Hotline Miami es considerado por algunos como un producto al filo de la navaja y por otros como toda una obra maestra. Hablamos de un título cuya jugabilidad, acabado artístico y estilo narrativo enamoró, en líneas generales y no sin cierta pixelada polémica, tanto a crítica como a usuarios. Askiisoft vuelve a la carga, bajo el amparo del buen hacer de Devolver Digital, para traernos su nuevo juego, Katana Zero. Una mezcla de acción plataformera, neo-noir, cyberpunk, muerte instantánea y elementos narrativos en tiempo real que pintan realmente bien. Solo nos queda despejar una importante incógnita, ¿logrará estar a la altura de su predecesor? ¡Desenfunda tu Katana, desempolva tu kimono y no te pierdas este análisis para comprobarlo de primera mano!
El RETrO de el Dragón…
Lo primero que llama la atención nada más comenzar con Katana Zero es el aire retro que destila por todos sus bits. Su pantalla de título da paso a un menú de opciones que, emulando un televisor antiguo y un VHS con los cabezales desgastados (ojo a esas famosas franjas horizontales blancas), nos permite cambiar diversos parámetros de juego, su control, el sonido e incluso los gráficos. La historia, con un fuerte componente narrativo/conversacional, nos presenta a nuestro protagonista, «el Dragón». Un poderoso samurai en busca de su pasado que no duda en abrirse paso cercenando miembros a golpe de katana para cumplir las misiones que le son encomendadas. Y es que, precisamente, ese marcado carácter violento encaja a la perfección con su vertiente más arcade y con sus niveles de desplazamiento lateral eminentemente plataformeros.
Por si fuera poco, la aventura nos permite manipular el tiempo a nuestro antojo, gracias a un fármaco experimental llamado Cronos, permitiéndonos desplazarnos en modo tiempo bala (cámara venta), esquivar los ataques e incluso devolver los disparos a una velocidad vertiginosa. Además, nuestro entorno nos permite poner trampas, colocar explosivos y lanzar diversos objetos con los que atacar a nuestros enemigos o simplemente despistarlos. Puedo afirmar, sin miedo a equivocarme que los primeros minutos de juego son tremendamente representativos de lo que nos espera en esta espectacular y frenética exhibición plataformera.
Las apariencias engañan
Desde el minuto uno, Katana Zero demuestra ser un título con personalidad propia. Una obra de autor, que a diferencia de juegos como The Messenger donde la corresponsabilidad venía de la mano de un desternillante guión, aquí, sin faltar sus dosis de humor, nos encontramos con un PEGI 16 en toda regla. El que espere un juego cuya temática ninja se vuelque única y exclusivamente en su apartado más plataformero se equivoca de cabo a rabo. No voy a negar que nos encontramos ante un título frenético y marcadamente violento, como ya hemos comentado con anterioridad. No obstante, su enigmática historia, plagada de giros de guión, mostrada a golpe de cinemática y marinada con abundantes momentos en los que el peso conversacional recae en nuestra capacidad de tomar decisiones, hacen que estemos ante un juego que, como si de una obra del cineasta estadounidense Tarantino se tratase, aporta mucho más de lo que parece a simple vista.
«Hubo sangre, hubo destrucción, y yo obtuve una total satisfacción» – Kill Bill
Una vez más, Askiisoft ha logrado crear un título que pese a su crudeza, no centra su razón de ser en ese carácter violento. Tampoco busca acribillarnos con toneladas de filosofía barata. Todo lo contrarío, aquí es el propio jugador el que toma sus decisiones en base, precisamente, a su propia percepción de lo que le rodea. No en vano, contamos con un sistema conversacional que transcurre en tiempo real, permitiendo al jugador interrumpirlo, con imprevisibles consecuencias, en cualquier momento.
Por otro lado, como reverso de esa vertiente arcade y frenética, Katana Zero es un título que, en muchas ocasiones, requiere de precisión quirúrgica. Las distintas fases de que se compone cada nivel no suelen superar los 2 minutos de duración, pero la muerte instantánea está presente y si caemos en combate antes de completar cada uno de ellos un llamativo rebobinado nos traslada al punto de partida para volver a repetirlo. ¿Qué quiere decir esto? Primero, vamos a morir una vez tras otra. Cuanto antes lo asumamos antes vamos a asimilar su mecánica jugable. Segundo, tenemos que mimetizarnos con un entorno que requiere que seamos especialmente metódicos, obligándonos a memorizar, bastante a menudo, el comportamiento de cada uno de nuestros contrincantes si queremos salir airosos. Es más, cada nivel está diseñado para ofrecer diversas formas de ser completado. Algo que, además de aportar cierto dinamismo, sirve para fomentar nuestra creatividad ninja en su vertiente más táctica.
He de destacar que, al principio, me chocó bastante la existencia, tras completar cada nivel, de un modo repetición con el que poder rememorar, sin cámara lenta ni otras triquiñuelas, nuestras sangrientas escabechinas. No obstante, la existencia de esta posibilidad ha acabado transmitiendo sensaciones que no solo resultan satisfactorias, como si de una coreografía en movimiento se tratase, sino que además ha servido como orgulloso y sosegado remanso de tranquilidad dentro de un mar de desenfreno, balas y hojas de Katana.
Por si todo este explosivo cóctel no fuera suficiente, nos encontramos ante un más que notable apartado artístico, donde destaca un píxel art cuidado hasta el más mínimo detalle y unos efectos, juegos de luces y sombras que brillan con luz propia. En referencia a su BSO, compuesta por Ludowic y Bill Kiley, podemos afirmar que cuenta con un marcado y ochentero componente electrónico. Unas melodías chiptunes realmente atractivas para el jugador, que acompañan realmente bien, aunque en ocasiones resulten un pelín repetitivas, y sirven de vehículo perfecto con el que canalizar sus ingentes dosis de acción. Es más, ese toque 8 bits me ha llegado a recordar a otros títulos recientes de temática totalmente opuesta (o quizás no tanto…) como el recientemente analizado en esta casa The Red Strings Club.
Hablamos, en definitiva, de un título sin complejos y con tal grado de personalidad que se atreve, incluso, a lanzar guiños tan maravillosos como el que podéis ver justo debajo de estas líneas…
Kata Zero – Acción neo-noir con personalidad propia. ¡Katana time!
Katana Zero es una deliciosa epopeya posmodernista que toma elementos de la cultura samurai, del género cyberpunk y del universo neo-noir para presentarnos un título de plataformas vertiginoso y una obra sumamente personal donde acción y narrativa van, acero en mano, fuertemente vinculadas. Tras completar esta peculiar y sorprendente aventura, puedo afirmar, sin miedo a equivocarme, que nos encontramos ante una hipnótica y desenfrenada propuesta que, pese a no destacar por su duración, activará el chip de la nostalgia en los que ya peinen canas y sorprenderá positivamente a los jugadores más noveles. ¡No temas al arma, sino la mano que la empuña!
Hemos realizado el análisis de Katana Zero para Nintendo Switch gracias a un código de descarga proporcionado por Devolver Digital.
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