Nintendo Switch suele ser llamada a menudo «la consola de los indies» y es por todos sabido que no es un apodo infundado, pues la gran mayoría de los estudios pequeños están viendo que la comunidad de jugadores que ofrece la híbrida de Nintendo es una oportunidad de oro para brillar en el mundillo. En esta ocasión el equipo que se sube a nuestro tren es el de Bombservice, una desarrolladora con algo de experiencia a sus espaldas, que ha traído hace poco a la eShop «Momodora: Reverie Under the Moonlight». Nos encontramos ante un metroidvania que emplea GameMaker: Studio como motor y protagoniza este escrito, dado que estás ante su análisis.
Momodora: Reverie Under the Moonlight es una precuela de sus anteriores entregas. Los otros 3 componentes de la saga no están disponibles en Nintendo Switch, pero tampoco hace falta pasarlos para entender lo que sucede. Eso sí, en caso de que quieras jugarlos antes, solo necesitas un ordenador, 2 euros y una cuenta en Steam (los dos primeros son gratuitos).
Enfrentando una maldición que pone al mundo en jaque
Esta historia nos sitúa 400 años antes de los sucesos ocurridos en Momodora I, lo que forzosamente cambia a la habitual Momo por una nueva protagonista, la sacerdotisa Kaho. Kaho es una chica que tras observar como la aldea de Lun, el lugar donde vive, es azotada por una maldición, recibe la misión sagrada de acabar con ella. Una joven debe llevar luz a un mundo en plena decadencia, en el cual existen gran cantidad de peligros, la mayoría de la gente ha perdido la fe en los asuntos religiosos y la corrupción es cada vez más habitual. Su única esperanza es tener una audiencia con la mismísima Reina… ¿cuál es la manera de detener la maldición?
Avisamos de antemano que este apartado está lejos de ser el más destacable del juego y que no debes esperar grandes giros argumentales que te dejen con la boca abierta, porque no los hay. El objetivo es llegar a la Reina y, dependiendo de lo que hagas durante tu camino, se presentan dos finales posibles. El final malo nos parece terrible, pero con algo de sentido y el otro, sin entrar en detalles, no da explicaciones previas que lo justifique. En líneas generales, los fragmentos de texto que an forma a nuestra travesía se reparten entre los jefes, las descripciones de los objetos y algunos NPC que se encuentran esparcidos por los escenarios, dejando fuera posibles reflexiones de la protagonista acerca del entorno que le rodea o las cosas que ocurren. El peso que posee la trama en la aventura es liviano, pero aceptable si tenemos en cuenta que el título dura alrededor de 5 horas y que ofrece mini historias optativas que enriquecen un poco el conjunto. Es importante mencionar que la duración varia bastante según la habilidad del usuario, si trata de conseguir todos los objetos activos y pasivos o de hacerse con los 20 insectos de marfil coleccionables.
Kaho: una sacerdotisa con un arco, una hoja de arce y habilidades gatunas reducidas
Al comenzar una partida nos dan a elegir entre tres dificultades: fácil, normal y difícil. Una vez elegida, no se puede alterar en ningún momento y la principal diferencia entre ellas es la cantidad de enemigos y la longitud de la barra de salud de Kaho. Si alcanzas el final verdadero en el modo normal, te dan la opción de empezar el típico «New Game +», es decir, partes de 0 conservando el dinero, las horas echadas, los aumentos de la barra de salud y los objetos que consiguieras previamente (salvo aquellos ligados al avance del juego). Por otro lado, si elegiste jugar en difícil, te recompensan con una nueva dificultad, «insano», la cual provoca que cualquier golpe que te propinen sea mortal.
Las principales bazas ofensivas a las que accedemos desde el principio son un arco con flechas ilimitadas y una hoja de arce bendecida, que poco o nada tiene que envidiarle a una espada. Si hablamos de la defensa, esta se resume en el salto, el doble salto, atacar para repeler proyectiles, agacharte y dar volteretas para esquivar. Como es evidente, las posibilidades se amplían mientras transcurren las horas, desbloqueándose así la capacidad de esquivar en el aire y la de transformarnos en gata. La forma felina de la protagonista no tiene problema alguno con bucear en el agua y, por extraño que suene, es incapaz de escalar paredes. Tiene a su favor poder pasar por huecos pequeños, pero se imposibilita el empleo de objetos activos o el uso del arco. Encima, para alternar entre la forma humana y la gatuna se debe llevar cierta esfera en una de las ranuras de los objetos activos, decisión que no terminamos de entender puesto que sobran botones para asignárselos a dicha mutación, los objetos activos solo disponen de 3 ranuras y la gata, más allá de ser ágil y pasar por lugares estrechos, no es la forma más recomendable para entablar combates.
Como ya hemos mencionado, Momodora: Reverie Under the Moonlight exhibe dos clases de objetos: los activos y los pasivos. Se pueden equipar hasta 3 objetos activos y son consumibles que sirven para curarse, aumentar estadísticas, defenderse e incluso atacar. Por otro lado, los pasivos reducen sus espacios a solo dos, funcionan sin necesidad de activarlos manualmente y pueden ejercer diferentes funciones (mejorar la efectividad de las flechas, subir el ataque en momentos de necesidad, ayudar a encontrar elementos ocultos, etc.). Y hablando de elementos ocultos, acabar con jefes sin sufrir daño se premia con objetos especiales que no se pueden obtener de otra manera.
Los movimientos del personaje que encarnamos son precisos, lo que ayuda a afrontar las amenazas que salen al paso. Aunque no es oro todo lo que reluce y que solo haya un combo posible de tres golpes, logra que se eche de menos una mayor variedad de combinaciones para los ataques realizados con la hoja. El arco, por su parte, se refuerza con el tiempo hasta ser un arma desbalanceada que puede usar y mezclar flechas perforantes, rápidas, venenosas, con fuego… a este curioso elenco se le une otros factores como cargar ataques más fuertes manteniendo pulsado el botón de disparar y el resultado es el esperable, la mayoría de los enemigos no están preparados para contraatacar ante un abuso de este artilugio de caza. Los adversarios comunes no presumen de un gran catálogo de opciones ofensivas, lo que los vuelve previsibles a la larga. Los jefes hacen gala de ataques poderosos, pero salvo en un par de ocasiones, siguen patrones muy definidos que reducen el desafío de vencerlos al factor sorpresa y a esquivar sus arremetidas en el momento justo. Que esto no te engañe, porque aun siendo predecibles, cuentan con mucha salud y es necesario tener un buen «timing» para que un error no acabe saliendo caro.
El sistema de guardado es bastante satisfactorio, es llegar, golpear una campana e irte. Además de para guardar partida, sirve para restablecer la salud perdida, los objetos consumibles y, a partir de cierto momento, teletransportarse a otros lugares del mapa. Esta función tarda lo suyo en ser accesible y es útil para volver atrás e ir a sitios que no se pueden explorar antes de desbloquear la transformación en gata. En otro orden de cosas, este es un título poco exigente para la consola, lo que se traduce en que no notamos el más mínimo bajón en el framerate tanto en el modo dock como en el portátil. Una curiosidad al respecto es que en los ajustes, además de poder alterar levemente los controles, desactivar la vibración y la sacudida de pantalla o bajar el volumen de la música y los efectos de sonido, te permiten alternar la calidad gráfica entre alta, media y baja. Momodora: Reverie Under the Moonlight viene de serie con la calidad gráfica alta. Bajar los gráficos quita varias animaciones del escenario y torna los colores a unos más apagados. La única utilidad que le vemos es eliminar pequeñas distracciones y la verdad, pensamos que no merece la pena mermar la experiencia por algo así.
Un pixel art que no se deja amedrentar por franjas negras
Gracias a las capturas que te hemos facilitado hasta ahora, es muy probable que ya te hayas percatado, la relación de aspecto de este videojuego es de 4:3 en vez de 16:9 y no se molestaron en al menos colocar un marco que esconda las franjas negras que esto ocasiona. A pesar de ello, cuenta con un bello pixel art que, sumado a sus elaboradas animaciones, logra salir airoso y crear escenarios orgánicos que dan una auténtica sensación de estar vivos. En cuanto a la paleta de colores, depende de la situación. Por poner ejemplos: la arboleda sagrada del inicio viste colores cálidos al no ser afectada por la maldición, mientras que más adelante se muestran con más frecuencia colores fríos acordes a la situación. La cosa llega hasta tal extremo, que incluso el tono del pelo y detalles de la ropa de Kaho cambian.
La banda sonora de Momodora: Reverie Under the Moonlight no goza de temas especialmente memorables, aunque eso no le impide brillar con un buen surtido de piezas que se adaptan a la perfección a las necesidades del título. Los efectos de sonido están en un punto medio, los ruidos ambientales se implementan bien con el escenario y tienen en cuenta los cambios en el suelo al caminar o el chapoteo del agua al entrar en ella, sin embargo, hay algunos efectos que no son demasiado convincentes y cuando Kaho bucea, si ignoras el decorado, parece que se encuentra en el espacio al no haber ningún sonido de resistencia por parte del agua.
Momodora: Reverie Under the Moonlight – Buscando luz entre las sombras
En definitiva, Momodora: Reverie Under the Moonlight es un metroidvania con una jugabilidad trabajada, que enfrenta las franjas negras provocadas por su relación de aspecto con un pixel art digno de mención. Aun teniendo jefes y enemigos predecibles, logra presentar cierto desafío con sus múltiples dificultades y sacando a pasear «bosses» con mucha salud y ataques poderosos. Si tienes ganas de echar un par de tardes entretenidas, sin gastar mucho dinero, este es tu juego.
Este análisis se ha realizado gracias a una copia digital de Momodora: Reverie Under the Moonlight proporcionada por DANGEN Entertainment.
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