Han pasado quince años desde el lanzamiento del Spelunky original y tras su multitud de iteraciones en distintas plataformas, Derek Yu publica Spelunky 2 donde recupera, amplía y mejora las mecánicas del primer título ofreciendo una secuela continuista en todos los sentidos pero a su vez plagando de novedades cada uno de sus desquiciantes niveles.
Lanzado en 2020 en PC y PlayStation 4, tanto la secuela como el título original llegaron a la consola híbrida de Nintendo el pasado 26 de agosto y hace unas semanas ya te contamos qué nos parecía el primer juego, uno de los clásicos que recuperó y reformuló el género de los roguelikes, siendo el antecesor de todos los que vendrían después, viviendo ahora un momento dulce con maravillas como Hades, por ejemplo. No obstante, ¿está Spelunky 2 a la altura de lo visto en el primer juego? ¿Acierta Mossmouth con los cambios realizados? ¿Merecen la pena sus novedades? Te lo contamos en este análisis.
El eterno debate de las secuelas
El mantra «segundas partes nunca fueron buenas» caló tan hondo en la opinión popular que cualquier secuela se ve con recelo a pesar de las muchas excepciones que existen y que, más que confirmar, anulan esa regla. No todas las continuaciones tienen que ser, por definición, peores que la original y eso es algo que vemos en todo tipo de expresiones artísticas. Este argumento es difícil de defender con una industria como la del cine, responsable de pergeñar infamias como «Staying Alive», improbable secuela de «Fiebre del Sábado Noche» dirigida, ojo, por Sylvester Stallone; «Grease 2», cambiando a Travolta y Newton-John por un pan sin sal como Maxwell Caulfield (si no sabes quién es, no te pierdes nada) y una estupenda -cómo siempre- Michelle Pfeiffer que ni aún así consigue levantar una película fallida desde el minuto uno. Hay quien dice que existe incluso una secuela de «Los inmortales» pero no es verdad. Nunca ocurrió y no debemos hablar de ello.
Pero que esos ejemplos no impidan ver la realidad: hay buenas segundas partes. Y no hace falta decir las tres de siempre (El Padrino II, Terminator II y Aliens: el regreso) o la madre de todas las secuelas: «El imperio contraataca». «Arma Letal II» es superior a la primera en tanto en cuanto la relación entre Riggs y Murtaugh ya está construida, se olvida la angustia y seriedad de la original y se convierte en una buddy movie divertidísima. «Star Trek II: La ira de Khan» es una aventura espacial con momentos memorables, como la despedida de Spock aunque aquí jugamos con ventaja porque, como todo el mundo sabe, las películas buenas de la saga son las pares. «El caballero oscuro» o «Mad Max 2: el guerrero de la carretera» son claros ejemplos de películas que mejoran el producto original. Incluso «Ghost Rider: Espíritu de venganza» es mil veces mejor que la primera por varias razones: Nicolas Cage (más) pasado de vueltas, la presencia de un Idris Elba que se apunta a un bombardeo y la dirección de los macarras encargados de la no menos macarra «Crank». Mejora a la original con creces (lo que no era difícil) y en esa colina moriré.
Pero aquí hemos venido a hablar de videojuegos. Cualquier entrega de los Grand Theft Auto modernos ha ido mejorando a las anteriores. Al menos en cuanto a jugabilidad, técnica y ambición, en cuanto a historia y carisma de los personajes podemos diferir. Servidor prefiere a Tommy Vercetti por encima de cualquier otro pipiolo que os encontréis en la Grand Theft Auto Trilogy o al Niko Bellic de GTA IV; personajes como Trevor del GTA V son ya palabras mayores. El fenómeno «Street Fighter» no sería el que es sin «Street Fighter 2», «Resident Evil 2» le da sopas con hondas al primero y si no nos quedamos solo en segundas partes, nadie puede dudar de que «Super Mario Bros 3» supera ampliamente a sus antecesores, de que «Castlevania: Symphony of the night» sigue siendo el mejor «Castlevania» y «The Witcher III: Wild Hunt» es un referente en el género de los RPG, algo que no consiguieron los dos anteriores.
Por supuesto todas y cada una de estas afirmaciones son del todo subjetivas, como la opinión sobre Spelunky 2 (que es a lo que hemos venido) ¿Mejora esta secuela al juego original lanzado hace quince años? La respuesta rotunda (y subjetiva) es claramente un sí.
De vuelta a la mina
Spelunky 2 repite la misma fórmula de su predecesor: entramos en una mazmorra generada proceduralmente, la recorremos tratando de sufrir el mínimo daño imprescindible, recolectamos todo el tesoro posible que nos sirve para comprar objetos a lo largo de la aventura e intentamos sobrevivir a las trampas y enemigos mientras buscamos la salida de cada nivel, abriéndonos paso con bombas o con cuerdas para alcanzar las plataformas menos accesibles. Todo esto, claro, normalmente sin éxito lo que nos lleva a empezar la aventura de cero, sin ninguno de los objetos o el tesoro recogidos antes de morir, repitiendo el proceso una y otra vez tras cada muerte, como en cualquier roguelike. Odiando y amando a la vez unas mecánicas y un juego que pondrán a prueba nuestra paciencia durante el viaje que supone enfrentarse a un título como este.
Como con cualquier segunda parte, es inevitable hacer comparaciones con el producto matriz. La jugabilidad y su alto nivel de dificultad fueron claves en el éxito en la entrega original y ahora, en su secuela, las encontramos ampliadas y mejoradas. En cuanto al diseño artístico no encontramos demasiadas diferencias, con un estilo colorista a caballo entre el cómic y la imaginería pulp de la que beben los dos títulos de la saga, aunque, eso sí, algo más suavizados. El apartado gráfico en sí también es muy similar y fluido, incluso en determinados momentos con sobrecarga de efectos como las explosiones de las bombas o con varios enemigos en pantalla. Todo esto, tanto en modo sobremesa como en portátil. En lo que se refiere a la música y los efectos sonoros son una maravilla.
Donde vemos realmente que la cosa ha cambiado es en el control, uno de los puntos más frágiles del primer juego que ahora es mucho más preciso y fluido lo que nos impedirá echarle la culpa tras cada una de las muchas y variadas muertes que acumulamos en la aventura. Más niveles, más enemigos, más trampas y más formas de morir. La misma fórmula que en el primer Spelunky pero mejorando los puntos que resultaban más conflictivos o menos pulidos. Sin embargo, este continuismo tan comprensible como esperable, puede causar a más de una y más de uno la sensación de que nos encontramos ante una secuela que no ha arriesgado demasiado. A lo mejor tampoco hacía falta hacerlo.
Cuanto más cambian las cosas, más siguen igual
Ana, la hija del spelunker original, sustituye a su padre protagonizando Spelunky 2. La acción tiene lugar en la Luna, a dónde Ana viaja para buscar a sus padres perdidos en una misión de exploración, solo para encontrarse un nuevo templo dedicado al dios Olmec, el de la primera entrega. Se cambia además la forma de recuperar vida entre niveles: si en el primer Spelunky rescatábamos damiselas en apuros, ahora rescatamos un simpático perrete, pero el objetivo es el mismo. Por supuesto hay más novedades jugables como, por ejemplo, utilizar animales como montura que nos ayuden a movernos por los niveles, más objetos, más personajes ocultos, nuevos enemigos, la posibilidad de elegir distintos caminos en la aventura, la inclusión de logros y, claro, nuevas trampas.
Pero más allá de todo lo anterior, la sensación de novedad es escasa porque la jugabilidad es la misma, calcada a la del título original aunque, como ya hemos dicho, mejorada. Se podría decir que Mossmouth ha tocado lo justo para mejorar y continuar con una fórmula que supuso un rotundo éxito hace quince años. Y desde luego no se queda anticuada pero tampoco llega a sorprender. Sería de lo más injusto -y erróneo- calificarlo como una expansión del primero pero puede que haya quién lo sienta así, de la misma forma que habrá quien considere perfectos y justos los añadidos en esta nueva iteración. Y es que no todas las secuelas tienen que ser una revolución, algunas solo necesitan, como Spelunky 2, mejorar lo que se podía mejorar y, recurriendo otra vez a la sabiduría popular, seguir esa otra máxima que dice que si algo funciona bien, mejor no tocarlo.
La mayor novedad se encuentra en su modo multijugador. Se puede vivir la aventura de forma cooperativa, tanto en local como online, aunque sin duda es bastante más atrayente el modo arena donde combatimos (aquí sí solo en modo local) contra otros tres exploradores. También podemos probarlo sin otros seres humanos gracias a la inclusión de bots. Algo que sí ha cambiado es la dificultad del título aunque los amantes de lo hardcore pueden quedar tranquilos porque esta no se ha suavizado, más bien al contrario. Spelunky sigue siendo un juego de ensayo, error y muerte. Cuando creemos conocer lo que hacen todos los enemigos y trampas del escenario, nos encontramos uno nuevo que nos mata destrozando nuestras ilusiones y el «esta vez, sí» cuando estamos a punto de salir del nivel. Esto forma parte de la esencia del juego y está bien que se haya mantenido aunque, desde luego, puede agotar la paciencia de cualquiera. Pero lo más importante, la adicción que genera la sensación de pegarse constantemente contra una pared hasta que avanzas, eso sigue intacto.
Spelunky 2 – Harder. Better. Faster
Como aquella canción de los Daft Punk, Spelunky 2 es «más difícil, mejor y más rápido», mejorando todo lo visto y disfrutado en el original. Mejora el control, mejora el apartado gráfico, mejora el sonido y los efectos visuales; mantiene su elevada capacidad de adicción y añade unas cuantas novedades que hacen del título mucho mejor juego que su predecesor y que encantará a los fans del primer título. Aún con todo, se le pueden poner en el debe dos cosas. La primera es su dificultad, tan elevada que los fanáticos de la primera entrega la abrazarán con locura y que, por contra, llevará a la locura a aquellos que no toleren bien la frustración. Tirando (otra vez) de tópicos: no es un juego para todo el mundo. La segunda es que no es una secuela que arriesgue (y ni falta que hace). Ajusta solo lo justo las tuercas de una fórmula que funcionó -y funciona- muy bien y esto puede agradar a muchos fans del primer juego y darle la sensación a otros de estar jugando a más de lo mismo con algunos parches. Volviendo al símil cinematográfico, Spelunky 2 sería «Teen Wolf 2». Repite prácticamente el mismo argumento, solo cambia el escenario, aparecen nuevos personajes secundarios (se cambia hasta de protagonista con un joven Jason Bateman) y deja a un lado el baloncesto a favor del boxeo. Por suerte ahí termina la comparación. Spelunky 2 tiene mucho más que ofrecer y es mejor juego que el primer Spelunky, no como la -prescindible- secuela mencionada.
Hemos analizado Spelunky gracias a un código digital decido por Mossmouth. Versión analizada: 1.25
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