Ayer, día 14 de septiembre, Nintendo hizo pública la decisión de nombrar a Tatsumi Kimishima como la nueva cabeza de la compañía. El exbanquero asume el rol del difunto Iwata como presidente de la Gran N en lo que parece un nombramiento transitorio a la espera de asentar bases para poder llevar a buen puerto las negociaciones en las que la compañía está actualmente inmersa -¿alguien dijo DeNA?-
Presidente por un año
Tras su nombramiento, el propio Kimishima no tuvo reparos en confirmar la temporalidad de su puesto. El directivo será presidente de Nintendo durante un año y, tras esto, no sabe exactamente si mantendrá el mismo rol o si, por el contrario, cederá su puesto a un nuevo nombre. En cuanto a esto, también ha declarado no tener problema alguno en que asuma la presidencia alguien externo a la compañía nipona, por lo que el abanico de posibles candidatos se abre sobremanera con respecto a la situación anterior.
El nuevo líder de la compañía seguirá la hoja de ruta trazada por Satoru Iwata -telefonía móvil, tratamiento de franquicias, etc.-; pero, ampliando esto, también ha confirmado que una de sus labores será la de formar a la sangre joven de la Gran N. Unas palabras que, sumadas al baile de cargos paralelo a su nombramiento, lanza una incógnita al aire. ¿Estamos ante un relevo generacional?
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