Rayman Legends: Definitive Edition ya está aquí. La aventura que pudimos disfrutar en Wii U ya el pasado 2013 (y en un sinfín de plataformas que no vamos a listar ahora) vuelve con un subtítulo que pone el listón más alto todavía con respecto a la joyaza que era el original. Ubisoft ha catalogado a este lanzamiento de Nintendo Switch como una edición definitiva y, tras haberlo devorado de cabo a rabo, podemos hablar con total seguridad y decidir si cumple o no con semejante etiqueta.
De aquellos paseos a estos puñetazos
Si eres un neófito que sabe bien poco de Rayman, vamos a hacer una introducción muy breve. Este héroe fue concebido por el francés Michel Ancel de una manera muy similar a como Miyamoto concibió las aventuras de Link, aunque con diferencias en el resultado que saltan a la vista. Una infancia de curiosidad y de paseos por los bosques, mezclado con una juventud en la que el lápiz volaba sobre el papel llenándolo de dibujos y bocetos garabateados, dieron forma a multitud de ideas entre las que destacaba una en particular: un héroe de barriga oronda y flequillo rubio sin extremidades, capaz de lanzar sus puños y usar su pelo como una hélice.
Ese fue el punto de partida a partir del que se construyo todo lo que dio forma a las aventuras de este personaje. Pero todo eso pertenece al siglo pasado y se condensa en 1995, justo cuando el primer videojuego con él como protagonista llegó al mercado para Atari Jaguar, PlayStation y Sega Saturn (aunque antes hubiera cierto flirteo con Super Nintendo). Ahora nos toca mirar a la actualidad, una que lleva más de 20 años de diferencia y en la que este personaje se ha atrevido con aventuras tridimensionales y hasta a enfrentarse a unos conejos que hace poco hemos podido ver acompañando a cierto exfontanero.
Tanto ir y venir entre géneros y formatos hicieron a Ancel querer volver a los orígenes, llevar a Rayman al lugar al que nació y adaptarlo a los tiempos que corren. Ya no está esa brillante sonrisa a final de cada nivel, ni tampoco ese tono naïf que lo envolvía a todo. El Rayman de ahora es mucho más rápido, más estilizado y está en un mundo de fantasía, pero también bastante socarrón. El Rayman de ahora mola y el de antes era mono. El Rayman de ahora corre que se las pela y reparte tortas como panes y el de antes… pues no.
Esta forma de salirse por la tangente tiene su explicación. Pensar en Rayman Legends: Definitive Edition es pensar en un juego de plataformas con una jugabilidad tremendamente pulida. Los niveles tienen un mucho de exploración para conseguir a unos Diminutos que han sido capturados por dios sabe qué; pero también tienen un toque coreográfico, de seguir las pistas con las que los niveles han sido diseñados para que el jugador fluya por ellos a medida que va mejorando sus habilidades a los mandos. Bueno, también tiene sitio para las puñetas más grandes, pero eso es para los que juegan en compañía y prefieren soltarle una galleta al prójimo.
Y esta es la excusa perfecta para que tú cojas los Joy-Con o tu Switch para moverte por los 6 mundos que contiene este título. Todos ambientados con temáticas muy diferentes, enemigos que son más unas dianas móviles que amenazas y plataformeo en su más pura esencia. La historia da igual, ni siquiera hay un hilo que te conduzca y te sirva de excusa para saltar de un cuadro a otro para elegir nivel. Solo quieres completar, avanzar y descubrir qué es lo siguiente que ha planeado Ubisoft para ti.
Completo no, lo siguiente
Vamos a entrar un poco en vereda. Rayman Legends: Definitive Edition es un juego completo hasta decir basta. No le es suficiente con ofrecer la posibilidad de jugar en modo cooperativo cuando plazca (con un Joy-Con por jugador vale, hasta un máximo de 4) y 6 mundos cargados de niveles y de secretos repartidos por cada uno; no, lo remata con fases de su anterior entrega (Rayman Origins), retos diarios para conseguir las mejores marcas a nivel mundial, unas criaturas que desbloqueas y coleccionas, nuevas apariencias para tus personajes, un minijuego de fútbol con sus propios torneos para jugar en compañía y hasta un modo para pasar a controlar al bueno de Murfy (ese “hado” verde con cara de rana de los Smacks pasada de vueltas). Todo ahí, concentrado en ese pequeño cartucho que metes en tu consola.
Y seguimos, porque si algo tiene de sobra este título aparte de contenidos es carisma. Carisma que desborda en el plano artístico al que dan forma tanto sus gráficos como su música y sonidos. Aunque estamos hablando de un juego hecho en 2D, la calidad de los escenarios y de los personajes es sublime, son tremendamente expresivos y sus animaciones te pueden hacer soltar alguna que otra carcajada (servidor todavía se sigue riendo como un enano al ver a Globox deslizarse por una pared); amén de un estilo tan característico que se hace tremendamente inconfundible. La música es otro punto a favor, ya que se permite el lujo de mezclar melodías variadas que siempre tienen presente ese aire de buen rollo que envuelve a todo el juego. Incluso aunque estés dándole de tortas a un jefe final, hay hueco para reírse por sus caras o sus posturas, aunque nos estén sacando de quicio. Pero la guinda, la gran guinda donde se mezclan jugabilidad, gráficos y música es, de lejos, cada nivel musical. Lo que hacen esos escenarios con versiones de temas famosos y experimentos a nivel visual es una buena prueba de lo que se puede hacer cuando quieres que el ritmo de juego vaya al mismo compás que el ritmo de la música (en el vídeo que tenéis a continuación podéis comprobarlo).
¿Sabéis cuál es la única pega que le hemos encontrado a todo esto? Que tras habérnoslo pasado aún nos estamos preguntando por qué esto se llama Rayman Legends: Definitive Edition. No hay ni rastro de algo que justifique que esta es de verdad la versión definitiva de este genial plataformas, salvo que tenga que ver con su simple paso de juego en consola a juego en portátil y viceversa.
Dime de qué presumes…
Duele ver que un videojuego tan brillante en tantos sentidos carece de alicientes como para volver a pagar por él si ya lo disfrutaste en su momento. Jugarlo con Nintendo Switch en Modo Portátil es todo un placer (ese “clac” que te lleva el juego de la TV a tus manos jamás dejará de gustarnos), se ve brillante, nítido y conserva toda la fluidez que necesita un título de estas características… Hasta que te pones a hacer lo mismo en el televisor.
Nos hemos encontrado ralentizaciones en ciertas zonas, algunas realmente grandes en ambos modos (cuando entras a la sala de Retos la cosa se va de madre) y es algo grave si pensamos que esto es una versión de un título lanzado en 2013. Ha habido tiempo para pulir y hacer que todo vaya a la perfección, aunque puede que haya sido el extremo interés por comprimir lo que le haya pasado factura.
Por encima de todo esto, la pérdida del control táctil que disfrutamos con el Wii U GamePad es algo que también duele. Ahora tenemos El toque de Murfy, pero solo disfrutable en modo portátil, que es esa modalidad en la que el personaje se mueve solo y tú le ayudas manejando a este bicho verde a golpe de dedo. Lo malo es que en la aventura normal todas las acciones de este ser se reducen a pulsar un botón, convirtiéndose en algo antinatural y cayendo si comparamos a cómo se hacía hace unos años en la anterior consola de Nintendo.
Rayman Legends: Definitive Edition – Un gran juego, pero no el definitivo
Te convierte en pato, te achica y te agranda a su gusto y hasta te pone a patear esqueletos mariachis al ritmo de The Eye of the Tiger. Sí, Rayman Legends: Definitive Edition sigue siendo tan sobresaliente como la aventura original, esa que disfrutamos hace ya unos buenos años; pero la falta de novedades importantes no justifica volver a hacerse con él sí ya lo posees. Es brillante, divertido y hasta gracioso, y el único problema que tiene, salvo pequeñas taras técnicas, es que la coletilla que acompaña a su nombre le perjudica más que favorecerle. Aunque, si lo interpretamos también como una versión portátil, desde luego sí que es la definitiva.
Análisis realizado con un código de descarga del videojuego cedido por Ubisoft.
Debe estar conectado para enviar un comentario.