Corría el año 2018 y Obsidian (estudio responsable de obras como Fallout New Vegas, Pillars of Eternity o Alpha Protocol) aprovechaba los The Game Awards para sorprendernos a todos con el anuncio de The Outer Worlds. Un título que, por un lado, sentaba las bases de lo que a todas luces aspiraba a ser una nueva franquicia y por otro tomaba, con gran acierto, la apariencia de los shooter en primera persona de la saga Fallout, mezclándolos en una interesante coctelera con amplias dosis de RPG y con un hilo narrativo repleto de humor y sátira. Por desgracia, y aunque su anuncio para Nintendo Switch nos dejó a todos, servidor incluido, sin palabras, su posterior retraso, con respecto al resto de plataformas, deshizo la sorpresa para volver a dejarnos a todos y todas con la miel en los labios. Por suerte, y tras un retraso agravado por el coronavirus, la espera ha llegado a su fin y Ganga Espacial, marca favorita de los viajeros espaciales con presupuesto ajustado, nos trae The Outher Worlds a Nintendo Switch y con él, como no podía ser de otra forma, llega nuestro análisis. ¿Listos para adentrarnos en un nuevo mundo?
Fall out… in Outer Worlds
The Outer Worlds nos presenta un futuro alternativo cuyo punto divergente se sitúa en 1901. Más concretamente en la Exposición Panamericana (nada que ver con el We No Speak Americano) de New York. Y diréis… ¿dónde se sitúa aquí el punto de inflexión? Sencillo, imaginad que el, por aquel entonces, presidente de los Estados Unidos, William McKinley, no hubiera sido asesinado por Leon Czolgosz en dicho evento. Troncando, ya de paso, el posterior nombramiento de Theodore Roosevelt, vigésimo sexto presidente de los Estados Unidos (al menos en nuestra línea temporal).
A partir de aquí, se produce un drástico giro de guión que lo pone todo patas arriba. Dando vía libre (más aún si cabe) a mastodónticos fideicomisos financieros dispuestos a hacerse los dueños de todo el sistema solar social y económico hasta el infinito y más allá. Y así, entre grandes megacorporaciones, y sus consiguientes intereses de conquista de la galaxia, da comienzo nuestra andadura, tras despertar, eso sí con cierto retraso, a bordo del desaparecido barco colonizador Hope, cuyo destino no era otro que el sistema de Alción.
Nuestros primeros pasos, de la mano del científico Phineas Vernon Welles, una suerte de Emmett Brown intergaláctico, no solo nos ponen en antecedentes sino que nos presentan lo que perfectamente podría encajar con una suerte de mundo pos-intergaláctico regido por una mezcla a partes iguales de capitalismo despiadado y esencia de Monty Python. Tras pasar unos minutos creando nuestro personaje, gracias a un editor de personajes que, sin ser el más completo que ha pasado por mis manos resulta bastante completo, nos toca explorar Terra 2, más concretamente los coloridos y bastos alrededores de Valle Esmeralda.
Un cóctel realmente explosivo
Los primeros compases de juego nos dejan más que claro que nos encontramos ante un título que mezcla con bastante solvencia diversos géneros de juego y en todos ellos llevamos, de regalo, los aspectos más destacados derivado de sus distintos apartados jugables. Los enfrentamientos en The Outer Worlds comparten base con cualquier shooter en primera persona en general y con Fallout en particular. No obstante, conviene recalcar, que a diferencia del título anteriormente mencionado, aquí el sistema de tiro asistido de Vault-Tec (V. A. T. S.) ha sido sustituido por la posibilidad de activar una suerte de tiempo bala o dilatación táctica de tiempo (mejorable durante nuestro progreso) que, tras ralentizar el tiempo, nos permite enfrentarnos con mayor soltura, dinamismo y explosividad a nuestros enemigos más poderosos (o contra la indefensa fauna local…).
De cara a los enfrentamientos, contamos con un amplio surtido de armas a nuestra disposición que van desde fusiles de asalto, rifles de francotirador o cuchillos hasta… ¡pistolas de pringue! Dicho armamento se divide en armas cuerpo a cuerpo (de una o dos manos) o armas a distancia (largas, cortas o pesadas) que a su vez, pueden causar diferentes tipos de daño (Electricidad, Rayos N, Plasma, Físico o Electricidad) o ser mejoradas con diferentes y variadas propiedades.
Además, contamos con un completo sistema de acompañantes (personajes no jugables que se pueden unir a nuestro equipo hasta formar un número máximo de 6 miembros). Pudiendo acompañarnos, de forma simultánea, dos durante las distintas misiones que nos toca afrontar. Por otro lado, cada uno de ellos cuenta con una habilidad o ataque especial, distintos talentos, ventajas por desbloquear y determinadas bonificaciones sobre nuestras habilidades propias. Para rematar, disponemos de un sistema de mejora de habilidades y de equipamiento de armas y armaduras (y sus respectivos accesorios) con las que mejorar nuestra capacidad de ataque o defensa y la del resto de acompañantes.
Y llegados a este punto, conviene recalcar dos herramientas esenciales en The Outer Worlds. Mientras las máquinas expendedoras, repartidas por las distintas localizaciones por las que pululamos, nos permiten comprar o vender comida, potenciadores, objetos de valor, accesorios para nuestro arsenal o munición. El banco de trabajo, por su parte, pone a nuestra disposición funciones esenciales como reparar o modificar nuestro armamento y equipo de protección. Por lo que, desde el primer momento se convierte en parte fundamental y uno de los pilares jugables de este título.
Efectivamente, el desgaste de nuestro armamento (armadura incluida) está presente en este título y, si tenemos en cuenta que contamos con cientos de armas desperdigadas por todo el mapa, resulta, no lo voy a negar, todo un quebradero de cabeza decidir cual reparar o cual conservar o tirar. Ojo con esto, el exceso de carga también es otra de esas molestas incorporaciones que restan algo de frescura, y no estoy negando su función, a un juego que apuesta por ser más dinamismo que sus referentes más cercanos.
En el reverso de la moneda del bit (moneda del juego), el surtido de enemigos que nos encontramos durante la aventura se encuentra un paso por detrás de lo que podríamos esperar en un título de estas características. Y esto no solo afecta a su variedad sino sobre todo a lo referente a los rasgos distintivos de dichos enemigos y a su variedad de respuesta y movimientos en combate (que acaban resultando sencillos y predecibles). Por suerte, y como desgranaremos más adelante, su narrativa logra suplir en parte dichas carencias.
Durante nuestro progreso, seguimos desmigajando su vertiente RPG, acumulamos experiencia (tras luchar, descubrir objetos o localizaciones o completar misiones). Dicha experiencia resulta fundamental para completar el árbol de habilidades del personaje (y acompañantes) y nos permite desarrollar nuestras fortalezas en diferentes direcciones. Esto se materializa en distintas ramificaciones que abren ante nosotros un amplio surtido de posibilidades que abarcan desde el sigilo para evitar el combate o adquirir nociones de pirateo informático, hasta el diálogo para ganar más experiencia y superar con éxito nuestras conversaciones o la tecnología para interactuar con determinados aparatejos. Pudiendo, de igual forma, optar por abocarnos en todo momento a la acción, mejorando equipo y condiciones defensivas para transformarnos en verdaderas máquinas de matar al nivel de personajes de ficción como Robocop o Terminator. En nuestras manos está, desde el principio, buscar el equilibrio o especializarnos en determinadas habilidades.
Una aventura que toma la experiencia de Fallout y la pone en órbita sin florituras
He de reconocer que explicar todo lo que nos ofrece The Outer Worlds resulta bastante más complicado que vivirlo en primera persona. Y es que, a unos menús y mecánicas de juego bastante intuitivas y accesibles (para lo que cabría esperar) se suma un completo desplegable de opciones, en el que podemos desde activar los controles por movimiento, hasta optar por la vibración HD (demasiado intensa para mi gusto), controles para zurdos o incluso la posibilidad de aumentar el tamaño de la letra (algo que ya os adelantamos resulta bastante útil en modo portátil).
Derivado de todo lo anterior se nos presenta un mundo abierto que, pese a ser de un tamaño considerable, y tenernos ocupados de principio a fin tanto con la trama principal como con misiones secundarias, luchas de facciones, reclutamiento de compañeros de batalla, botines, o coleccionables, resulta bastante dinámico y accesible, siendo la propia trama argumental la que nos lleva de la mano en todo momento. Algo que, por otro lado, se potencia con un sistema de viaje rápido que nos permite poder acceder de forma veloz a las distintas zonas ya visitadas con anterioridad.
La propuesta, en definitiva, también resulta algo más compacta en lo que a durabilidad se refiere. Pudiendo ser completado en 14 o 15 horas. Aunque, eso sí, a poco que decidamos completar todas las misiones (que además, pueden ser superadas de diversas formas), obtener los coleccionables, disfrutar de sus diferentes finales (tanto para tu personaje como para los acompañantes o las distintas facciones) o inspeccionar todos los recovecos de Alción esa cifra puede superar, perfectamente, las 30 horas. Para finalizar, el selector de dificultad hace que cada partida pueda adaptarse, con bastante exactitud, a los gustos y capacidades de cada jugador.
Que la ley bendiga tus átomos… narrativos
Los primeros compases de juego nos dejan claro que en Alción no solo se vive de disparar a todo lo que se mueve. Y es que, ya hemos hablado de diferentes apartados que cobran, al menos, la misma importancia que los momentos de acción y despilfarro de adrenalina. Pues bien, la narrativa, tan denostada en tantos y tantos títulos es, precisamente, otro de ellos.
Y es que aquí la trascendencia narrativa no solo se limita (aunque ya suponga algo digno de mención en los tiempos que corren) a la importancia de las distintas decisiones que nos vemos abocados a tomar y sus diferentes consecuencias (he de reconocer que he pausado el progreso del juego en más de una ocasión para sopesar mi siguiente paso a seguir) sino también a como se nos presenta. Cada palabra, párrafo o línea conversacional está deliciosamente hilvanada en una suerte de tela de araña dialéctica que conjuga con excelente maestría y frescura ingenio, humor negro y algunos momentos realmente desternillantes que bien podrían haber salido, todavía retumba en mi cabeza aquello de… «nos dedicamos a las adquisiciones persuasivas», de las magistrales mentes de los Monty Phyton o Terry Pratchett. Y es que, me vais a permitir una pequeña licencia, los chistacos son un elemento fundamental en mi quehacer diario (a pesar del estricto control que la policía de los memes ejerce sobre mí) y en The Outer Worlds no solo abundan sino que, además, casan en estilo y forma con los de un servidor.
Puede que, como ya mencionamos anteriomente, el diseño de algunos personajes no desborde originalidad (el reciclado de rostros es más que palpable), pero su personalidad, reflejada a través del guión conversacional con el que se nos presentan (cada uno cuenta con una misión propia que no tiene desperdicio) resulta toda una deliciosa lectura que, de paso, hace que cualquiera de nuestras decisiones quede atada, moralmente hablando, por un fino hilo al destino de cada uno de los NPC con los que nos cruzamos. Puede parecer un asunto nimio, pero el hecho de que esto ya no sea, en la actualidad, algo común ni siquiera en las aventuras gráficas le otorga aún más mérito.
Una de cal y otra de… malos gráficos
Alcanzamos uno de los puntos más polémicos y decepcionantes (al menos para un servidor) del port de The Outer Worlds en la híbrida de los de Kioto. Es cierto que la experiencia en Nintendo Switch, a nivel jugable y mecánico, es exactamente la misma que en el resto de plataformas. O, rectifico, incluso algo mejor al añadir características, personalizables, como el control por movimiento. Tampoco podemos olvidar que los sacrificios gráficos eran más que previsibles, dada las limitaciones técnicas. No obstante, el resultado final deja demasiado que desear. Algo que, teniendo en cuenta que los responsables del port son los chicos y chicas de Virtuos (esos que aseguraban ser capaces de llevar cualquier juego de PlayStation 4 o Xbox One a Nintendo Switch) nos lleva, en este apartado, a un sentimiento constante de decepción.
Y es en los espacios abiertos, que precisamente es donde mayor belleza destila el título (tanto por las edificaciones como por elementos de la naturaleza como el firmamento o el reino animal y vegetal) donde todo se resiente más. Texturas de bajísima calidad o que simplemente aparecen a nuestro paso, distancias de dibujado ridículas, entornos tremendamente vacíos (con respecto al resto de plataformas) o tiempos de carga aleatorios (que aparecen sin previo aviso y no se corresponden con los de los cambios de zona) de hasta 10 segundos. Y es que el mundo que nos presenta Alción, pese a no ser tan extenso como el de otros títulos, resulta, visualmente hablando, bastante variado y rico. Por ello, todos estos recortes (que en muchos casos podrían haberse enmascarado de mejor forma) afean un conjunto que de otra forma habría resultado, sin ningún tipo de duda, muy superior. En términos de rendimiento el juego se defiende como puede, combinando los momentos en los que se mueve a 30FPS con otros en los que se opta por una resolución dinámica. Si es cierto que en los enfrentamientos más multitudinarios he notado alguna que otra pequeña rascada/abuso de la resolución dinámica. Algo, en todo caso, más o menos soportable.
Por otro lado, podemos decir que, frente a la experiencia frente al televisor, en modo portátil se nota un aumento considerable de la borrosidad, sobre todo en determinados entornos abiertos. A pesar de todo, y siendo honestos, poder jugarlo donde quieras y cuando quieras es un gran aliciente que, al menos en mi caso, he disfrutado tanto o más que en modo dock.
Resulta curioso observar como en ocasiones en entornos reducidos el juego luce borroso y con texturas de dudosa calidad, mientras en otros momentos de mayor carga poligonal todo luce bastante mejor. Parece claro que el proceso de optimización aquí no va a ser recordado como ningún tipo de paradigma o ejemplo a seguir. En relación a los tiempos de carga, son superiores a los del resto de plataformas, aunque he de decir que, a pesar de este apunte, me han resultado más livianos de lo que en un primer momento me esperaba. Para finalizar este análisis técnico, y sin contar con ningún comunicado oficial aún, me atrevo a apostar por que a corto/medio plazo es más que probable que recibamos un parche que enmascare todos estos lastres técnicos.
Entrando en terreno sonoro, podemos decir que las distintas melodías con que nos encontramos (que dicho sea de paso, no brillan en cuanto a cantidad) resultan por momentos casi inexistentes, sirviendo de mero adorno ambiental. Sin embargo, en otros logran meternos de cabeza en esta sorprendente y satírica distopía. Los efectos de sonido cumplen su cometido de forma solvente y las voces, de un gran nivel, nos llegan en ingles con subtítulos en castellano. Como detalle, que me ha resultado bastante curioso, en modo portátil, ya sea con auriculares o sin ellos, el volumen general se antoja bastante bajo.
The Outer Worlds. Un gran título, pero un port mejorable
The Outer Worlds pone sobre la mesa una aventura que toma lo mejor de la saga Fallout, pero que simplifica diversos aspectos jugables de esta última para intentar llegar a un mayor espectro de público. Un mundo abierto que no apabulla, importantes dosis de RPG o la acción directa propia de los shooter clásicos se mezclan en una coctelera de géneros con una narrativa soberbia, plagada de momentos de reflexión moral, sátira y un finísimo humor negro que choca, de forma totalmente consciente, con la cruda realidad vivida en Alción. En el reverso de la moneda, un apartado técnico que, pese a las consabidas limitaciones técnicas, podría haber sacado mucho más provecho a la híbrida de los de Kioto.
Hemos analizado The Outer Worlds gracias a un código digital cedido por Best Vision. Versión analizada: 1.0.1
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