El auge de los videojuegos independientes durante esta década ha significado la vuelta al mercado de géneros en declive. Uno de esos géneros renacidos ha sido el clásico ‘metroidvania’, gracias al recurso más usado por los desarrolladores indie: la generación procedural. Esta característica se popularizó con los denominados ‘roguelike‘, siendo éste un conjunto de características de un juego más que un género propio. Y digo esto porque no siempre aparecen en títulos inspirados en los primeros Metroid, pues su uso se extiende en gran cantidad de obras que poco tienen que ver con aquél mítico Rogue. Es el caso del juego del que os vengo a hablar esta vez, Into the Breach, que aterriza en Nintendo Switch tras su exitoso paso por PC. La estrategia por turnos de la que hace gala el título cautivó a los jugadores y a la crítica, y la fama de sus desarrolladores por ser los responsables del laureado FTL: Faster Than Light genera unas expectativas aún más altas. ¿Qué le hace tan especial? Vamos a verlo en este análisis.
Abriendo la brecha
Into the Breach nos presenta un mundo al borde de la destrucción, pues unas criaturas llamadas Vek amenazan la civilización humana. Nosotros controlamos a un reducido grupo de robots gigantes cuyo objetivo es proteger el planeta a toda costa, pero las cosas no siempre salen bien… Así que cuando la situación está perdida y hemos fallado nuestra urgentísima misión, no nos queda otra que retirarnos y comenzar de nuevo el trabajo, esta vez en una línea temporal diferente. Y es que ese es nuestro verdadero punto de mira: evitar la destrucción en todos los universos paralelos que podamos, saltando entre brechas de espacio y tiempo.
Con esta simple premisa, el equipo de Subset Games justifica de una forma brillante las mecánicas propias de los roguelite que incorpora el título. Me gustaría añadir que la forma en la que aplica esto resulta muy agradable al jugador, pues la generación aleatoria de escenarios y situaciones da lugar a infinitas posibilidades impredecibles, y la derrota y muerte permanente es un más un empujón hacia la victoria que un castigo. Así que no te preocupes, pues estamos ante un juego que sabe medir muy bien el nivel de frustración que causa al jugador, y si se te sigue resistiendo puedes alternar entre los tres niveles de dificultad que incluye.
Pero, ¿cómo se juega a Into the Breach? La respuesta es muy cercana a uno de los juegos de mesa clásicos más populares de la historia: el ajedrez. Al igual que este deporte de mesa, el mapa se divide en un tablero con un tamaño de 8×8 casillas, donde desplegamos a nuestro equipo profesional de tres mechs. Sin embargo, cada escenario cuenta con infraestructuras humanas, viviendas, montañas, ríos, mares… La generación procedural ayuda a que cada visita al campo de batalla sea única. Debemos centrarnos en las construcciones, pues nuestra misión siempre es defenderlas de los crueles Vek durante cierta cantidad de turnos, pero intentar aniquilarlos sin pensar será contraproducente. Este juego requiere conocer bien las posibilidades de cada unidad y cómo moverlas por el terreno para lograr la máxima ventaja posible, al igual que en el ajedrez.
Al comenzar la primera partida te preguntas si serás capaz de proteger a la humanidad con robots cuyas habilidades se basan en empujar a los enemigos mientas les infligen escaso daño. Cuando matas a un alienígena con un empujoncito hacia el mar, entiendes que sí. Porque Into the Breach no quiere peleas barriobajeras a navajazo limpio, sino que busca que uses tu ingenio para exprimir a tope las características de tus soldados y las posibilidades que ofrece el terreno. Esto se confirma cuando, antes de empezar cada turno, los enemigos se mueven y avisan cuál será su próximo ataque ese turno. ¿Ese bicho feo quiere atacar una casilla contigua a él donde se alzan unos edificios monísimos? Pues empújale y que descargue su ira sobre una casilla vacía, ¡o sobre otro enemigo! La enorme cantidad de posibilidades estratégicas que incluye el título es sin duda lo que más le hace brillar.
La humanidad caerá, pero no hoy
El mapa del mundo se divide en cuatro islas, cada una con su propio ecosistema. Para avanzar tenemos que visitar las regiones que forman cada isla una por una, y enfrentarnos a los Vek que amenacen la zona. Cada región tiene objetivos propios a los que le corresponde una recompensa, como reputación (que se usa para recibir recursos extra tras salvar una isla), módulos para mejorar nuestros mechs o la valiosa energía, una pieza clave en la estrategia que se reduce cuando una estructura es dañada y que al llegar a cero significa ver la pantalla de ‘game over’. Cuando dos o más islas están a salvo, tenemos la opción de visitar el nido de donde provienen todos los males, ¡y cortar el problema de raíz!
Los mechs que usamos son el máximo exponente de la alta tecnología de la que disponemos. Al iniciar el juego por primera vez usamos un equipo básico de robots que introducen a las mecánicas elementales del juego, y hasta el más novato puede sacar provecho de sus habilidades. Pero tranquilo, porque no estamos condenados a usar una y otra vez los mismos soldados, ya que al cumplir ciertos logros obtenemos monedas, que sirven para comprar nuevos equipos de mechs. Cada nuevo escuadrón trae nuevas armas y posibilidades muy innovadoras, y suelen girar en torno a una temática concreta. Desbloquearlos y descubrir nuevas estrategias es muy satisfactorio, y sus diseños son cautivadores. ¿Cuál será tu mech favorito?
Nuestras fieles herramientas de combate están tripuladas por pilotos expertos, que ganan experiencia en combate y pueden desbloquear habilidades para obtener distintas ventajas en la batalla. Pero no te descuides, porque si su robot cae en combate ellos mueren también, así que mantén a salvo a tus pilotos preferidos. Para facilitar la tarea tenemos la opción de mejorar los mechs con nuevas armas (si disponen de una ranura vacía), así como con módulos que amplían sus propias características. Además, al pasar de una línea temporal a otra, podemos conservar a uno de los pilotos que queden vivos. Todo un detalle.
Uno de sus puntos más característicos se ve a simple vista, pues su aspecto gráfico no pasa desapercibido. La simpleza de su pixel art es una ventaja más que un inconveniente, y aunque su estilo no es tan detallado como el visto en otros indies similares, la propia ambientación de Into the Breach casa a la perfección con su apartado visual. Pasa lo mismo con su banda sonora, que aun siendo simple y sin ser lo más destacable de esta obra, sí que acompaña de maravilla al juego y cumple su trabajo con buena nota. Sin embargo digo esto como fan de lo retro y los píxeles, pues algunos jugadores podrán echar de menos un apartado gráfico más ‘potente’.
Into the Breach – Estrategia pura en frasco pequeño
Las mejores esencias se guardan en frascos pequeños, y esta obra cumple con ello. Quizá Into the Breach no trae cientos de horas de juego, pero el tiempo que pasas con este título es altamente satisfactorio. No se anda por las ramas y ofrece una jugabilidad directa, táctica y adictiva. Los más nuevos en el género de la estrategia recibirán una cálida bienvenida en su modo fácil, mientras que el modo difícil propone un desafío a la medida de los más veteranos. Si debo señalar una barrera para algún grupo de jugadores sería el idioma, pues llega exclusivamente en inglés, pero sus mecánicas son tan intuitivas que aun teniendo sus textos en élfico seguiría siendo accesible para todo el mundo. En definitiva, es un indie muy a tener en cuenta que aúna lo mejor del género de la estrategia. Sin duda se trata de un añadido interesante en el catálogo de Nintendo Switch que nadie se debe perder, sobre todo los amantes de la estrategia por turnos.
Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de Into the Breach para Nintendo Switch cedida por Subset Games.
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