Han pasado más de 60 años desde que Gosciny y Uderzo dieron vida a una de las parejas más famosas del mundo del cómic, pero Astérix y Obélix están lejos de peinar canas. De hecho, este año 2019 se han marcado un triplete: nueva película (Astérix y el Secreto de la Poción Mágica, estrenada a principios de año), nuevo cómic (Astérix y la Hija de Vercingétorix, recién sacado a la venta) y ahora también, nuevo videojuego.
Astérix y Obélix no son, ni mucho menos, extraños a las consolas. Prácticamente todas las plataformas y generaciones han tenido algún juego basado en estos personajes, aunque es cierto que los últimos años, con la casi desaparición de los juegos basados en licencias, tampoco les han sido propicios a los irreductibles galos. No obstante, la cosa cambió el año pasado con la remasterización de Astérix XXL 2: Mission Las Vegum, que disfrutamos en todas las consolas, incluyendo Nintendo Switch. Ahora, nada menos que trece años después de la última entrega, nos llega Astérix XXL 3: El Menhir de Cristal.
Los galos también se modernizan
Astérix XXL 3 moderniza un sistema de juego que, como comentamos en nuestro análisis del remaster del año pasado, estaba algo desfasado. El primer paso ha sido elevar la cámara hacia una perspectiva isométrica fija, más en la línea de títulos como Diablo o Marvel Ultimate Alliance que permite disimular mejor las limitaciones presupuestarias y espiritualmente, lo acerca más a la escena indie que al triple A. Esta saga nació en la generación de PlayStation 2 / GameCube, una época en la que florecían los juegos en 3D que mezclaban acción y plataformas. Hacer un juego de este tipo era la salida más lógica para la mayoría de los títulos basados en licencias, hasta el punto de volverse excesivamente clónicos. El “cansancio” generalizado de este subgénero es solo una de las razones por las que hoy día casi ha desaparecido, al que habría que sumar la mayor cuesta gráfica y presupuestaria del salto al HD y la fragmentación de la industria entre los triples A de grandes compañías y la escena indie, ambos factores íntimamente ligados.
Cambiar la cámara en Astérix XXL 3 puede sonar, a priori, como un downgrade, pero nosotros creemos que era la decisión más acertada. Los estándares técnicos (en gráficos, en físicas…) de un juego en 3D en 2019 son mucho mayores a como los eran en 2006, razón por la cual los pequeños y medianos estudios prefieren apostar por juegos de perspectiva cenital o 2D, antes que empeñarse en sacar un juego en 3D, una lucha que probablemente sea en vano. Se pierde algo de espectacularidad, sí, pero se salvan los muebles, que es mucho más importante.
De hecho, Astérix XXL 3 gana más cosas de las que pierde a raíz de este cambio. Aunque en esencia la base es la misma (avanzar por niveles lineales zurrando a hordas de romanos), esta nueva entrega potencia mucho más la exploración y resolución de puzles. Cada personaje tiene una serie de capacidades únicas: Astérix es más ágil y puede saltar entre plataformas, mientras que Obélix puede utilizar los poderes del Menhir mágico que llevan en la espalda para activar ciertos mecanismos. La mayoría de los puzles se resuelven alternando el control entre los dos (o jugando en cooperativo local, bastando con un solo Joy-Con para cada jugador) mientras se van abriendo el paso el uno al otro. Por esa razón, la cámara fija facilita focalizar nuestra atención en estos mecanismos, y la cámara aérea ofrece una visión amplia del escenario que posibilita seguir la acción de ambos cuando están separados.
Las formas en las que ambos pueden interactuar se complican de forma muy pronunciada hacia la mitad del juego, y dan lugar a puzles realmente intrincados e interesantes, siempre, eso sí, asequibles para todo tipo de público. Es cierto que la cámara a veces no se coloca donde debe, y que la inteligencia artificial de nuestro compañero puede fallar (quedarse atrapado en una esquina cuando te debería estar siguiendo y cosas así), pero salvo algunos fallos técnicos por lo general funciona bien.
Combates simplificados
Un juego de Astérix nunca estaría completo si no nos liáramos a tortas con legiones de romanos, y por supuesto, Astérix XXL 3 tiene acción de sobra, aunque a diferencia de la anterior entrega, donde los combates se llegaban a hacer interminables, aquí están mucho más dosificados. Aproximadamente un 50 por ciento del tiempo lo pasamos peleando y un 50 por ciento explorando y resolviendo puzles, un balance mucho mejor que consigue que rara vez nos aburramos.
El sistema de combate nos da una de cal y otra de arena. Por un lado incluye cuatro movimientos especiales que consumen una barra de energía, y que aportan algo de variedad a los combates. Por otro, nos deja con un solo botón de ataque sencillo, sin ataques fuertes ni agarres, algo que era clave en la anterior entrega. Además, los enemigos se repiten mucho y la cámara tan alejada hace que a veces sea difícil seguir la acción, incluso encontrarse en pantalla. En este caso, tenemos que admitir que el cambio de cámara hace que el juego desmerezca respecto a lo que era originalmente, aunque es cierto que los combates, aún con sus fallos, se hacen aquí bastante más llevaderos.
Afortunadamente, dicho cambio de cámara ha permitido ensanchar los escenarios, que aunque lineales, ya no son tan pasilleros y están plagados de recovecos con objetos ocultos. Así mismo, cada uno de los mundos cuenta con tres misiones secundarias y un gran número de coleccionables, necesarios para conseguir el 100%. El problema es que no son gran cosa. Las misiones secundarias, del tipo “encuentra tales objetos” o “llega del punto A al B en menos de un minuto” se repiten bastante y no dan ninguna recompensa al completarlas. Por otro lado, los coleccionables como las coronas de laurel o los huesos enterrados tampoco dan nada más que porcentaje para el 100%.
Más interesantes son los campamentos romanos, una especie de subniveles integrados dentro de la propia historia que se basan en una sucesión de salas plagadas de romanos a los que zurrar. Es en estos sitios donde no conviene subestimar al juego: no hay checkpoints y los objetos de vida son limitados, por lo que meterse en el medio y gritar ¡César, a mí! no suele acabar bien. Conviene cultivar otras estrategias basadas en el sigilo, y quien dice sigilo dice saltarse los combates a la torera para encontrar rápidamente la salida, sin que el juego nos ponga muchas trabas. La cosa es que al finalizarlos nos dan una puntuación basada en la cantidad de romanos derrotados, el tiempo utilizado o la vida perdida, por lo que si queremos todas las medallas es probable que nos toque repetirlos.
Si bien el juego es bastante sencillo, y destinado a un público infantil, conseguir puntuaciones altas en los campamentos requiere de bastante habilidad (y paciencia, porque algunos son bastante más largos de lo debido). El problema es que no podemos evitar sentir que estas cosas no son más que varias secciones normales del juego aglutinadas en un invento que intenta variar un poco el desarrollo, pero que en la práctica no cambia nada. El juego es corto, unas seis horas, por lo que se agradecen estos retos y desafíos opcionales que invitan a jugar un poco más. El problema es que ninguno ofrece nada diferente, y algunas partes parecen estiradas artificialmente, mientras que otras dejan la impresión de que daban para mucho más.
Fiel al tebeo, sin volverse loco
Gráficamente, el juego luce bastante bonito, con colores muy vivos y convincentes efectos de luz, si bien los escenarios están bastante vacíos y los personajes se ven demasiado pequeños, especialmente jugando en portátil. La banda sonora es sencilla y discreta, pero ambienta bien. A veces se echa de menos la estética loquísima del XXL 2, ambientado en una Las Vegas romanas, que además estaba plagada de referencias a juegos y películas de la época (Rayman, Tomb Raider, Pikmin…) y tenía una banda sonora electrónica demencial. Tenía su gracia, pero era muy gratuito y bastante excesivo. Nos quedamos con el aspecto de XXL 3, más contenido y en la línea de los tebeos. Eso sí, el juego desmerece mucho en portátil: la resolución baja una barbaridad, y las caídas de frames se vuelven más frecuentes.
El doblaje en varios idiomas está cuidado (muchas de las voces en francés son las mismas que en las películas recientes), aunque desafortunadamente no está en español. Cabe destacar que, si escuchas las voces en inglés (puedes elegir el idioma en el menú principal), verás traducciones de nombres y juegos de palabras muy diferentes a como están en español o francés. El personaje Espigademaíz (Épidemaix) lo escucharás como… Ekonomikrisis. Esto es debido a que los nombres originales de los personajes en francés eran juegos de palabras (de forma no diferente a nuestros Mortadela y Filetón); en español muchos se tradujeron fonéticamente, mientras que en inglés se intentó adaptar el juego de palabras. El perro Idéfix, por ejemplo, es Dogmatix (que se acerca a la idée fixe, obsesión).
Astérix y Obélix XXL 3: El Menhir de Cristal – Nueva perspectiva
Astérix XXL 3: El Menhir de Cristal moderniza la serie, pasando de ser un juego de acción 3D a uno de perspectiva isométrica, y el cambio es positivo en casi todos los frentes: facilita el cooperativo local, pone mayor énfasis en los puzles y la exploración y le da un estilo estético bonito sin hacer muchos sacrificios. Desgraciadamente, los combates, que son una gran parte del juego, son bastante irregulares y se echa en falta más variedad de acciones.
En la línea de la serie, es un juego muy corto, si bien es bastante entretenido y con desarrollo variado que deja con ganas de más. Sí que hay un buen puñado de misiones secundarias y coleccionables que darán unas horas más de juego… aunque a veces se siente que alargan la duración artificialmente, sin aportar nada realmente interesante. En general, mejora en casi todo al anterior, y el multijugador local lo hace muy recomendable para que los peques puedan jugar con los grandes… que, sin embargo, puede que se sorprendan con algunos puzles.
Hemos analizado Astérix y Obélix XXL 3 gracias a un código digital cedido por Meridiem Games. Versión analizada: 1.0.0
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