicornio son algunas de las disparatadas y divertidas opciones de conducción que tenemos. Cada coche sube de nivel conforme ganamos carreras con él, y eso nos permite añadirle nuevas luces, un nuevo chasis y un nuevo motor. ¿Quién no querría un dinosaurio con la cabeza blindada?
Preparados… Listos… ¡Cruis’n Blast!
Una vez estamos listos, comienza la velocidad. Tenemos un total de 4 modos de juego en Cruis’n Blast. En primer lugar, está el modo Tour Mundial, en el que competimos en 6 torneos de 4 carreras cada uno. Todos los torneos son temáticos, y la coherencia de cada tema le añade un toque de diversión único: en la Copa Fuga nos persiguen coches de policía, en la Copa Jurásica todo está lleno de dinosaurios… Los escenarios, así como lo que sucede en ellos, son una parte esencial de las carreras, increíblemente locas y frenéticas. El toque de dinamismo se eleva al cubo gracias a las temáticas de las copas.
Al margen de este modo de juego, tenemos el Arcade Clásico, en el que podemos recorrer los 5 circuitos originales de la máquina arcade, el modo Contrarreloj, en el que competimos contra nosotros mismos para batir nuestras marcas, y el modo Carrera Individual, en el que podemos disfrutar por libre de una carrera en cualquiera de los 29 circuitos que incluye el juego. Aparte de esto, encontramos un esencial de los títulos de carreras: el modo Multijugador. Podemos reunir hasta a 4 personas en nuestra Nintendo Switch o conectando con otras mediante la conexión local. En el modo multijugador podemos disfrutar de todos los modos anteriores excepto uno: la Contrarreloj es sustituida por un modo de competición al mejor de tres.
Avanzamos a mucha velocidad, quizás a demasiada
Además del dinero que obtenemos al completar cada carrera, cada circuito consta de 3 llaves escondidas. Conseguir dinero y llaves es esencial para desbloquear y comprar nuevos vehículos, así como para adquirir las mejoras estéticas que se desbloquean al subir el nivel de cada uno de ellos. En definitiva, si queremos conseguir las 87 llaves y comprar y mejorar todos los vehículos hasta su nivel máximo, tenemos para un buen puñado de horas del juego. Pero Cruis’n Blast tiene un punto en contra… Y es que una grandísima parte de su rejugabilidad, si no toda, se fundamenta en eso.
Lo cierto es que, si no eres un jugador completista, no es sencillo sacarle demasiado partido al título. Completar el Modo Tour y los 5 circuitos arcade en Modo Normal puede llevarnos en torno a 3 horas de juego, 4 como mucho. Si no te apetece completar los 4 niveles de dificultad del Modo Tour y conseguir todas las llaves y todos los coches, no hay mucho más que puedas hacer. Si quieres ir a por todas en Cruis’n Blast, te lo vas a pasar realmente bien y vas a tener muchos desafíos por superar. Pero si no, piénsatelo bien.
Todas las carreras son diferentes… Pero iguales
La unión entre una banda sonora de lo más cañera, efectos de sonido notables y un estilo gráfico luminoso y desenfadado da como resultado un frenesí espectacular, que se disfruta de forma estable tanto en modo sobremesa como en modo portátil. Las llaves ocultas de cada circuito, eso sí, se vuelven más desafiantes si jugamos fuera del dock, por el tamaño de la pantalla y la velocidad de las carreras. Los entornos de cada circuito hacen que la motivación esté al máximo en cada carrera, pero hay algo que lastra ese frenesí, especialmente si llevamos un buen rato jugando, y es la sensación de que, bajo toda esa capa de locura, todas las carreras tienen el mismo guion.
Cuando arrancamos, da igual que lo hagamos con turbo o no, siempre empezamos últimos, o penúltimos con algo de suerte y en modo fácil. A partir de ahí, el guion es siempre el mismo: 2 coches en cabeza codo con codo, otros 2 con algo de distancia con ellos, un pelotón de 3 coches más atrás, y otros 2 en el vagón de cola junto a nosotros. Al final, cada carrera es una remontada totalmente idéntica a las demás en la que, si bien sólo influye nuestra habilidad de conducción, no hay ni una sola variante en la inteligencia artificial.
Si no nos importa demasiado eso, hay que admitir que se trata de una jugabilidad muy satisfactoria, y realmente desafiante si nos vamos al modo Difícil o más allá. El uso de las rampas y turbos del terreno, de los derrapes, de nuestros propios turbos y de los choques para destruir a nuestros rivales en pedacitos (literalmente) es esencial para progresar en las carreras. Si aceptamos los desafíos que determina la dificultad del juego, vemos que, aunque el guion sea plano, no nos regala nada. Tenemos que jugar con cabeza y exprimir al máximo nuestra habilidad para ganar.
Cruis’n Blast – Era un domingo en la tarde y fui a los coches de choque…
Locura, desafío, justicia, satisfacción y accesibilidad son los cinco sustantivos que mejor definen Cruis’n Blast. Usar un unicornio para adelantar a un Hummer. Sentir que cada derrape, cada curva y cada uso de los turbos cuenta. Notar cómo la victoria no viene de regalo, sino que es puramente mérito nuestro. Y, por último, pasar por todo eso de forma accesible e intuitiva. El arcade regresa a Nintendo Switch arrastrando sólo un par de defectos: la escasa duración de lo básico y la repetitividad del guion de las carreras. Si uno es capaz de abstraerse de ambas cosas, tiene en sus manos un título que supone garantía de risas, diversión y velocidad a tope.
Hemos analizado Cruis’n Blast gracias a un código digital cedido por Raw Thrills. Versión analizada: 1.07
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