Hablar de Mega Man es hablar de una parte fundamental de la historia de los videojuegos. Una parte que, afortunadamente, se sigue extendiendo y ramificando a día de hoy. Una saga conocida en Japón como Rockman (ロックマン Rokkuman) cuya primera entrega, todo un hito dentro de las plataformas de acción en 2D, llegó a Nintendo Entertainment System (NES) a finales de 1987 para revolucionarlo todo. Al menos en territorio nipón, ya que en Europa aún tuvimos que esperar un par de años para poder poner a punto nuestro blaster. Una vez puestos en antecedentes, que nadie se asuste. Esta nueva entrega de NESxtalgia no pretende ser un soporífero homenaje, a nuestro querido Mega Man, plagado de detalles técnicos que, a pesar de ser de gran importancia para la historia misma de los videojuegos, ya han sido tratados en cientos sino miles de artículos. Ni muchísimo menos. Un servidor solo pretender proyectar en estas líneas sus vivencias con uno de los juegos que marcaron con mayor fuerza su impronta jugable.
Fight Mega Man for everlasting peace!
Corría el año 20XX y la sociedad vivía en una perfecta simbiosis entre humanos y máquinas, o al menos eso se pensaba… Marcamos esta fecha en el calendario no porque fuera el año de mi graduación (o tal ves sí) sino porque el Doctor Thomas Light marcó todo un hito tecnológico con la creación de un robot llamado Mega Man, provisto de un sistema de IA que le permitía ser independiente y autónomo en casi todos los sentidos.
Mientras tanto, en un universo paralelo (1990)…
Si tenemos en cuenta que, al menos para un servidor, 1989 llegó plagado de emociones fuertes con títulos como Super Mario Bros., Duck Hunt o el mismísimo Metroid haciendo una entrada más que triunfal… 1990 (por aquel entonces los años no se peleaban por ver cual lograba ser más catastrófico) tendría que trabajar duro si quería superar un listón, en lo positivo, bastante exigente. Afortunadamente, lo logró… y solo hizo falta un Mega Man para lograrlo.
Por aquel entonces, un servidor aún andaba dando forma a una personalidad que, sin ningún atisbo de duda, se veía continuamente moldeada por infinidad de hechos, acontecimiento y personas. El caso concreto de Mega Man resulta realmente especial, ya que, para ser sinceros, su llegada a mis manos resultó tan impactante como la propia experiencia jugable que escondía bajo el cartucho (microprocesador de 8 bits, hardware de sonido y controlador de DMA on-die incluidos). Si habéis seguido anteriores entregas de NESxtalgia, sabréis de lo que hablo al mencionar la palabra «Replay». El centro de intercambio de juegos de segunda mano por excelencia de mi localidad y hogar de un ser demoniaco, que exprimía hasta el último céntimo de nuestros temblorosos bolsillos a cambio de unas migajas de ilusión. Pues bien, el flechazo (rayo de blaster) tuvo lugar en dicho local.
Y resulta curioso que, con las críticas que ha recibido a lo largo de los años, fuera precisamente la portada de Mega Man la que hiciera que me decantara por su compra. ¿Qué era horrible? Es posible… pero puede que, en su momento se os escapara un detalles tan insignificante para la mayoría como fundamental para mi. ¡Mega Man era, al igual que un servidor, zurdo! (Y no, no admito puntillitas afirmando que era ambidiestro y que todo dependía del dibujante de turno…). Eso sí, posteriormente me enteré de que me había dado el cambiazo, ya que la caja pertenecía a la versión norteamericana (todo un verdadero despropósito artístico). No obstante, casualidades de la vida, la versión PAL (bastante mejor «planteada», pero con un protagonista diestro) probablemente no hubiera logrado causar tanto impacto en mi, hasta el punto de que quizás ni siquiera hubiera acabado en mis manos en aquel momento.
Keep Calm and Jump & Shoot
Una vez en casa, cogí el cartucho (con la mano izquierda) y lo introduje en mi resplandeciente NES. El resto es ya historia…
Quizás fuera su llamativo y colorido aspecto gráfico (inspirado claramente en la soberbia creación del maestro Ozamu Tezuka, Astroboy), su BSO de regusto metálico, su absorbente jugabilidad o unas mecánicas, inéditas hasta la fecha, que permitían a nuestro personaje copiar, al más puro estilo Kirby, las habilidades (armas) de los jefes finales que lograba derrotar. O quizás… que demonios… ¡aquel maravilloso robot podía parpadear! Hay quien sostiene que los pequeños detalles son los que marcan la diferencia y, definitivamente, en mi caso fue así.
A partir de ahí, el título me atrapó tanto que acabé por conocerme hasta sus más recónditos secretos. Algo que no dejaba de tener su mérito si tenemos en cuenta que, por aquel entonces, lo más parecido a google que teníamos era… No, esperad un momento… ¡Ni siquiera Nintendo Acción o Hobby Consolas habían hecho acto de presencia revista aún!
Como curiosidad, nos encontramos ante el título de NES que más veces pausé, y no, ello no se debía a la inexistencia de un sistema de password ni a la imposibilidad de guardar partida. Efectivamente, a buen seguro más de uno ya sabrá por donde van los tiros. El truco de la pausa nos permitía multiplicar nuestros ataques si pausábamos y reanudábamos justo cuando el ataque impactaba en nuestro enemigo. El grado de sincronización alcanzado con este sistema me situaba al nivel del alumno más aventajado del maestro Miyagi.
Y por si todo lo anterior no había logrado atraparme en su maraña jugable, su dificultad supuso todo un desafío al nivel de lo visto en las máquinas arcade de la época. No en vano, el título contaba con un sistema de puntuación extinto en el resto de entregas, que dejaba clara una cosa… nuestras habilidades con el blaster tenían nota. ¿Nuestro único aliado? La astucia y precisión a la hora de saltar de plataforma en plataforma o la puntería usando el brazo biónico. Más adelante llegaría el Mega Blaster, y su posibilidad de recargar para obtener disparos más potentes, y sí… ¡todo se iría al garete!
El robot más diestr… zurdo del mundo de los videojuegos
Puede que no nos encontremos ante la entrega más vendida (galardón que ostenta Mega Man 2) y que el agravio comparativo, con respecto a muchos de los añadidos posteriores, sea más que palpable. Y no, tampoco nos encontramos ante el título más completo de la saga. No obstante, al igual que ocurre con sagas tan míticas como Super Mario Bros., Mega Man sentó las bases de lo que, como mínimo, debería incorporar cualquier título de acción y plataformas 2D lanzado con posterioridad.
Por si no fuera suficiente, el excelente diseño de sus niveles nos lograba mantener, nada de contenedores de energía, en tensión continua. No, seguramente no se trate de la entrega más accesible. A pesar de todo, que un grupo de tan solo 6 personas lograra sacar a la luz semejante joya atemporal, sin contar casi ni con la confianza de Capcom, sigue siendo un verdadero milagro. Podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que la obra de Akira Kitamura, Nobuyuki Matsushima y compañía sentó las bases no solo de una de las sagas más longevas y prolíficas del mundo de los videojuegos sino también de un género, tan moldeable por aquel entonces, como el de las plataformas/acción. En definitiva, y ya no me enrollo más, nuestro querido «Bombardero Azul» y esto es lo que verdaderamente importa aquí, fue el primer robot-azul-niño-zurdo del mundo de los videojuegos que, además, parpadeaba. Y si no me creéis, para muestra… ¡su ficha de descarga en la eShop!
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