A estas alturas afirmar que Nintendo Switch está a rebosar de indies de calidad es decir una obviedad. Pero dentro del grupo de juegos indies hay un género que brilla con luz propia por calidad y cantidad, me refiero al de los roguelites. Con la excusa del género hemos podido jugar a Castlevanias roguelites, shooters roguelites, danmakus roguelites e incluso a un The Legend of Zelda roguelite. Y aún con tantos subgéneros faltaba por crearse uno. Slay the Spire es el roguelite de cartas que le faltaba a Nintendo Switch. ¿Se puede hacer un roguelite de cartas? Y tanto que sí. De hecho si uno se para a pensarlo se pregunta porque no se hizo antes, pues el hecho de barajar las cartas del mazo ya proporciona una gran parte de la aleatoriedad sobre la que se basan estos juegos.
Sube la torre, mata, crea tu mazo, combina y muere
La premisa de Slay de Spire es bien sencilla. Sube a lo alto de la torre, avanzando por las salas de los distintos caminos, superando enemigos normales y élites, encontrando eventos que pueden salir bien o muy mal, hazte más fuerte, llega al jefe de esta sección, derrótalo y continúa subiendo. Eso es todo lo que hay que hacer en esencia en el título, pero claro no es tan sencillo ni tan fácil. Como todos los juegos del género una de las principales características de Slay de Spire es la aleatoriedad que hace que cada partida sea distinta. Si bien cada vez que empecemos partida con cualquiera de los tres personajes las cartas de nuestro mazo será el mismo pero a medida que avancemos y derrotemos enemigos podremos escoger una de tres cartas (aleatorias) que añadir a nuestro mazo.
¿Y para qué sirven las cartas? ¿Recordáis Baten Kaitos, el juego de Game Cube donde se atacaba, defendía y curaba con cartas? Pues bien juntad eso con una gestión de energía/maná parecida a la juegos de cartas ultra conocidos y ya sabéis como se juega Slay the Spire. Al comienzo de cada turno robaremos una serie de cartas de nuestra baraja, las cuales podremos usar en función del maná que tengamos para invertir en atacar, defender o provocar estados alterados y otros efectos en nosotros mismos o los enemigos. Tras acabar nuestro turno las cartas que no hayan sido usadas se descartan, le toca al enemigo y vuelta a empezar. Estrategia y juegos de cartas no suelen ser sinónimos de accesibilidad para jugadores no versados en el género, pero es ahí donde Mega Crit ha conseguido derribar todas las barreras de entradas con una cosa bien sencilla: la transparencia.
Muchos roguelikes, por no decir la gran mayoría, juegan a esconder información de lo que hacen las armas, enemigos y objetos ¡y es parte de la gracia descubrir que hacen! Slay the Spire hace precisamente todo lo contrario. Desde el primer momento pone todas las cartas encima de la mesa, al descubierto, informándote en pantalla de absolutamente todos los efectos que tiene cada carta, estado alterado e incluso las intenciones del enemigo y el daño de su ataque en el siguiente turno para que actúes en consecuencia. Lo dicho, por mucho miedo que se le tenga a los roguelites, juegos de estrategia y juegos de carta, estamos ante un ejemplo de cómo es posible hacer que todas esas «pegas» jueguen a favor del jugador simplemente mostrándole toda la información.
Combo, combo, combo
En las primeras partidas uno puede llegar a pensar que el hecho de que se muestre toda la información de lo que ocurre en pantalla le quita ese componente de investigación, ensayo y error que tienen juegos similares. Sin embargo todo eso está aquí, lo que pasa es que una vez más está en forma de cartas. Comentaba que partiendo de un mazo inicial poco a poco vamos construyendo un mazo más complejo y completo a medida que avanzamos y es ahí donde toca buscar y encontrar que cartas funcionan mejor que otras, cuales se adaptan más a nuestro forma de jugar y las muchas, muchísimas psinergias que hay entre las cartas. Todo esto hace que en cada partida tengamos que improvisar y adaptarnos a las cartas que nos toquen y vayan saliendo al robar del mazo. Por ejemplo: personalmente soy bastante de jugar cartas con ataque alto y coste cero con el personaje «El Blindado», pero hubo una partida donde esas cartas no me salían y acabe formando una baraja que consistía en ir perdiendo vida y cartas a cambio de ganar bonificadores de fuerza y al cabo de dos o tres turnos de cada combate tenía tantos bonificadores acumulados que mataba prácticamente cualquier enemigo normal con poco esfuerzo. Y he de decir que ha sido una de las mejores partidas que he tenido y de las más divertidas. Las partidas con «La Silenciosa» son mucho más estratégicas y tan dispares como construir un mazo dedicado a robar cartas continuamente y ganar defensa como para no morir o ser letal a base de envenenar de mil formas a los enemigos y ganarles a base de agotamiento.
A todo lo anterior hay que sumar las distintas reliquias que obtenemos al derrotar a enemigos de élite o jefes, las cuales proporcionan habilidades pasivas positivas y negativas, y la posibilidad de poder mejorar las distintas cartas de nuestro mazo al descansar en las hogueras o participar en algunos de los múltiples eventos aleatorios que aguardan en el camino hacia la Aguja que se encuentra en lo más alto. De esta forma la idea de hacerse un mazo cohesionado y con cartas que se apoyen entre ellas y aprovechen los efectos de las mejoras y las reliquias es vital para avanzar por las cuatro secciones de la torre. Y por supuesto que hay progresión de personaje y cosas a desbloquear. A medida que vamos jugando nuestros personajes ganan puntos de experiencia y al subir de nivel se desbloquean nuevas cartas, reliquias y con ellas decenas de opciones, combinaciones y combos nuevos.
Una vez que la Aguja haya sido asesinada no se acaba el juego. Tras cumplir nuestro objetivo por primera vez la torre asciende y modifica su dificultad para hacerse un pelín más difícil, así hasta 20 ascensiones. Esto es el culmen de la siempre justa y bien medida curva de dificultad-aprendizaje, el balance del juego y sus cartas Que todo esté tan equilibrado es, en gran parte, debido a que en su versión original para PC salió en early access y la comunidad pudo dar sus ideas y opiniones para definir , mejorar y perfilar dicha curva. Y jugando es algo que sinceramente se nota cuando un enemigo nuevo nos mata en un primer combate, pero al volver a enfrentarse a él conociendo que tipo de ataques hace y cuál es su estrategia el combate cambia por completo y somos nosotros los que solemos tener la mano ganadora. Salvo que no tengas suertes con las cartas. Maldita y bendita aleatoriedad.
Y entre tanta cosa buena alguna tenía que haber, ¿no? Gráficamente es lo que veis, personajes simples, muchas veces feos que apenas se mueven a atacar con fondos que son los mismos durante cada sección de la torre y la música y efectos de sonido cumplen y ya. ¿Necesita más? No, porque como si un juego de cartas de mesa se tratase no necesita más para funcionar que un planteamiento jugable sólido firme y divertido, pero a nadie le amargaría que estos apartados estuviesen un poco más trabajados.
Slay the Spire. El solitario moderno
Cuando Slay the Spire empezó a hacer ruido en PC el juego ya me llamó la atención, pero el saber que había una versión para Switch anunciada y que usaría la pantalla táctil hizo que mucha gente se esperase a esta versión. Si bien es cierto que el control táctil no va todo lo fino que debería (algo solucionable con una actualización) el tener la Nintendo Switch encima de la mesa, apoyada con su patita y estar haciendo lo que sea en el ordenador mientras te echas unos turnos al juego en segundo plano es genial. Estoy convencido que de venir Slay the Spire preinstalado en los ordenadores, tablets o consolas de Nintendo estaríamos hablando del solitario moderno.
Cartas, roguelite, aleatoriedad, riesgo, recompensa y mucha transparencia para hacer el juego accesible para todos pero con mucha profundidad. Eso es lo que define a Slay the Spire.
Hemos analizado Slay the Spire gracias a un código digital cedido por Humble Bundle. Versión analizada: 1.0
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