No voy a negar que una mudanza siempre ha sido considerada, por muchos, como una fuente inagotable de anécdotas variadas. Sí, de esas que puedes colar en cualquier momento y situación y que, muy a mi pesar, suelen tener el éxito garantizado entre la audiencia a la que va dirigida. No obstante, pensar en mudanza es sinónimo indisoluble, al menos en el caso de un servidor, de estrés, caos y golpes a la altura de la rodilla. Por ello, cuando Team17 anunció que Moving Out, obra desarrollada por SMG Studio y DEVM Games, llegaría a Nintendo Switch, una cosa me quedó clara… ¡era hora de tomarme la revancha! Y es que hablamos de un título que bajo una carcasa con forma de simulador, nos presenta una desenfadada propuesta que, a diferencia de su reflejo homónimo en el mundo real, aspira a hacernos segregar cantidades ingentes de endorfinas. ¿Listos para poner patas arriba la concurrida ciudad de Packmore con nuestras, cuando menos, dudosas dotes como transportistas? ¡Dentro análisis!
El arte de la mudanza
La premisa que Moving Out pone sobre la mesa es bastante sencilla. El juego comienza, tras una más que curiosa introducción cuyo contenido no os vamos a desvelar, ofreciéndonos la posibilidad de escoger entre 6 personajes distintos, totalmente personalizables, tales como una tostadora, un gato o una maceta. Como dato curioso, y en un reivindicativo y claro guiño a la accesibilidad, cualquiera de nuestros personajes puede optar por desplazarse en silla de ruedas. Puede que seamos novatos en Smooth Moves, una empresa de mudanzas dirigida por una caja con una cara dibujada. No obstante, como buenos técnicos del «arreglo» y reubicación de muebles, recientemente certificados y escasamente cualificados, nuestra misión no es otra que desplazarnos con nuestro camión de una ubicación a otra para cargar un número de determinado de objetos en un tiempo máximo. Mobiliario que, todo sea dicho, abarca desde camas, hasta animales o muebles embrujados.
Pan comido dirían algunos, ¿verdad? Pues agarraros que vienen curvas. Y es que no pocos de los muebles que tenemos que transportar al camión son de un tamaño considerable, requiriendo, al menos, de dos personas para moverlos con soltura. Además, la sincronización con el resto de jugadores es fundamental de cara a lanzar dicho mobiliario por la ventana (lo fácil) o colarlo por la puerta (os aseguramos que buscar el ángulo correcto tiene su miga). Por si fuera poco, no solo se trata de superar cada nivel, sino que en función del tiempo que tardemos en completar cada uno se nos asigna una medalla de oro, plata o bronce. Para rematar, durante el camino tenemos que tener en cuenta diversos objetivos adicionales (opcionales) que son desbloqueados tras completar cada una de nuestras misiones. Todos estos alicientes no son, ni mucho menos, la panacea, pero sÍ que dan cierta rejugabilidad, más allá de su vertiente cooperativa (de la que hablaremos más adelante), al título.
Un traslado de lo más asistido
Si el argumento de Moving Out no lleva al error ni al añadido innecesario, lo mismo ocurre con sus distintas mecánicas de juego. Contamos con un botón para coger los objetos, otro para lanzarlos y otro para ubicar tanto a los propios objetos por recoger como al resto de jugadores. Esos tres botones, junto a nuestra destreza/paciencia son mas que suficientes para superar, o al menos intentarlo, esta aventura con éxito. Ahhh, se me olvidaba un detalle de vital importancia (al menos para los más irascibles)… el botón de las bofetadas. Arma que logra aumentar la diversión, y los piques, al permitirnos golpear tanto a los fantasmas como a nuestros propios compis de partida mudanza, abocándonos a una espiral tan caótica como malvados sean nuestros sentimientos para con el resto de compañeros de andadura.
Y tras desgranar someramente su sistema de control, es hora de adentrarnos en uno de los pilares jugables de Moving Out, sus distintos niveles. Niveles cuya complejidad va in crescendo, incorporando diversos elementos que pretenden complicar la correcta ejecución de la mudanza, y presentando otros (como los atajos o secretos) que logran, precisamente, el efecto contrario. Mientras contamos con pantallas en las que nuestro principal obstáculo son la cantidad de paquetes, en otras es el propio entorno o incluso la distribución de determinados elementos los que entorpecen el correcto desplazamiento del mobiliario de mayor tamaño. Es cierto que este popurrí dota, cual inyección de adrenalina, de cierto dinamismo y variedad a cada partida, pero esto nos lleva también a merodear por una peligrosa frontera, la de la repetitividad y la frustración.
En relación a su curva de dificultad, son diversos los indicativos que nos llevan a concluir que ha sido milimétricamente medida para tener en consideración a todo tipo de jugadores. Desde diferentes opciones que nos posibilitan, gracias al Modo Asistido, configurar diversas condiciones de juego, tales como el tiempo, el peso del mobiliario o los paquetes a transportar, hasta unos patrones de juego que también varían considerablemente en función del número de jugadores en pantalla. Y es que si decidimos afrontar la aventura en solitario, los requisitos son algo más laxos (permitiéndonos mover objetos de gran peso y haciendo disminuir el número de objetos a lanzar al camión).
Por otro lado, y más allá de los 30 niveles disponibles, a cada cual más variado, con que cuenta el juego, a partir de determinado punto de la aventura se abre ante nosotros un interesante modo llamado Arcade en el que vamos desbloqueando diferentes y exigentes minijuegos gracias a las monedas que adquirimos mientras avanzamos a lo largo y ancho del modo historia (si es que puede llamarse así a la vertiente principal de juego). Esto, como ya comentábamos con anterioridad, junto a los objetivos secundarios, logran alargar algo la vida de un título, de otra forma, bastante corto.
Moviendo muebles… ¡y corazones!
Moving Out, como no podía ser de otra forma dada su temática, nos ofrece un solvente sistema de físicas, en el que se tiene en cuenta tanto el tamaño y peso de cada paquete como el espacio por el que nos vemos obligados a transportarlo. No obstante, no podemos pasar por alto que esto nos ha llevado a vivir más de una situación peliaguda en la que hemos visto como esa tele o tostadora de turno ha quedado atascada sin posibilidad alguna de moverla, teniendo que reiniciar el nivel para solventar un bug que tiene poca gracia.
Y hablando de gracia… Moving Out deja claro desde el minuto uno de juego el carácter desenfadado de su propuesta jugable. El colorido y alocado diseño de personajes, el mapa, los divertidos comentarios de los protagonistas (tanto al principio como al final de cada fase), la forma en que desconectamos determinados electrodomésticos e incluso algún que otro incómodo escape de gas procedente de nuestro propio organismo. Todo aquí destila humor por los 4 costados y eso, más aún si cabe en los tiempos que nos ha tocado vivir, es algo muy de agradecer. Para rematar, los «consejos» de nuestro jefe entre pantalla y pantalla terminan de poner la guinda a un desternillante pastel. Efectivamente, el humor aquí si suele derrotar al estrés laboral.
Entrando en terreno gráfico, nos encontramos, al igual que ocurre en el resto del título, con un apartado tan simple como efectista. Coloridos gráficos en 3D y una perspectiva cenital muy bien implementada que logra mantener el tipo incluso en los momentos más caóticos de la aventura. Su rendimiento, por otro lado, no presenta inconveniente reseñable alguno. Logrando mantener en todo momento la tasa de frame bastante estable. La BSO cumple su cometido con melodías de marcado corte techno pop y efectos simples pero divertidos. Los textos nos llegan, por su parte, en perfecto castellano.
Juntos, pero… ¡SÍ revueltos!
Es hora de abordar, como si de la mudanza definitiva se tratase, otro de los pilares fundamentales de Moving Out… ¡su modo cooperativo local de hasta 4 jugadores! Es cierto que la propuesta que aquí nos ocupa es perfectamente jugable, y disfrutable, en solitario. No obstante, es su componente multijugador el que logra dar sentido completo a este título, otorgando, ya de paso, un nuevo significado al término sofá cooperativo.
El título nos permite partidas locales junto a otros 3 jugadores, utilizando para ello cualquier combinación de mandos disponibles en Nintendo Switch (ya se trate de un Pro Controller, dos Joy-Con o solamente uno). Esto, que a priori nos podría parecer un impulso para afrontar la aventura con mayor garantías, y en cierta forma lo es, acaba convirtiéndose en una divertida pesadilla al comprobar que se nos piden más requisitos en compañía que jugando en solitario y que nuestra sincronización con el resto de jugadores roza el rotundo y estrepitoso ridículo. Sin lugar a dudas, cada uno de los niveles, pasillos y obstáculos de Moving Out están cuidadosamente pensados para ser exprimidos al máximo en compañía.
No obstante, y como suele ocurrir en este tipo de títulos de marcado carácter cooperativo, en ocasiones, ni siquiera una imagen estática es suficiente para lograr plasmar con cierta verosimilitud todo su potencial. Por ello, aprovechamos este análisis para ofreceros un gameplay comentado de algo más de 25 minutos de duración que tuve el placer de grabar junto a mis dos peques… ¡Menudos paquetes!
Moving Out – Nunca una mudanza fue tan divertida
A la hora de valorar lo que nos aporta un título hay que tener en cuenta diversos y variados factores. Algunos videojuegos apuestan por la innovación, otros deciden exprimir las posibilidades técnicas, logrando lo que, hasta entonces, parecía imposible. No es el caso del juego que aquí nos ocupa, pero ello no es, en si mismo, ninguna mala noticia. Puede que no nos encontremos ante el juego del año, ni ante el título más completo u original. Incluso podemos decir que su oferta se antoja escasa en cuanto a modos de juego se refiere. No obstante, Moving Out es una divertidísima y efectista propuesta, que deja de lado el carácter estratégico de otros títulos del mismo corte, como Overcooked, para ofrecernos unas mecánicas fáciles de asimilar, unos niveles muy bien diseñados y una curva de dificultad milimétricamente medida para poder adaptarse sin problemas a todo tipo de jugadores. En definitiva, simple y llanamente… diversión y caos a raudales en una propuesta cooperativa tan adictiva como desafiante. Y recordad tened muy presente aquello de que el que se pica ajos come… o cajas mueve.
Hemos analizado Moving Out gracias a un código digital cedido por Team 17. Versión analizada: 1.0.2
Debe estar conectado para enviar un comentario.