Análisis – Wolfenstein II: The New Colossus (Nintendo Switch). Nuestra lucha

El nazismo ha tomado el control. La Segunda Guerra Mundial acabó con la victoria del Reich alemán y Hitler se ha convertido en el aclamado líder del mundo entero. La raza aria es la predominante, y todas las demás culturas y religiones deben ser adoctrinadas para seguir las normas que dicta este regimiento que solo busca un mundo mejor, desechando a todos aquellos que pertenezcan a razas inferiores. Esta es la ideología que plasma Wolfenstein II: The New Colossus, la misma que se esconde tras el discurso de muchas corrientes de pensamiento reales y actuales que se consideran víctimas de una muchedumbre en contra, una muchedumbre que, en el videojuego, es minoría y necesita acabar con este imperio alemán. ¿Cómo? Pues, esta vez, a golpe de Joy-Con.

 

 

Ein volk

Wolfenstein 2 es un juego de acción, de disparar sin pensar, de masacrar al enemigo sin dudar ni un segundo porque un paso en falso puede poner las tornas en tu contra; pero no por ello decide dejar atrás la ocasión de contar una historia. Esta secuela, que llega a Switch gracias a una Panic Button que está «que se sale» con esto de las adaptaciones, sigue los pasos de B. J. Blazkowicz, AKA «Terror Billy», en su lucha contra un nazismo que no se ha ido. Este universo sigue un camino alternativo en el que el imperio alemán logró vencer en la II GM e impuso su poder en el mundo entero. Ante esta situación, nuestro protagonista trata de sobrevivir y acabar con el legado de Hitler, esta vez con un equipo bien preparado y capacitado para hacer cualquier cosa.

 

A pesar de que no parezcan las bases para un argumento impresionante, lo cierto es que la magia de la historia de este juego reside en su reparto de personajes, en sus personalidades y esos diálogos que protagonizan. Desde Anya Oliwa, embarazada de un protagonista moribundo, hasta Frau Engel, general de las fuerzas enemigas y villana principal; todos llevan el peso de un guión que baila entre lo grotesco y lo profundo. Tiene la capacidad de pasar de un monólogo de Blazkowicz planteándose si contar a su esposa que se muere, que no puede seguir más con esta guerra porque su cuerpo se rompe, a mostrar una decapitación a hachazo limpio y pasear la cabeza de alguien sin vida por la cámara para que la contemples en primerísimo plano. Momentos que parecen sacados de una película de Quentin Tarantino con Hugo Stiglitz como protagonista (lo de profundizar en las similitudes entre este alemán de Malditos Bastardos y el protagonistas del videojuego las dejaremos para otra ocasión).

 

 

El mensaje de un mundo que ha caído bajo el control total del régimen nazi es constante, de hecho la palabra «nazi» no deja de sonar para recordarte que son la amenaza y que, por mucho que vistan su discurso de coherencia e incluso se sientan atacados por unos terroristas que «¡Promueven la violencia contra nosotros, solo porque tenemos un punto de vista diferente!» (como se puede escuchar en uno de tantos diálogos que cazas si te tomas con calma un nivel en lugar de gastar pólvora sin ton ni son), son unos genocidas.

 

Son los que utilizaban cámaras de gas para acabar con cientos de personas, los de los campos de concentración, los de las persecuciones por razas. No son hermanitas de la caridad, y tú no debes tener el más mínimo remordimiento para acabar con ellos. Machine Games, desarrolladores originales del juego, no solo logra transmitirte esta idea, sino que juega con ella, con la manipulación hasta el punto satírico para demostrar cómo el discurso se desdobla para querer hacer creíble que el nazismo es solo una idea y todas las causas tras él son justas; pero siempre con una mueca que demuestra lo falaz que es el discurso. Hay auténticas perlas girando en torno a esto, que por supuesto no vamos a destripar; aunque sí nos obligan a recomendar que os detengáis a escuchar y observar, porque el trabajo hecho en este sentido es sublime.

 

Ein Reich

La única pega que podemos poner al apartado de la historia es que, si es tu primera vez con la franquicia, no vas a entender gran parte del pasado. Falta conocer la historia de los anteriores juegos y, aunque se intenta solventar con una secuencia introductoria que resume los acontecimientos, deja demasiados cabos sueltos para entenderlo todo. Es una pena, porque a nivel de jugabilidad, Wolfenstein II: The New Colossus es todo un gozo, uno de esos juegos que se deben disfrutar despacio y con calma, pero que en cada sesión te pide ser rápido y estar alerta ante todo lo que se mueve por el escenario, y haber casado esto con una historia bien empacada (sobre todo, sin personajes que de primeras resulten completos desconocidos), ya habría sido «el acabose«.

 

En cuanto a estructura, sigue un esquema bastante sencillo y asumible. El Martillo de Eva, submarino donde se reúne la resistencia contra los nazis, hace las veces de hub central. En él se te dictan las diferentes tareas y misiones que, por lo general, suelen realizarse fuera, en un mundo exterior que poco tiene que ver con el que conocemos. También hace las veces de lugar en el que realizar misiones secundarias, revisitar niveles superados o incluso acceder a otros especiales con la máquina Enigma, para la que se deben usar unas tarjetas que se consiguen de los comandantes que hay repartidos por cada nivel que se supera. Pero vamos a hablar mejor de estos últimos ahora.

 

Wolfenstein 2, como tal, es un juego de acción; pero introduce un pequeño componente de sigilo para ofrecer un ritmo diferente a quien lo prefiera. La mayoría viene a un título de este tipo por su acción desenfrenada y justificada, aunque la opción de hacer las cosas más despacio y entre las sombras está casi siempre presente. Cada vez que te acercas a una zona donde hay enemigos, aparecen unos indicadores que marcan la distancia al comandante de turno, que no dejará de llamar a refuerzos en caso de que te detecten. Por tanto, la mayoría de veces tu objetivo no es solo acabar con las hordas de enemigos (humanos, robots y, como ya es tradición en la franquicia, perros nazi, que no falten), también es hacer que estos individuos dejen de traer más refuerzos para poder avanzar.

 

 

Quizá la mayor pega de esta mecánica sea que el sigilo no es siempre fácil de cumplir, y a la larga resulta mucho más divertido pasar de largo y hacer todo el ruido posible para que te detecten y comience el festival de sangre, cascos volando y tiros, muchos tiros. También se invita a ello claramente porque, aunque el arsenal de armas no es demasiado extenso (aunque bastante personalizable con las mejoras que se esconden por los escenarios), contar con la posibilidad de llevar dos armas como una de las mecánicas principales no es precisamente la mejor forma de hacer que simules a Sam Fisher o a Solid Snake, sino más bien de sentirte Rambo y gritar eso de «no siento las piernas» (algo que aquí cobra especial sentido). Disparar con la escopeta de tu mano izquierda, alternar con una ametralladora de clavos en la derecha, o hacerlo con las dos al mismo tiempo es algo que tenéis que probar, simplemente.

 

El planteamiento es bueno, las mecánicas poseen además un regusto a vieja escuela de lo más sabroso. Tienes indicadores de salud y armadura que no se autorregeneran, por lo que conseguir botiquines, armaduras o incluso fragmentos de chapa de los enemigos caídos es la única forma de recuperarse. No sirve de nada esconderse para coger aire, salvo que quieras tener un microdescanso para volver a la carga. Aunque sí se han introducido algunos elementos más nuevos, como esa personalización necesaria para dar oxígeno a un armamento algo limitado, pero plenamente satisfactorio; unas «glory kill» como las de DOOM, pero que te dejan vendido y no dan mayor recompensa que una baja silenciosa e incluso un sistema de cobertura automático que se activa al apuntar cerca de una esquina o borde (puede hacerse una inclinación manual pulsando el botón L e inclinando la palanca). Hay un buen equilibrio entre lo viejo y lo nuevo que seguramente capte la atención de los más veteranos en el terreno de los FPS, pero que a la vez sea atractivo para el público más joven.

 

Ein Führer

En el fondo, todo lo que os contamos es algo que lleva desde octubre de 2017 disponible en consolas y PC. Wolfenstein II: The New Colossus ha aterrizado en Switch unos 8 meses más tarde, habiendo pasado por un necesario proceso de adaptación y pulimento para aprovechar bien las capacidades de la híbrida. Como adaptación es tremendamente robusta, y la prueba de que Panic Button cada vez se desenvuelve mejor con el hardware de la consola. Han tenido que realizar recortes en el terreno gráfico, reduciendo calidad de texturas, efectos, tasa de fotogramas (de 60 a 30 frames por segundo), carga de polígonos e incluso calidad de iluminación; pero este el precio que hay que pagar para tener un Wolfenstein de este calibre en formato bolsillo.

 

La portabilidad es costosa en términos de desarrollo, pero es altamente satisfactoria. Sumada al control por giroscopio, además, es algo que no hace más que otorgar valor al conjunto. Por mucho retroceso a nivel técnico que se haya realizado. Wolfenstein 2 sigue luciendo genial en el televisor y, en la pantalla de Switch, aunque se noten las diferencias si se hacen comparativas directas, el resultado llega a ser impresionante. Sí, es cierto que la nitidez de la imagen se resiente por la falta de resolución; pero a cambio tenemos un framerate constante y suave, justo lo que se necesita cuando se juega a un shooter, y la posibilidad de sentir que llevamos un arma en cada mano y apuntamos con ellas (con la derecha en esta ocasión, ya que es el Joy-Con que se encarga de ello cuando se activa el giroscopio).

 

Sí es importante aclarar que, en caso de apostar por el apuntado por movimiento, lo mejor es que, automáticamente, se desactive la ayuda para apuntar, como también que se experimente con la sensibilidad hasta dar con la adecuada. Esa asistencia activada por defecto entorpece la movilidad cuando mueves la mano para disparar a alguien, ya que directamente lleva la mira al objetivo y acaba complicándolo todo. En cuanto al ajuste de la sensibilidad, se hace especialmente necesario, casi tanto como aprender a combinar con el analógico derecho. Aquí no hay botón para centrar la mira, y es necesario tomarse un tiempo para acostumbrarse al sistema. Los resultados, no obstante, son mucho mejores a la larga que con un control tradicional.

 

 

Wolfenstein II: The New Colossus – Unser Kampf

Panic Button lo ha hecho otra vez, y lo ha hecho mejor que nunca. Son pocas las pegas que podemos encontrarle a este Wolfenstein, salvo la falta de conexión con el argumento general por no contar con las precuelas, el no incluir los DLC que se han lanzado o la falta de claridad para llegar a determinados objetivos durante la partida; pero el resto de la fórmula funciona demasiado bien, tanto que sorprende. Es un juego que en cuestión de minutos pasa de tenerte aterrorizado en una silla de ruedas a convertirte en una máquina de matar dispuesta a aniquilar nazis sin pudor alguno con un arma en cada mano. Tiene un conjunto de mecánicas que lo hacen un shooter de pura cepa, más que digno de llevar el nombre de una franquicia con semejante importancia dentro de la industria; pero también una ambientación que merece ser disfrutada y tomarse un respiro entre tanto tiroteo para observar, ver y escuchar esta imaginación de un mundo tomado por los nazis.

 

El control por giroscopio es un añadido imprescindible y la portabilidad, a pesar de traer consigo ciertas limitaciones a nivel técnico, no es más que otro punto a favor para llevar contigo un juego que merece ser disfrutado en cualquier parte. Una clara apuesta por el jugador individual, un port que funciona a las mil maravillas y un genial desestresante para los días en los que estás al límite. El exterminio de nazis de Wolfenstein II: The New Colossus es la mejor forma de descargar adrenalina donde quieras, cuando quieras y como quieras.

 

 

Análisis realizado gracias a un código de descarga cedido por Bethesda

 

Wolfenstein II: The New Colossus era un juego excepcional que, ahora, sigue manteniendo su calidad al llegar a Nintendo Switch. Un Shooter en primera persona perfecto para descargar tensiones a tiro limpio mientras salvas al mundo de la dominación nazi.
Nota de lectores3 Votos
91
PROS
Acción, acción y más acción
Guión interesante tras esa capa de shooter descerebrado
El control por movimiento le queda genial
CONTRAS
Si no has jugado a los anteriores, te costará seguir bien el hilo
El sistema de coberturas puede ponértelo difícil para apuntar
A veces es difícil saber a dónde ir
90